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Llevan felicidad con sus canciones

Geovana Royacelli| El Universal
Martes 24 de diciembre de 2013
Llevan felicidad con sus canciones

ANGELITOS Y DIABLITOS. Los niños de la casa hogar del Ejército de Salvación al término de pastorela que presentaron con motivo de las fiestas navideñas. (Foto: ADRIÁN HERNÁNDEZ / EL UNIVERSAL )

Con una pastorela, niños de una casa hogar comparten su alegría navideña con sus familias

geovana.royacelli@eluniversal.com.mx  

“Para dar un poquito de alegría y felicidad”, por eso cantan. Son una docena de niños de entre cinco y 13 años, quienes en las noches de diciembre salen a las calles a cambiar su voz por una moneda.

“Navidad, navidad, navidad rock, quiere cantar mi corazón, ya se respira la felicidad, ya la fiesta va a comenzar” es la canción favorita de los niños de la casa hogar del Ejército de Salvación en el Distrito Federal, una organización cristiana de ayuda humanitaria.

En el coro está Luis, un niño de 10 años que desde hace cuatro es parte del Ejército de Salvacion, igual que sus dos hermanos. ¿La razón?: su mamá, madre soltera, no podía cuidarlos siempre. “Mi mamá no nos podía cuidar porque trabaja desde las tres hasta las seis de la mañana”, cuenta el niño con voz entrecortada y esforzándose por no llorar. Falla. Las lágrimas salen, pero de prisa son limpiadas con sus manitas.

Luis cuenta que no está triste porque puede ver a su mamá cada fin de semana. Los viernes que ella viene los lleva a casa; los domingos regresan a su otro hogar, la casa del Ejército donde habitan por ahora 80 niños huérfanos o provenientes de familias disfuncionales.

Sus compañeros le dan un abrazo “ya no llores, no estés triste”, le dicen; él acepta y vuelve a sonreír.

Estrella, con cinco años de edad, es la más pequeña del coro y la Navidad es una de sus fechas favoritas. “Navidad me gusta porque me traen regalos, nos hacen fiesta y rompemos piñata”, cuenta. En la casa hogar se siente feliz, este año le va a pedir a “Sasoclós”, como ella dice, “una biciqueta, nada más".

Todos los niños del coro coinciden en que cantar les gusta, se saben las coreografías y siempre sonríen. Al llegar a las plazas donde les permiten entonar villancicos navideños, cada uno sabe su labor. Bajan de la camioneta, una niña abre la cajuela, otro más saca la alcancía, otro lleva un banquito y alguien más la bocina. Entran a la tienda, se colocan por estaturas y comienzan a cantar.

De inmediato llaman la atención. Las monedas o billetes comienzan a caer a la alcancía que la capitana Ana Margarita Ávila sostiene; también llegan chocolates y sonrisas.

Joselín cuenta que a veces cuando canta también siente tristeza. “Hay personas que cuando cantamos lloran y se ve la tristeza, es como si tú estuvieras llorando también”. Con su voz, dice Joselín, “les llevamos alegría, paz, amor y muchas cosas más que ellos sienten en su corazón”.

Para Yareli, la Navidad es tiempo para compartir. “A mí me gusta cantar y llevar alegría a las personas. Que la gente comparta”, pide, y espera que este año puedan llegar Santa Claus y los Reyes Magos a la casa hogar, porque ella quiere una muñeca con ojos de botón.

“Que Dios los bendiga porque nos apoyan, nos dan dulces, juguetes y ropa”, es la forma en que Estrella agradece a quienes voluntariamente apoyan al Ejército.

Abrazos y apapachos

Luis Camarillo, director de la casa hogar del Ejército de Salvación para niños en el DF, explicó que quienes llegan ahí son canalizados por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), de la Procuraduría General de Justicia del DF (PGJDF) o por sus propios familiares cuando por alguna razón no los pueden cuidar.

“Son niños en pobreza, de familias disfuncionales o que están en riego de ser atraídos por la drogadicción o la trata de personas. Aquí los atendemos, cuidamos y educamos”, dice.

En la Ciudad de México hay 16 unidades del Ejército de Salvación. Tan sólo en la casa hogar hay 80 niños y niñas de entre cinco y 17 años. 20 de ellos son huérfanos, quienes reciben toda la atención de manera gratuita, y el resto tiene familia y deben dar una aportación que va de 50 a 300 pesos para su manutención.

El Ejército de Salvacion recibe donativos económicos y en especie, desde comida, ropa, medicamentos, juguetes o tiempo de convivencia con los menores. Además de “abrazos y apapachos para llenar espacios vacíos”, dice Ana Margarita, la asistente de dirección que forma parte del Ejército.

Los recursos de la colecta navideña, aseguró Luis Camarillo, son utilizados para la manutención de los niños de la casa hogar, así como para ayudar a quienes están en cárceles o asilos en diferentes puntos de la ciudad o a familias de bajos recursos.



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