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Apoyaron los Bush a Enrique Fuentes León

Eduardo Valle| El Universal
Martes 09 de noviembre de 1999
Consideró el gobierno estadounidense ?injusta? una orden de arresto contra el abogado, por lo que intercedió ante autoridades mexicanas en favor de él

Un joven y exitoso empresario (de brillante porvenir y alocada juventud), se reúne con un buen amigo y con un amigo de su amigo, un notable abogado mexicano a quien el gobierno de su país persigue. De inmediato, el abogado capta la simpatía del empresario y éste llama por teléfono a su muy experimentado padre para buscar orientación. Éste la ofrece y se redacta una carta, la cual es respondida ?por instrucciones del padre del empresario? en forma cortés y comedida por un hombre especializado en asuntos mexicanos. ¿Cuál es el problema? ¿Hay problema?

De otra manera, veamos. Tino habló por teléfono con George W. y le dijo que un excelente amigo mexicano tenía problemas. George W. los citó a los dos (a Tino y al amigo Enrique), en las oficinas del equipo de beisbol que George W. dirigía. Ahí, Tino le explicó a George W. que el gobierno mexicano tenía una orden de arresto contra Enrique, por un cargo de cohecho. Una acusación falsa, por supuesto. Era de hecho una persecución política contra Enrique. Indignado con esta nueva injusticia del gobierno mexicano, George W. llamó de inmediato a su papá, también llamado George. El papá le dijo al hijo que Tino redactase una carta dirigida a George W. y la enviasen al domicilio del papá. Cuando esta carta llegó al escritorio del papá de George W., éste la hizo llegar a una oficina especializada en asuntos mexicanos. Y le pidió al responsable de esa oficina, de nombre Richard, la respondiese.

¿Cuál es el problema, hay problema? Richard dio respuesta atenta e institucional a la carta de Tino, y Tino la recibió en su domicilio en San Antonio. ¿Algún problema? Bueno, si George W. era un ciudadano común y el papá George era otro ciudadano común, y Richard era sólo otro experto, en asuntos mexicanos, no pareciera presentarse problema alguno. Más aún cuando Richard dio una respuesta institucional a la carta de Tino.

Pero si George W. es George W. Bush, hoy gobernador de Texas y precandidato favorito de los republicanos a la Casa Blanca, el papá George es George Bush, en aquellos días, presidente de Estados Unidos y Richard, el ?especialista?, es Richard Howard, director de la oficina de asuntos mexicanos (Department of State, Washington, D.C., 20520, ARA/MEX 4528) y el notable abogado es un hombre que cohechó a un ministro de la Suprema Corte mexicana y a dos jueces, para lograr la excarcelación del asesino y violador de una niña de seis años ?es decir, si el abogado se llama Enrique Fuentes León? entonces, quizá podría presentarse algún problema. Un ciudadano de Estados Unidos ?no era funcionario público, nada más el principal accionista y gerente de los ?Rangers? de Texas? se entera de un problema concerniente a un ciudadano mexicano. Entonces, informa a su padre presidente de Estados Unidos? y éste le pide al director de una oficina, diplomática oriente al amigo de su hijo. Que Fuentes León ahora esté en la cárcel en la ciudad de México, como uno de los presuntos responsables del secuestro y desaparición de la bailarina y escritora Nellie Campobello, desaparecida desde 1985, esto, claro, no tiene que ver nada con los Bush ?padre e hijo? afirmarán sus múltiples simpatizantes.



Red de protección

El domingo 22 de octubre de 1998, en ?Panorama Norteamericano? de ?EL UNIVERSAL? se publicó ?Uno de los hijos del presidente?. Ahí se detalló el caso Fuentes León y la gigantesca y eficaz red de protección que Fuentes León había construido en Texas, la cual integraba al entonces senador Lloyd Bentsen (luego responsable, con Bill Clinton, del Departamento del Tesoro), a la tesorera de Estados Unidos, Catalina Vásquez Villalpando (encarcelada posteriormente por delitos federales), al todavía hoy representante federal Solomon Ortíz y a muchos más notables abogados y ciudadanos de Estados Unidos, como José Martínez y ?Lencho? Rendón. El 10 de diciembre de 1991, el abogado Jack Pytel se dirigió a la señora Trudy Hays, de la oficina de asuntos internacionales del Departamento de Justicia. Le enviaba una declaración de Fuentes León al Departamento de Justicia, una copia de declaración hecha ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos y un artículo de prensa.

La declaración del notable abogado, quien presumía ser amigo cercano de Miguel de la Madrid, en su punto 10 dice: ?El embajador mexicano en Estados Unidos, su Excelencia, Gustavo Petriccioli, Esq., me conoce y está pendiente de mi caso. Diversas peticiones le fueron enviadas por distintos individuos y miembros de las comunidades hispano-parlantes en Texas. Uno de los hijos del presidente Bush ha sido notificado en persona y por escrito de todos los elementos de este caso. Una carta para este efecto le fue enviada por Tino Durán, presidente de la ?National Association of Hispanic Publications?. Fue respondida por Richard Howard, director de la oficina de asuntos mexicanos. La U.S. Chamber of Commerce, mediante sus representantes, también ha intervenido para proteger mis derechos?.

Y en efecto, debemos recordar, que Tino Durán, el 25 de septiembre de 1991, se dirigió por escrito a George W. Bush ?Jr? (sic), enviando la carta al 5950 Berkshire Lane en Dallas, Texas, solicitándole a ?Dear George?, como encabezó la carta, se comunicara con el embajador Petriccioli y con Jorge Carpizo para manifestar su sentimiento (de ?Dear George?, no de Tino) de ?protesta y disgusto? ante situaciones como la descrita en términos favorables para Fuentes León, las cuales ?afectan a nuestras comunidades?.

Bueno, ?Dear George? hizo algo mucho mejor: le entregó la carta a su padre y el presidente de Estados Unidos le pidió al director de la oficina de asuntos mexicanos en el Departamento de Estado respondiese a la carta de Tino Durán. En octubre de 1998 no conocíamos el texto exacto de ese escrito. Ahora podemos afirmar: el sello de correos en el sobre oficial del Departamento de Estado muestra: ?Washington, D.C., nov 13/91?. El papel tiene el símbolo del gobierno de Estados Unidos y el membrete del Departamento de Estado; la fecha es 6 de noviembre de 1991. Dice lo siguiente, en traducción libre del ingles: ?Estimado señor Durán; el Presidente (sic) me pidió respondiera a su carta relativa al alegado impropio arresto de tres personas en México. El gobierno de Estados Unidos se opone a las violaciones de derechos humanos donde ocurran y busca trabajar en el largo plazo para el fortalecimiento de la democracia. Cada año, el Departamento de Estado prepara un reporte de derechos humanos para el Congreso, donde se expone la situación en México. Oficiales de Estados Unidos discuten asuntos de derechos humanos en reuniones con representantes del gobierno mexicano. En relación con el caso mencionado por usted, la Comisión mexicana de Derechos Humanos conoce de estas quejas y está considerada en México como muy efectiva en sus esfuerzos. Nosotros le recomendamos se dirija directamente a la comisión en relación con el status de estas tres personas y entregue la información que tenga de estos casos. Usted puede hacer contacto con la comisión en la siguiente dirección: doctor Jorge Madrazo. Visitador. CNDH. Periférico Sur 3469. Colonia San Jerónimo Lídice. 10200, México, DF. Espero que esto apoye sus esfuerzos para ayudar a los individuos mencionados en su carta. Por favor, avísenos si podemos dar más asistencia?. Firma Richard Howard, ?Director. Office of Mexican Affairs?.

Jack Pytel le escribe a una funcionaria del Departamento de Justicia, cuando ya el Departamento de Estado le dijo a Tino Durán que ?El Presidente? (sic) pidió se diera respuesta a una misiva dirigida a ?Dear George?. Eso es para conmover a cualquier funcionario gubernamental. De cualquier gobierno. Línea directa con la Casa Blanca, gracias a ?Dear George?.

Ya sabemos que George W. Bush no desea responder a preguntas de determinados periodistas mexicanos. Y ahora sabemos que los voceros de ?Dear George? le dicen a los colegas de Estados Unidos que no hubo especiales consideraciones en el Departamento de Estado en este caso. Por supuesto, si no fuera por la exquisita frase casual ?El Presidente me pidió?, tendrían absoluta razón. La respuesta de Howard a la carta a ?Dear George? es casi 100 por ciento institucional. Casi, pero no 100 por ciento .



Intervención documentada

El precandidato republicano George W. Bush podrá alegar no recordar la reunión con Durán y Fuentes León; a lo mejor ?quien sabe? podrían decir los tres que ni existió. Y si se reunió fue con su amigo y con un notable abogado mexicano, quien afirmaba ser amigo del ex presidente Miguel de la Madrid. Y no hubo consideraciones especiales en el Departamento de Estado para Durán ni para Fuentes León. Pero lo cierto es que después de la intervención de los dos Bush (padre e hijo) ?y ésta intervención está documentada en el ?exhibit A-11? del proceso SA94-CR377 y SA94526M de la Corte Federal de San Antonio, ofrecido por los abogados de Fuentes León? este rico y poderoso criminal mexicano permaneció en total libertad por tres años en San Antonio, bailando en la discoteca que él y Manuel Pacheco, su socio ?el acusado en el proceso ?Choza Rica?, por ?lavado? de dinero? lo compraron a un señor Rogelio Gasca Jr. Y comiendo en los mejores clubes privados con financieros y políticos texanos. Y mexicanos. Y con otros personajes de nada dudosa reputación: sospechosos de narcotráfico y ?lavado? de dinero. Y enriqueciéndose de tal forma que aumentó su fortuna a (nada más) 30 millones de dólares declarados.

?Dear George?, el de la alocada juventud y brillante porvenir, presume de su amistad con México y los mexicanos. Como precandidato hasta presenta promocionales en español. Con estos amigos de precandidatos a la Casa Blanca, para qué queremos enemigos. Así nos fue con el apoyo de George W. y George Bush y el amigo de Durán. Imaginemos a George W. en la Casa Blanca; Fuentes León y Carlos Salinas de Gortari podrán circular nuevamente sin mayores problemas, de ningún tipo, por México. Otro caso más de precandidato con las ?manos limpias?. Al fin que Durán y Fuentes León no recibieron ninguna consideración especial. Con la primera frase y las últimas líneas del escrito de Richard Howard fue suficiente.



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