Un lugar de almacenamiento y distribución de drogas en Buenos Aires se encuentra en un asentamiento marginal; la villa Zavaleta, donde unas 35 mil personas intentan sobrevivir en precarias condiciones y bajo la presión del narcotráfico.

Allí ocurren dos situaciones que se replican en otras zonas: traficantes que utilizan a familias de bajos recursos para sostener el negocio de distribución de drogas.

La villa Zavaleta quedó en la mira de la sociedad en los últimos 10 años por la presencia de los chicos del paco, una droga creada a partir de residuos de la pasta base de la cocaína. El estupefaciente es altamente adictivo y produce efectos psicotrópicos de corta duración.

Sus efectos producen en los seres humanos conductas similares a las de los zombies. De hecho, los consumidores de esta droga fueron denominados así.

En 2009, un grupo de sacerdotes cercanos al entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio (el Papa Francisco), emitió el documento “La droga en las villas, despenalizada de hecho”, en el que alertaron sobre la situación social en la zona.

En 2011, el gobierno envió a la zona dos fuerzas de seguridad militarizadas, así como asistentes de la Secretaría de Prevención de las Drogas y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) para implementar planes de asistencia. En septiembre de 2012, fueron decomisados 320 kilogramos de mariguana y 30 kilogramos de cocaína dispuesta para su transformación en miles de “dosis de paco”.

La presidenta Cristina Kirchner visitó el lugar y anunció que se trasladaría allí a la Secretaría de Cultura. Luego se dijo que sólo se instalarían los despachos más importantes. Al final, el plan se redujo a una visita semanal del secretario de Cultura.