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La temporada de lluvias en el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro aumenta hasta 60% el tiempo de recorrido de los trenes, es decir, un trayecto de 30 minutos, puede ser de 48 o más, informó Salomón Solay, subdirector general de operación del transporte.

El funcionario explicó que los retrasos de los trenes se deben a que en cualquier tipo de lluvia, ya sea tormenta o llovizna, se realiza la marcha de seguridad en los trenes, un protocolo que consiste en disminuir la velocidad de 70 a 45 kilómetros por hora.

La marcha de seguridad se aplica en todas las líneas del Metro, con excepción de las que son férreas (Línea A y Línea 12).

El protocolo es necesario, porque la lluvia provoca que disminuya la tracción entre los neumáticos y la pista de rodamiento.

“Si dejáramos que los trenes circularan en esas condiciones tendríamos muchos patinajes y muchos deslizamientos, pero no son de un metro o dos, sino de 200 o 300 metros, dependiendo la velocidad”, explicó Solay Zyman.

Con un botón, a los conductores se les avisa desde el Puesto Central de Control que deben comenzar la marcha de seguridad, eso los obliga a frenar gradualmente.

Lo que se pretende evitar es el llamado frenado de emergencia, que funciona cuando un tren se acerca al umbral máximo de velocidad permitido en el STC.

Evitan roces entre trenes

En 2009, el Sistema de Transporte Colectivo tuvo una incidencia que no estaba planeada: en la estación Nativitas un tren se deslizó por la película de agua que formó la lluvia, lo cual provocó un choque entre dos trenes. El percance no pasó a mayores, sin embargo, el hecho fue un foco de atención para evitar que un deslizamiento fuera de preocupación.

Uno de los retos en temporada de lluvias es lograr que los trenes frenen a tiempo en las estaciones, sin rebasar, ni por un metro, la distancia requerida para detenerse.

El peso del tren influye en los deslizamientos, pues pasa de 270 toneladas vacío, a más de 300 toneladas con pasajeros. Por eso, debe haber por lo menos 70 metros de distancia entre convoyes, al frenar en época de lluvias.

Uno de los sistemas implementados por el Metro para impedir que se repita lo ocurrido hace tres años en Nativitas es la llamada “sección tapón”, un sistema para habilitar un semáforo adicional en los túneles.

Habitualmente, en dichos túneles operan dos semáforos que ayudan al STC a controlar la distancia entre trenes y evitar choques.

La distancia entre un tren y otro debe ser de entre 250 y 300 metros, para garantizar seguridad en el desplazamiento de las unidades.

En el caso de la Línea 2, que es la que tiene el tramo más largo de superficie, se implementa una doble “sección tapón”, es decir, se agregan dos semáforos.

Caída de objetos, otro problema

Además de atender señalizaciones como los semáforos y el protocolo de marcha de seguridad los conductores deben estar preparados ante la caída de objetos a las vías del Metro.

Este problema que se vuelve más común en temporada de lluvias y agrega tiempo a los retrasos. Los objetos que suelen caerse son los paraguas, cuya parte metálica provoca cortos circuitos en las vías.

“En estos casos el paraguas casi desaparece, se volatiliza y es notable por la explosión, entonces tenemos que detectarlo primero con las cámaras para atender el problema”, dijo.

Lo mismo ocurre con las bolsas de papas que caen a las vías, por el metal. En ambos casos, lo que procede es cortar la corriente, en el momento no se sabe exactamente qué pasó, por lo que se recurre a preguntar a usuarios si notaron algo.

En caso de que el problema sea grave, se recurre a la suspensión provisional del servicio en las estaciones afectadas. “Si tenemos un problema en Balderas, entonces, en vez de frenar el servicio en toda la línea, operamos en círculos”, dijo.