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El barrio de Tepito sumará tres comedores comunitarios, después de que ayer abrió el segundo y próximamente podría ser inaugurado un tercero, como parte de las acciones sociales que el gobierno de la ciudad realiza en la zona, informó la secretaria de Desarrollo Social del DF, Rosa Icela Rodríguez.

En su visita semanal al Barrio Bravo, la funcionaria capitalina inauguró ayer un nuevo comedor administrado por vecinos y en el que la comida costará 10 pesos, en la calle de Jesús Carranza, en la colonia Morelos de la delegación Cuauhtémoc.

Ese comedor beneficiará principalmente a adultos mayores de la zona.

Rodríguez explicó que “una de las 10 acciones sociales en la zona es la implementación de comedores. No se trata sólo de la comida, sino lo que conlleva: diversos apoyos. Aquí habrá talleres para prevenir el cáncer de mama y la violencia; se trata de la suma de programas”.

Además, dijo que lo más importante es la participación ciudadana para recuperar el tejido social: “Son los vecinos quienes preparan las comidas, los que hacen la asamblea y el gobierno les ayuda, pero el trabajo completamente es de los vecinos”.

En la zona había sólo un comedor comunitario y uno público; la cifra se duplicará en próximas semanas.

Cada uno de los comedores tiene capacidad para repartir cerca de 200 comidas al día. En todo el DF se reparten, al día, 37 mil comidas a 10 pesos, recurso con el cual, los administradores adquieren los alimentos perecederos, mientras que el gobierno de la ciudad les aporta los ingredientes no perecederos.

En las 16 delegaciones hay 350 comedores de este tipo en colonias marginadas.

“Hay días en que no se come”

Para Lucía Moreno y Rosa Trejo, ambas adultas mayores, el comedor les ayudará a ahorrar y a alimentarse mejor, pues en el barrio, a veces, “hay muchas personas que no encuentran comedores”, dice doña Rosa.

El señor Pascual Ortiz termina de comer su pieza de pollo con mole y arroz y dice que la idea de un comedor comunitario en su barrio está bien, porque el comercio tradicional, que es la venta de cosas usadas, “ya no es rentable”.

“En el barrio hay temporadas en que se come y temporadas en las que no, usted puede preguntarle a los comerciantes, hay veces que venden y otras que no”, dice.

Explica que “la extensión de los lugares donde se venden o reciclan cosas de medio uso o casi inservibles, cada vez es más extensa. Cada vez hay más tianguis. Viene la ropa de paca y ¿qué vestimos? Ropa que ya ni como paca podemos comprar, ni vender”.

Además, considera que es necesario atender los prostíbulos de las calles de Jesús Carranza, Libertad y Brasil. “Ahí está todavía el problema de los lupanares”, señala el hombre de 76 años que vivió y creció en ese barrio.