Chicxulub: viaje al centro de la Tierra

Ha sido difícil documentar los llamados cráteres de impacto, pues su registro está modificado. (Foto: Archivo EL UNIVERSAL )
La huella más clara de los impactos de objetos que cruzan la órbita de los planetas, está al alcance de nuestros ojos.
El conejo que parece haber sido tallado sobre la superficie lunar, es el resultado de colisiones que han marcado al satélite con un dibujo que parece rendir un discreto homenaje a la vida en la Tierra.
De hecho, el surgimiento de la Luna es resultado del choque que sufrió nuestro planeta, en sus etapas tempranas, con un cuerpo del tamaño de Marte.
El doctor Jaime Urrutia Fucugauchi, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM y presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), señala que estos impactos moldean las superficies planetarias y forman parte de las preguntas fundamentales sobre la evolución del planeta y el Sistema Solar.
Es por esto que su estudio se ha convertido en uno de los platos fuertes de la ciencia en los últimos tiempos.
En este sentido, la península de Yucatán es un imán de investigadores de todo el mundo, desde que en los 70 se detectó un cráter generado por el impacto de un meteorito cerca de la población de Chicxulub y que se presume fue una de las principales causas de la extinción de 75% de las especies de seres vivos que habitaban la Tierra hace 66 millones de años, desde grandes vertebrados hasta microorganismos.
El especialista explica que en el caso de la Tierra, la erosión tiende a borrar el registro de los impactos. La acción del viento, la lluvia, así como de la actividad tectónica y volcánica, tiende a borrar estas huellas.
"Incluso los grandes rasgos de la Tierra, como los de cadenas montañosas como el Himalaya, van a quedar reducidos a planicies, producto de la erosión".
Es así que ha sido difícil documentar los llamados cráteres de impacto, pues su registro está modificado.
"De los grandes cráteres, de los que se conocen como multianillo, sólo tenemos tres ejemplos: en Canadá, África del Sur y México. Los que se encuentran fuera de nuestro país son muy viejos, se crearon hacen 2 mil millones de años, y están muy modificados; entonces resulta que Chicxulub, es el único cráter grande que se puede estudiar, lo que lo convierte en el único lugar en el mundo que se puede usar para entender cómo se forman y cuáles son los efectos en la dinámica del impacto", señala enfatizando otra característica que ha ayudado a preservarlo: la poca actividad tectónica en esa zona.
Hasta el fondo
Urrutia señala que a pesar de que el impacto que dio origen al cráter de Chicxulub es pequeño, comparado a otros observados en la Luna o en Marte, es el más grande documentado en los últimos mil 500 millones de años y con un fuerte efecto en los sistemas de soporte de vida del planeta.
Hasta el momento se registran 13 pozos de excavación en la zona que se han utilizado para diferentes estudios a lo largo de la historia de este lugar.
Todos estos, se encuentran en la parte terrestre del cráter, pero su diámetro, calculado en alrededor de 200 kilómetros, también se extiende al mar.
El interés científico por también estudiar su parte marina se había mantenido latente, pero no se había podido concretar por la falta de recursos, ya que una exploración en el mar, multiplica 10 veces los costos, además de que suben de nivel las complicaciones técnicas.
El experto señala que para instalar la plataforma de perforación se requiere la realización de un estudio de cimentaciones, tal como si se hiciera un edificio de muchos pisos, pero con la dificultad de que el edificio hipotético estará en el mar.
"Durante varios años se había buscado el apoyo económico para hacerlo y finalmente se obtuvo el apoyo del Programa Internacional para el Descubrimiento de los Océanos. Esta organización está poniendo 10 millones de dólares para la parte del montaje de plataforma y perforación, más apoyos adicionales para los estudios de geofísica marina y otras investigaciones en laboratorios. El año pasado nos gastamos alrededor de un millón y medio de dólares en indagaciones marinas de la zona y tenemos otra cifra igual para continuar los estudios".
Reconocido como Expedición 364 Cráter de Chicxulub K-Pg, este proyecto cuenta con la participación del Instituto de Geofísica de la UNAM.
Esta parte está encabezada por la doctora Ligia Pérez Cruz y codirigida por el doctor Urrutia. Pero el abanico de instituciones participantes trasciende fronteras, por ejemplo, el Servicio Geológico Británico está encargado de la parte operativa.
También se incluye la participación de la Universidad de Tokio, el Colegio Imperial de Londres, la Universidad de Texas y la Universidad de Zaragoza en España, entre otras.
Muchas preguntas por responder
"En el proyecto tenemos varios objetivos, pero hay dos que vale la pena resaltar. Uno está dirigido a estudiar parte de la estructura del cráter para analizar su formación. Para esto queremos perforar lo que se conoce como la cadena de montañas anular. Una estructura similar se puede ver en los cráteres en la luna, pero este es el único lugar en la Tierra que lo tiene", señala el geofísico y agrega que otra parte importante del estudio, es la vinculada a la evolución de la vida.
Para esta investigación una fuente de información clave, será la parte más alta del cráter, pues es el lugar donde hay menos material de deslave.
"Según los estudios hechos el año pasado, hay muchas posibilidades de que los sedimentos que encontremos sean los primeros depositados, entonces tendríamos la posibilidad de analizar cómo se recobró la vida en la zona de impacto".
Estas indagaciones ofrecerán un panorama interesante de microbiología, de las comunidades microbianas que existen en las rocas a gran profundidad y que pueden ofrecer pistas sobre cómo se fue recuperando la vida en relación con diferentes factores, por ejemplo los cambios de clima.
"En la época de los dinosaurios, el clima era muy cálido, no teníamos casquetes polares y casi no había gradiente latitudinal de los cinturones tropicales. Por otra parte, las corrientes oceánicas tenían menor intensidad y esto cambió a partir de ese momento. Las condiciones climáticas se volvieron más frías hasta que eventualmente culminaron con las glaciaciones, con la formación de casquetes en el ártico y en el antártico. Existe la posibilidad de la recuperación del registro paleoclimático de todos estos cambios", señala y destaca que esto también ofrecerá información sobre cómo fue emergiendo la península de Yucatán.
Desde hace varios años se realizan en la zona estudios indirectos de propiedades físicas y geoquímicas, entre otros. El año pasado se realizaron perforaciones a 44 kilómetros al noroeste de Puerto Progreso para recolección de muestras y realización de estudios magnéticos para detectar estructuras que puedan complicar los trabajos de perforación, como cavernas.
Los estudios preparatorios se siguen realizando y se espera que a finales de año se coloque la plataforma para iniciar las perforaciones a inicios del 2016.
La exploración será realizada con la tecnología de la industria petrolera, lo que representa varios retos con el manejo de equipo.
"La perforación de núcleos es complicada porque en ocasiones la roca está menos consolidada o las barrenas se pueden atorar. También el trabajo en la parte marina, exige más cuidado en la parte ambiental. Hay que tener medidas de seguridad muy establecidas, desde dentro de la plataforma hasta en los barcos de investigación que estarán tomando datos".
El debate sobre si fue precisamente este meteorito en que generó la extinción de muchas especies, incluidos los dinosaurios, se ha mantenido sobre la mesa, pero la evidencia parece ser cada vez más fuerte, apoyada en las nuevas técnicas de datación.
"El problema principal es determinar con claridad la edad y cronología de los eventos. Estamos hablando de algo que pasó hace 66 millones de años. Con una incertidumbre de 1%, hablamos de 660 mil años, donde caben muchísimos eventos. La parte de la extinción tiene un periodo corto, por eso siguen apareciendo objeciones a la teoría del impacto".
Sin embargo, el investigador señala que el año pasado, usando nuevos métodos de fechamiento, la incertidumbre se redujo a 25 mil años, lo que ya acerca mucho el evento en la escala geológica. "También tenemos evidencia directa en la parte de las extinciones, con núcleos de perforación del Atlántico que cruzan estas edades, así como parte del material roto en el impacto", señala y agrega que también hay evidencias tangibles del material quemado de la bola de fuego y otro que da cuenta del vacío provocado por la extinción.
"Esa parte de la evidencia es muy contundente. Si no se provocó la gran extinción, entonces qué fue lo que paso para haber esa relación tan directa entre el material del impacto y el registro fósil".
"El interés es continuar estudiando cómo reaccionan los ecosistemas cuando hay una desaparición tan alta de especies, cuánto tiempo tardan en poderse recuperar, bajo qué condiciones hay esta recuperación, por qué algunos lo logran y otros no. También abre las posibilidades de estudiar cómo es la biodiversidad y de qué manera se generan nuevas especies", señala Urrutia sobre el abanico que brinda este laboratorio natural que ahora parece abrir una nueva época de descubrimientos que se esconden bajo el lecho marino.
kal





