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“Faltaban como 50 centímetros para que el agua llegara al techo”, recuerda uno de los trabajadores de la Central de Muebles Santa Martha. El joven se refiere a un amplio sótano usado como bodega.

Roperos, antecomedores, televisores, estufas, salas, mucha mercancía quedó inservible. Los electrónicos aún en sus cajas flotando y los muebles sumergidos.

“Una lluvia como ésta no se prevé pero esto (la inundación) ocurre porque no hay un buen drenaje, ¿quién nos va a pagar las pérdidas”, critica María, encargada por 31 años de este negocio, quien espera hacer válido un seguro para recuperar los muebles. “No sé si con lo que pasó me lo hagan valer”, comenta la mujer.

Todos los muros de la calle Morelos quedaron marcados por la humedad de una inundación que alcanzó 1.5 metros de altura en la calle y tanta agua aboyó un zaguán trasero de la mueblería. “El agua dobló la puerta y por ahí se metió”, dice Miguel Tienda, otro trabajador del establecimiento.

Ese zaguán había sido tapado con una barda de un metro de alto, por las inundaciones en años anteriores, pero la barrera resultó inservible el viernes.

“No sé qué haremos... una venta de remate, vender al precio o a menos de lo que costó”, dice María.