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Contaminación atmosférica, veneno letal

Berenice González Durand| El Universal
00:10Lunes 30 de junio de 2014

El 17 de octubre del 2013, la IARC clasificó a la contaminación del aire como carcinógeno para los seres humanos. (Foto: Especial )

Cada día se suman más evidencias científicas sobre la contaminación atmosférica, como el daño al ADN, factor que propicia el desarrollo de diversos tipos de cáncer

La lucha contra un enemigo invisible no es cosa fácil, aunque en este caso los golpes cada vez más evidentes del oponente empiezan a delinear su rostro. "Desde dolor de cabeza, irritación de ojos, nariz y garganta; o bien, enfermedades respiratorias, problemas cardiovasculares, arteriosclerosis; hasta efectos mutagénicos, teratogénicos, cancerígenos y la muerte".

Así enumera el doctor Omar Amador Muñoz, integrante del equipo de Mutagénesis Ambiental del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA-UNAM), los principales efectos de la contaminación atmosférica en la salud.

El investigador, quien actualmente se encuentra realizando un post- doctorado en Química Atmosférica en el Departamento de Manejo y Política de las Ciencias Ambientales de la Universidad de California en Berkeley, señala que las partículas menores a 2.5 micrómetros (100 veces más delgadas que un cabello humano), conocidas como PM 2.5 son las más peligrosas. 

Mediante tres casos de estudio, el doctor Muñoz ejemplifica los posibles efectos mutagénicos, teratogénicos y cancerígenos de las partículas. Los dos primeros están relacionados con contaminantes orgánicos y metales, mientras que el tercer caso está basado en la presencia de contaminantes gaseosos.

"Los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) y sus nitro derivados son compuestos clasificados por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) como probables cancerígenos. También tienen efectos sobre el sistema reproductor y reducen el coeficiente intelectual", señala el doctor Muñoz, quien explica que estos compuestos se encuentran esparcidos en el aire porque están ligados a los procesos de combustión, como la quema de carbón, gasolina o diesel, así como al humo de tabaco y la quema de basura.

"Nuestro grupo demostró su distribución espacial y temporal en el Valle de México durante varios años, así como sus efectos mutagénicos en diversos sistemas biológicos de prueba", comenta.

Su equipo publicó este año un artículo en colaboración con el grupo de la doctora Ofelia Morton, del Instituto de Geofísica-UNAM, en el que se determina que en la Ciudad de México existe una concentración de platino 20 veces mayor que hace 20 años y casi cuatro veces más grande que hace 10 años.

"Este aumento se debe al incremento en el número de vehículos con convertidores catalíticos. Actualmente no se conocen los efectos del platino en el hombre. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que tanto los HAP como el platino fueron determinados en las PM 2.5, las partículas que alcanzan los alveolos pulmonares", puntualiza.

"El benceno y el tolueno presentes en forma de gas en el aire debido a su volatilidad, se encuentran en las pinturas y gasolina. El primero tiene efectos carcinogénicos, mientras el segundo ataca el sistema nervioso y puede provocar defectos en los recién nacidos. Ambos se encuentran ampliamente distribuidos en el aire del Valle de México. Algunos grupos de investigación, como el del doctor Gerardo Ruíz del CCA y el Sistema de Monitoreo Atmosférico del Gobierno del DF, evalúan su concentración y otros contaminantes orgánicos volátiles".

Sustancias cancerígenas

El 17 de octubre del 2013, la IARC clasificó a la contaminación del aire como carcinógeno para los seres humanos. "Asignó a este tipo de contaminación al Grupo 1, de los cuatro que existen, que es donde se encuentran las sustancias con suficiente evidencia científica para ser consideradas como cancerígenas", señala el investigador y agrega que esta clasificación se basó tras una detallada revisión de alrededor de mil  artículos científicos, que demostraron que la exposición al aire contaminado causa cáncer de pulmón.

Por su parte, la doctora Claudia María García Cuellar, subdirectora de Investigación Básica del Instituto de Cancerología (INCan) y jefa del Laboratorio de Carcinogénesis y Medio Ambiente, señala que desde hace dos décadas se hacen estudios en el INCan sobre los probables efectos de la contaminación atmosférica en modelos animales y celulares, buscando marcadores que indiquen factores de riesgo de cáncer no sólo en pulmón, el más obvio, también en vejiga y mama.

García Cuellar señala que hablar de contaminantes en el aire es un asunto muy complejo. 

"Estamos hablando de una mezcla en el ambiente en donde tenemos de manera muy sintetizada: metales, hidrocarburos policíclicos aromáticos, compuestos orgánicos volátiles y compuestos biológicos, como endotoxinas, que actúan todos en conjunto.

Dentro de los contaminantes del aire hay diversos compuestos que por sí solos son carcinogénicos, pero en la mezcla no sabemos exactamente cómo actúan, pues se da lo que conocemos como sinergismos o antagonismos", señala la especialista, sin embargo existen trabajos epidemiológicos en donde se van discriminando factores y mediante los cuales se va logrando atribuir los efectos al tipo de contaminante considerado como factor de riesgo", señala la investigadora.

En el INCan, además del laboratorio dirigido por la doctora García Cuellar, existen otros dos laboratorios encargados de estudiar la relación de los contaminantes atmosféricos con el cáncer: el Laboratorio de Epigenética y Medio Ambiente, a cargo de la doctora Yesenia Sánchez; y el Laboratorio de Toxicología Ambiental, coordinado por el doctor Ernesto Alfaro.

La doctora García Cuellar señala que uno de los hallazgos más importantes de los laboratorios tiene que ver con el impacto que tienen las partículas suspendidas en el daño al ADN como factor importante en el desarrollo de cánceres. La especialista explica que las partículas en el aire son capaces de inducir el llamado estrés oxidante y alrededor de este ocurre lo que se reconoce como daño oxidativo. 

"Generalmente las células tienen mecanismos de reparación de ese daño, pero hemos encontrado que cuando las partículas suspendidas inducen daño a las moléculas, las células no se defienden adecuadamente, es decir, se afectan sus mecanismos de reparación", señala y apunta que esto tiene un potencial carcinogénico sobre todo en personas en donde puede haber una enfermedad preexistente. 

La especialista explica que hay grupos que son más susceptibles como las personas de la tercer edad y los niños, de hecho existen hipótesis, como las del doctor Alvaro Osornio, uno de los precursores de estos estudios en el Instituto, que dice que los cánceres en niños, como las leucemias, tienen mayor incidencia en zonas urbanas con contaminación atmosférica.

Los retos científicos siguen siendo lograr empatar los estudios epidemiológicos con los estudios toxicológicos y generar estudios cada vez más específicos para generar evidencias contundentes en torno al cáncer, pero paulatinamente se van logrando pistas científicas de esta relación intrínseca entre cáncer y contaminación atmosférica que ha permitido hacer partícipes a los científicos en la toma de decisiones sobre políticas de salud ambiental, como la discusión en torno a las normas para los niveles de partículas suspendidas en el aire.

El doctor Muñoz señala que es un hecho que los estudios científicos han confirmado que la contaminación del aire es considerada actualmente como el riesgo a la salud, de tipo ambiental, más grande del mundo. "Pero lo que también es un hecho, es que si la contaminación disminuye, se salvarán millones de vidas en el futuro", señala y agrega que es necesario emplear fuentes de energía diferentes a la petrogénica y mejorar las tecnologías, pero además empezar por lo básico: enfatizar la educación sobre temas ambientales. El reconocimiento de lo aparentemente obvio, de pronto se puede convertir en una cuestión de vida o muerte.

 

kal 



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