1968 Con la 'v' de venceremos y el silencio como arma
Nunca tantos pusieron tanta decisión al aplaudir y alentar desde las aceras a una manifestación de repudio al gobierno, como el 13 de septiembre de 1968, cuando el movimiento estudiantil utilizó un arma nueva, que resultó muy poderosa, el silencio.
Muchos que recuerdan esa tarde, la 53 del conflicto, aseguran que la indignación de la gente, expresada en orden, o sea, sin violencia, puso contra la pared al gobierno, el cual, sin embargo, se negaría a satisfacer las demandas de cientos de miles, pues así defendía su concepto del principio de autoridad, tan caro en la época.
El silencio en la marcha fue estricto. Y la ciudad se volcó en su ruta. Eran ellos, los muchachos contra el sistema. Con los brazos en alto y con los dedos de la mano en "V" representaban la expresión de "venceremos".
Fue la tercera gran manifestación del movimiento estudiantil que llenó el Zócalo, y la última de grandes proporciones, y tuvo un impacto que trascendió fronteras; mantuvo a raya policías, soldados, provocadores, que eran el ajonjolí de todos los mítines.
Para un mes adelante, se esperaba la realización de los Juegos Olímpicos de México 68 y, sin embargo, el conflicto no tenía siquiera una vía tentativa de solución, por lo que el Consejo Nacional de Huelga (CNH) reiteró que su movimiento carecía de motivos contra el evento internacional.
La noche del 15, fue de fiesta de "El Grito", en la Ciudad Universitaria, así como en Zacatenco, pero bajo la sombra de las columnas del Ejército y de agentes que cateaban domicilios, intimidaban y perseguía activistas.
Fausto Trejo, del Consejo de Profersores, por el Politécnico, iba a dar "El Grito" en Zacatenco, pero retornó a CU, al toparse con un cerco militar en San Ángel. Escuchó los "¡Viva México!", en voz de Heberto Castillo, en una noche festiva, plena de alegría.
Sergio Zermeño, en "México, una democracia utópica; el movimiento estudiantil del 68", destaca que al día siguiente de la manifestación silenciosa, la Secretaría de Gobernación aceptó el diálogo por escrito, con difusión pública de los textos.
Zermeño narra que Gobernación se refirió a los Juegos Olímpicos:
"En caso de que su intención (de los estudiantes) sea amenazar (los juegos) con actos que tiendan a impedirlos o estorbarlos, reitero la decisión del gobierno de hacer uso de los recursos legales para que puedan efectuarse normalmente".
Esos "recursos legales", los había mencionado el Presidente, en su Informe: utilizar a las fuerzas armadas.
Además, Gobernación resaltó "el derecho que tiene el pueblo de México" para llevar a cabo el evento deportivo internacional, "y lograr que cumpla con decoro el compromiso que libremente contrajo".
Gobernación antepuso los Juegos Olímpicos, al pliego petitorio (no al delito de disolución social, excarcelar presos políticos y estudiantes, destitución de jefes policíacos), y en reacción el CNH se alejó de la zona de negociación, el día 17, al resolver proseguir la huelga universitaria, justificó, por "compromiso con el pueblo".
Entre el 13 y el 17 de septiembre, pareció de reducción de los márgenes de maniobra política. A esos días lo que siguió fue el desenlace de la fuerza: la ocupación militar de las casas de estudio y la matanza de Tlatelolco.
Lo que en las calles era un triunfo moral, en la dinámica política fue una férrea oposición del CNH a negociar y atender los llamados de las autoridades educativas (como de la Preparatoria) a reanudar clases.
Unos creían que el movimiento "ha despertado al pueblo", cuando estaban por llegar días de infierno.
Aquella capacidad de organizar movilizaciones; de creatividad en la expresión de la causa, como la de protestar sin voces, después de haber gritado tanto (que fue idea de Raúl Álvarez Garín y Gilberto Guevara Niebla), también tuvo expresiones que sólo podían ser leídas en el gobierno como un desafío: "Venceremos".
Los jóvenes marchaban acompañados. Sus padres, hermanos, así como trabajadores sindicalizados, y burócratas de las filas bajo control del PRI, robustecían la protesta, pero también una creencia de que los estudiantes portaban el estandarte popular.
Uno de los dirigentes del CNH, Ángel Verdugo, de Ciencias Físico-Matemáticas del Politécnico comenta que en el movimiento había una inmadurez que impidió aprovechar, entre agosto y septiembre, dar forma a una organización nacional sobre la base del CNH y conducirla fuera de la violencia que los perseguía. Los jóvenes del 68, expresa, perdieron la oportunidad de construir.
Observa que el segmento estudiantil de la sociedad, en cualquier país del mundo, "nunca ha hecho una revolución". En el caso de México, lo que más contribuyó al cambio democrático fue la apertura comercial de files del siglo 20, no la movilización de los jóvenes, ni la vía armada posterior.
Es más, el conflicto del 68 en su tiempo pareció un accidente, pues a los cinco años de aquellas jornadas, ya nadie se acordaba, hasta que fue visto como "un nicho qué explotar". Y es cuando sobre esas historias, entre 1983, 1988, empieza el mito, dice Ángel Verdugo, quien estuvo preso en Lecumberri por su activismo en el movimiento.
Aquél 1968, que había empezado como año de la paz, en septiembre ya era "año de la represión", como lo denunciaban las brigadas informativas de los jóvenes, que con sus pintas, sólo con eso, se exponían a ser reos del delito de disolución social, el cual abarcaba el "difundir ideas que perturben el orden público".
Cuando Heberto Castillo dio "El Grito", en la explanada frente a Rectoría de la Ciudad Universitaria, los activistas del movimiento, de hecho tenían su cuartel en el campus.
Los comités de lucha de cada facultad mantenían en su poder los edificios, en los que guardaban sus materiales de propaganda. Versiones policíacas darían informes de que se contaba con provisiones de bombas de gasolina (Molotov).
El movimiento, que practicó de manera intensa las reuniones de asamblea, como espacio de decisión por mayoría, se había acomodado, en los auditorios de Filosofía, Ciencias, Medicina, principalmente. Habían designado espacio al agrupamiento de padres de familia, así como de profesores, a fin de que tuvieran sus deliberaciones propias.
La inasistencia de Trejo en Zacatenco, fue sustituida por el profesor Manuel Gutiérrez Vázquez, quien dio "El Grito" a Politécnicos que tuvieron su última fiesta, antes de la ocupación militar de la siguiente semana.
En esas fechas, el CNH tomaba otra resolución, que daba idea de su perspectiva de larga movilización de larga duración. Las brigadas informativas, que habían servido de enlace relámpago con el público, cambiarían de objetivo, para abocarse a "la organización del pueblo", como refiere Zermeño en su crónica del 68.
El horizonte presagiaba tormenta.
cgb