En Santiago, la policía tiene identificadas al menos cinco áreas de narcotráfico “duro”, en muchas ocasiones, de alta complejidad para realizar intervenciones de control.

Aun cuando en el ámbito oficial, los Carabineros (policía oficial de Chile) aseguran que no existen en el país espacios donde no entran sus efectivos, la realidad es otra.

Históricamente, la población La Legua, sector sur de la Región Metropolitana, ha marcado la pauta de los grupos de tráfico.

En su corazón, se enquistaron bandas organizadas y temidas. El narcomenudeo, en este caso, explican desde el OS-7 (unidad especializada en drogas de Carabineros), se da en los entornos de esa población actualmente intervenida policial y socialmente.

Le siguen, como zonas con influencia del narcotráfico, las poblaciones La Victoria, Santa Adriana, El Castillo y La Pincoya.

Las dos primeras también están bajo un régimen de intervención policial, pero no tan radical como en La Legua.

En todas estas zonas, las principales drogas vendidas al menudeo en esquinas y algunas casas usadas de pantalla para tales efectos son la pasta base, clorhidrato de cocaína y mariguana prensada paraguaya.

Además, existe un circuito de tráfico de armas de puño.

El OS-7 realiza, al año, en promedio, de 3 mil a 4 mil intervenciones u operativos específicamente contra el narcomenudeo.

A nivel nacional, según un estudio de consumo entre jóvenes, de entre 19 y 25 años del edad del Senda (Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol), el clorhidrato de cocaína y la mariguana son de las drogas más consumidas.

Aunque los niveles de consumo de la primera sustancia se mantienen, en el caso de la segunda, la tendencia a la baja en su consumo se está revirtiendo.