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El ingeniero encargado del mantenimiento de la Torre Latinoamericana, Víctor Hugo Ariceaga Paredes, cuenta la anécdota de uno de sus compañeros: hace 28 años, poco después de las siete de la mañana, Porfirio Callejas vio cómo la ciudad colapsó. Se encontraba en lo que era el punto más alto de la ciudad en ese momento, cuando el sismo lo sacudió.

Callejas sólo pudo aferrarse a la antena que corona la Torre Latinoamericana, a 182 metros de distancia del piso.

Porfirio no olvida, según Ariceaga, ese 19 de septiembre. La torre se movía con intensidad. Pero afortunadamente él estaba “bien amarrado” a la antena.

Desde el mirador de la torre, se ve claramente el Zócalo y el Palacio Nacional, la Alameda, Tlatelolco... aunque todo parece una maqueta con techos rojos. Pero hace 28 años, Porfirio sólo vio una gran nube de polvo que se levantaba, agrega.

Ese día, en el DF se derrumbaron 371 edificios modernos, y algunos de éstos, Porfirio los vio caer desde las alturas, asegura Ariceaga. En la zona se derrumbó el Hotel Regis.

Aun cuando sus rodillas temblaban, Porfirio recordó su responsabilidad e inspeccionó los 44 pisos de la Torre Latino.

Han pasado 28 años desde que subió a pintar la antena de la torre, y hoy su corazón se acelera al recordar lo vivido, asegura Víctor Hugo Ariceaga.