El narcomenudeo en el país ha cambiado objetivos y estrategias. Las barriadas pobres de la capital, San José, y sus alrededores, sufren la proliferación de pequeñas organizaciones dedicadas a esta actividad; clanes familiares que han convertido a la distribución de mariguana, cocaína y crack en un lucrativo negocio.

Ese negocio se nutre con los pagos en “especie” que hacen cárteles internacionales a sus colaboradores locales, quienes les ayudan a almacenar sus cargamentos en territorio costarricense, para luego exportarlos a Norteamérica y Europa.

Autoridades ticas afirman que el narcomenudeo tomó fuerza en los últimos ocho años al cambiar el rol logístico de Costa Rica dentro de la industria de la droga.

“Pasamos de ser un país de tránsito a ser un país consumidor”, aseveró Carlos Alvarado, director del Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD). Entonces, surgió la necesidad de crear redes para vender la mercancía que se queda en territorio nacional.

Aunque no hay un número oficial sobre las organizaciones que se dedican al narcomenudeo en Costa Rica, según datos de la Policía de Control de Drogas (PCD), la mayor cantidad de quejas por venta de droga se concentra en la llamada Gran Àrea Metropolitana.

A octubre de este año, en el cantón central de San José se recibieron 826 denuncias, y el lugar registró la tasa de denuncias por cada mil habitantes más alta, de 2.99.

Según datos del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), la incidencia del consumo de mariguana en el país es de 5.7 por cada mil habitantes; el de cocaína, de 2.5; y el de crack, de 0.4.

Durante 2013, la PCD desarticuló 83 organizaciones; 19 internacionales y 64 locales. De los grupos en el mercado tico, 21 eran familiares. Pero, tras la caída de cada grupo, aparecen otros dispuestos a tomar el negocio.