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Desde la noche del 2 de octubre, dueños y responsables de los negocios del Paseo de la Reforma comenzaron la evaluación de los daños.

Algunos voltean y miran con asombro los cristales de las oficinas rotos con piedras y proyectiles, otros prefieren seguir en las labores de limpieza y no dar declaraciones.

“No hay servicio”, se lee en dos letreros de una tienda de conveniencia que fue saqueada por anarquistas.

Los actos vandálicos registrados durante las movilizaciones por la conmemoración número 45 de la matanza de estudiantes dejaron miedo, impotencia y daños materiales.

Frente al número 30 del Paseo de la Reforma un par de hombres observan y contabilizan los daños en el edificio, mientras un oficial controla el acceso.

A un costado, la empleada de una empresa de mensajería dice que no tiene autorización para dar declaraciones a los medios.

Sin embargo, recuerda que las agresiones la obligaron a esconderse. “Se robaron algunas cosas”, detalla mientras el olor a pegamento confirma que los cristales fueron sustituidos.

Un local adelante, uno de los empleados comenta que los vidrios del acceso también los rompieron, aprovecharon para entrar y robar un sillón, teclados de computadoras y una mesa.

En la esquina de Donato Guerra y Reforma, un par de puertas rotas y un cajero automático dañado dan cuenta del enfrentamiento.

Sobre la banqueta y en el pavimento, hasta el medio día de ayer, aún se observaban consignas y manchas de pintura; las pintas realizadas en la Fuente del Bicentenario, ubicada en el cruce de Reforma y Juárez, ya habían sido limpiadas.

El edificio del Turissste también sufrió daños, al igual que la ciclovía y algunas banquetas.

Frente a su negocio, una franquicia que vende café, Hugo López no duda en expresar su sentir, “ayer (miércoles) se rebasó cualquier situación”.

En avenida Juárez, las vallas colocadas por el gobierno capitalino blindaron a los comercios de los daños, pero no de las pérdidas económicas.

Algunos negocios optaron por dar servicio hasta el medio día, otros no subieron las cortinas y algunos más decidieron mantener el acceso controlado y tomar precauciones.

Como el restaurante ubicado en la esquina de Humboldt y Juárez, ahí fueron retirados todos los productos de las vitrinas, el acceso principal se cerró con cadena y candado y se habilitó la salida de emergencia para la entrada y salida.