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Cambió para siempre el rostro de la ciudad

Redacción| El Universal
Jueves 19 de septiembre de 2013
Cambi para siempre el rostro de la ciudad

DIFERENCIA. Diversidad de estilos se mezclaban en el Eje Central Lázaro Cárdenas antes del movimiento telúrico de hace 28 años. En esa zona se registraron grandes daños a consecuencia del fenómeno. Los edificios derrumbados fueron reemplazados por nuevas construcciones. (Foto: ESPECIAL )

El Hotel Regis, el edificio Nuevo León dieron paso a nuevas obras

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Al movimiento de la tierra siguieron las sirenas, el polvo de los edificios derrumbados, las miradas de sorpresa de quienes no creían que lo que acaban de vivir hubiese tirado decenas de edificios, particularmente, en la zona centro de la Ciudad de México.

Esa mañana, la del 19 de septiembre de 1985, muchos murieron en sus camas; otros frente a las máquinas de coser; otros más atendiendo pacientes en los hospitales o tomando el desayuno.

Eran las 7.19 de la mañana cuando un sismo de 8.1 grados en la escala de Richter —con epicentro en la costas del Pacífico mexicano, muy cerca de Michoacán— cambió para la siempre el rostro y la vida de la capital del país.

Lugares emblemáticos como los hoteles Regis y Del Prado quedaron reducidos a escombros.

Por primera vez en su historia, Televisa dejó de transmitir: su antena y oficinas de avenida Chapultepec no resistieron.

Construcciones de la calzada San Antonio Abad también sucumbieron y dejaron al descubierto las condiciones en que decenas de costureras laboraban.

La unidad habitacional Nonoalco Tlatelolco —fruto de la mente del arquitecto Mario Pani— perdió el edificio Nuevo León.

El Súper Leche, un restaurante del Eje Central, también se convirtió en escombros.

“San Juan de Letrán, como todavía le decíamos quienes caminamos por la avenida... se convirtió en una humareda irreconocible. Aturdido por la tragedia, me desubiqué como nunca. ¿Qué había aquí?, me pregunté una y otra vez. Quise avanzar, pero el Ejército había acordonado la zona. En perspectiva, visto el Eje Central, de la Torre Latino hacia Fray Servando, todo lo cubría una nube de humo y la muerte caminaba entre nosotros”, asegura Rafael Pérez Gay al recordar sus vivencias de hace 28 años.

Yolanda Rentería Huacuz, entonces jefa de enfermeras del piso de Geobstetricia del Centro México —otro de los edificios caídos—, bloqueó su mente de los llantos y la destruccción para sacar del lugar, junto con sus compañeras, a siete bebés prematuros: “Debo decir que no recuerdo nada, ningún movimiento, ni ruido extraño, simplemente me di cuenta que el oxígeno no estaba pasando a las siete incubadoras de los bebés prematuros”.

Porfirio Callejas vivió la tragedia a más de 180 metros de altura: el sismo lo agarró pintando la antena de la Torre Latinoamericana. Por fortuna, estaba “bien amarrado” y el susto no pasó a mayores. Justamente esa torre fue uno de los edificios sobrevivientes del terremoto del 85. Su cimentación —pionera en su tipo— le permite oscilar en sentido contrario a las ondas del temblor.

“Si se cae la Torre Latinoamericana, se destruye la ciudad”, considera Víctor Hugo Ariceaga, el ingeniero encargado del mantenimiento de este edificio. Además, reconoce que hay muchos mitos en torno a la construcción: “No existen resortes ni gatos hidraúlicos en los pilotes” de la torre Latinoamericana.

Para mezclar las vivencias de aquellos años y rememorar la transformación de la ciudad a raíz del sismo, Rafael Pérez Gay, cronista de Guardia de EL UNIVERSAL y Carlos Villasana, poseedor de una gran colección de fotografías antiguas del Distrito Federal (conocida en Twitter como La Ciudad de México en el Tiempo) unieron esfuerzos.

Gracias a ello, los lectores de este diario podrán recordar cómo era la ciudad antes de aquel 19 de septiembre de 1985; su destrucción como consecuencia del sismo y la imagen que actualmente nos regala.



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