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El Metro les sirve de inspiración

Karla Mora| El Universal
Sábado 21 de septiembre de 2013
El Metro les sirve de inspiracin

FIRMAS. Las jóvenes hasta dieron autógrafos a usuarios. (Foto: FOTOS JUAN BOITES )

Fernanda y Brenda ganaron un concurso literario de historias del STC, que se publicaron en un libro

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Donde un hombre con prisa por llegar a su empleo ve un transporte ineficiente, un niño ve un gusano divertido; donde una señora se queja porque otra la golpeó entre el gentío del vagón a hora pico, un niño se siente “apachurradito”, con personas que le dan curiosidad por su falta de amabilidad.

Del Sistema de Transporte Colectivo se desprenden historias de gatos bautizados, de amistades nuevas surgidas a partir de un viaje.

Eso lo narran María Fernanda y Brenda Magaly en sus cuentos, que fueron publicados en el libro Un transporte de aventuras, el cual es distribuido en la Línea 3, que va de Indios Verdes a Universidad.

Una más tímida que la otra, una en la secundaria y la otra en la primaria, ambas conocen a los “vagoneros”, los han visto con sus grandes bocinas, las que les lastiman los oídos cuando pasan junto a ellas sin siquiera un “con permiso”, pero no consideran que sean un gran problema para el transporte que las lleva a sus hogares y a sus escuelas, los ven como parte del mundo que utilizaron para crear dos historias.

¿Cuánto cuesta el boleto del Metro? La respuesta no la pensaron más de tres segundos, el mismo número del precio. Se sientan juntas para comenzar la entrevista. A María Fernanda no es la primera vez que le ponen una grabadora enfrente, pues ella fue una de las ganadoras de “Director del Metro por un día”, convocatoria lanzada por el STC en abril pasado.

Magaly muestra una media sonrisa al platicar su cuento. Tiene una voz aguda, de a ratos un tanto queda. Se acuerda de la estación donde se baja para llegar a su casa, en el Estado de México.

A sus 11 años, conoce la línea rosa, la que va de Pantitlán a Observatorio, ubica las correspondencias y sabe que son las de mayor afluencia.

Las niñas toman asiento en las oficinas del Metro, con la mirada se ponen de acuerdo para contestar sin interrumpirse una a la otra y comienzan a responder a la vista de sus familiares.

Envueltas en historias

La gatita Balderas ya tuvo gatitos: se llaman Salto del Agua, Cuauhtémoc e Isabel la Católica. Si hay más crías, seguramente tendrán el nombre de otras estaciones escogidas por Brenda Magaly Gómez, una niña de 11 años con poca experiencia en concursos de escritura, pero con un conocimiento vasto de la red del Metro.

Casi a diario aborda la Línea 1 para bajarse en Gómez Farías; su casa no está tan cerca, es en Ixtapaluca, pero el trayecto es más rápido en el Metro.

Para inscribirse al concurso bastó con ver un letrero. Fue a partir de una mascota que escribió su gusto por el STC.

“Yo iba con mi papá en el Metro, vimos el cartel y me animé a concursar. Mi historia es de mi gatita; mi abuelita me regaló una gatita, pero yo no sabía cómo ponerle, ahí mi mamá me dijo que en qué estación estábamos y ella me dijo que en Balderas”, relató.

María Fernanda Blas también conoce el sistema.

De San Antonio a Mixcoac considera que hay poca distancia, y la recorre para llegar a la escuela y así fue como planeó la historia que se llevó el primer lugar del concurso organizado por el STC.

“Es divertido ver a las miles de personas que te puedes encontrar”, dice.

La chica, de 13 años, va en segundo de secundaria. No es la primera vez que participa en un certamen de escritura, y quienes la conocen dicen que tiene la capacidad de contar historias. Los comentarios no son suficientes, pues no piensa ser escritora, prefiere estudiar turismo.

Su cuento está basado en una experiencia personal, y trata de cómo se forma una amistad a partir de viajes en el vagón con una de sus compañeras de clase. Narra una etapa complicada de su vida: su amiga le “disparaba” los pasajes y, al paso de los días, su trayecto hizo un lazo entre ambas adolescentes.

A los niños sí les interesa leer

Las pequeñas ya han visto a la gente leer el compilado de historias de su autoría. Les contaron a sus amigos y familia sobre su premio. Bastó que un par de pasajeras leyeran sus nombres en el libro para pedirles un autógrafo.

“¿Qué tal si un día ellas son grandes escritoras?”, dijo una usuaria del transporte antes de que le firmaran.

Ambas estudiantes consideraron que los niños sí están interesados por leer cuando tienen los libros al alcance, y así hasta podrían animarse a escribir.

En ese sentido, todos los usuarios deberían tener una convocatoria similar, desde los más pequeños hasta los pasajeros de la tercera edad. “Ellos también tienen muchas historias que contar”.

“¿Qué es lo que cambiarían del Metro?”. Magaly piensa en la saturación, en el calor, pide que haya más asientos y que se abran más ventanas en los trenes. En tanto, Fernanda sueña con que los convoyes sean del color de cada línea: verdes, rosas, azules.



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