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Diego Luna, un "ángel explosivo"

CÉSAR HUERTA| El Universal
Domingo 22 de octubre de 2006
Prácticamente nació en el teatro y aprendió a leer al tener que memorizar sus parlamentos para una obra. Para Jesús Ochoa, Luna simplemente ´jala´. Desde pequeño fue muy independiente. "Lucha por lo que quiere", dice la madre de Gael García, uno de sus mejores amigos. Al jugar futbol tiene "la misma gracia que un avestruz" y es "malísimo"

Cuentan que Diego Luna aprendió a leer hasta que tuvo que memorizarse sus parlamentos en teatro, cuando apenas tenía unos 6 años. Dicen que fue a esa edad, en una puesta en escena titulada De película , de la que pocos se acuerdan, donde realizó su primer desnudo sobre el escenario.

A veces se escondía tras bambalinas, en el teatro donde trabajaba su padre, el escenógrafo Alejandro Luna, para ver los ensayos de la obra que estuviera presentándose.

Ahora a sus 26 años de edad, luego de estar dos de ellos dedicado frenéticamente al cine, haciendo lo mismo el papel de chofer de Orson Welles (Fade to black) que a un imitador de Michael Jackson (Mister lonely), Diego prepara su regreso a una de sus pasiones.

Junto con José María Yazpik, el histrión se encuentra en los ensayos de Festen, donde interpretará al hermano menor de una familia que se reúne para celebrar el cumpleaños 60 del patriarca, sin sospechar que algo terrible ocurrirá.

La puesta se estrenará el 2 de noviembre en el Centro Cultural Helénico, mismo lugar donde curiosamente, hace cinco años, estrenó la exitosa representación Las obras completas de William Shakespeare (abreviadas), su más reciente puesta en escena.

De esos años, Jesús Ochoa, amigo de Diego, recuerda cómo el actor ´se comía´ él solo al público.

"Él era verdaderamente explosivo, no es que quiera mostrarme soberbio, pero en teatro te ven siempre, con él al lado nadie te veía, tienes que desnudarte o pararte de cabeza, si no, no puedes combatir contra su talento y su carisma, ángel, duende o como quieras llamarle, simplemente ´jala´", cuenta Ochoa.

Ese carisma siempre lo ha sabido usar. En primaria, en lugar de saludar a sus maestras, se detenía para invitarlas a bailar.

Quizá esa ternura era debido a que desde muy pequeño Diego quedó huérfano de madre, pues tenía dos años cuando su progenitora Fiona Alexander, pintora, murió en un accidente automovilístico.

Su padre Alejandro Luna lo recuerda, ha dicho cada que se le pregunta de su hijo, como alguien independiente y autosuficiente. Se preparaba el desayuno y se iba solo a la escuela.

Pero cuando se veían, Diego era llevado al teatro donde se encontraba trabajando su padre y así tuvo los primeros acercamientos con ese arte.

Antonio Serrano, conocido director en el medio cinematográfico por sus cintas Sexo, pudor y lágrimas y La hija del caníbal, cuenta que en más de una ocasión Diego veía los ensayos en vivo.

"Estaba haciendo Doble cara, en un lugar del sur de la ciudad, y como era una cosa muy visual, como de cómic, con coches y explosiones, él estaba ahí, sentadito, viendo todo lo que pasaba".

* * *

Después de su paso en teatro logró ser contratado por la producción de El abuelo y yo, donde compartió créditos con Gael García, a quien conocía desde la cuna.

Con él llegó a formar un equipo de futbol, que participaba en una liga cuya sede estaba por la Alberca Olímpica.

Patricia Bernal, actriz y mamá de Gael, recuerda a Luna como un niño dulce.

"Lo conozco desde chiquito, es alguien que siempre está de buen humor y lucha por lo que quiere", dice Patricia.

Luego de su participación en la telenovela, Diego ligó su primera aparición en cine en el cortometraje El último fin de año, de Xavier Bourge, el cual fue condecorado con el Oscar Estudiantil en 1993.

Después obtuvo su primer protagónico en Un hilito de sangre, de Erwin Neumaier, en donde todavía se le veía al actor como un niño gordito.

Su incursión en el cine también le significó bajar de peso. Neumaier recuerda que antes de iniciar el rodaje de la cinta donde el actor interpretaría a un niño que viaja a Guadalajara en busca de una niña que le gustaba, lo mandó a correr durante un mes en los Viveros de Coyoacán, por donde entonces vivía.

Cuando se estrenó la cinta, en 1999, Diego ya lucía delgado y desde entonces comenzaba a delimitar lo que sería su eterna lucha por el cine mexicano.

"Lo importante es que se vea y la gente vea de qué mam... estamos hablando, qué historias se están tocando, lo importante es que se vea", comentó en aquella ocasión.

Al año siguiente protagonizaría Y tu mamá también, de Alfonso Cuarón y al lado de su hermano Gael, que lo catapultaría al estrellato internacional.

Gracias a la película viajó a los festivales de Cannes y Venecia, lugar último en el que se adjudicó junto, con su amigo el Premio Marcelo Mastroianni como actores juveniles.

"Además de ser un placer, es lo mejor que me podía haber pasado. Quiero compartir este premio con todos los que hicieron la película y dedicárselo a mi mamá", dijo Diego Luna tan pronto tuvo el premio en sus manos.

Hasta entonces Luna era la figura juvenil de la televisión mexicana, pues al lado de Gonzalo Vega y Rebecca Jones había protagonizado La vida en el espejo, dirigida por Antonio Serrano.

Su trabajo lo combinaba, además, con su pasión por el futbol, deporte en el que es seguidor acérrimo de los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Por un tiempo jugó en el club Andorra, de la Liga Madrid (rumbo del Ajusco), donde hizo equipo con los actores Martín Altomaro, Osvaldo Benavides y Juan Carlos Retes, y el cineasta Ángel Flores (Piedras verdes).

Ahí, ha contado Carlos Cuarón, guionista de Y tu mamá...: Diego mostraba la misma gracia que un avestruz corriendo sobre el campo, cada que traía el balón en sus pies.

Y esto lo secunda Jesús Ochoa, con quien se le podía ver los viernes en el Hard Rock Live, que se ubica frente al Auditorio Nacional, disfrutando de algunos tragos.

"La verdad, jugando futbol es malísimo, juega de delantero, pero él es buen actor", destaca.

En los juegos de mesa, Diego Luna se destaca en el dominó y el póker.

Y los martes, cuando podía, acompañaba a la banda para jugar beisbol en un campo del norte de la ciudad.

Ahora su trabajo como actor internacional lo ha alejado por un tiempo de esos placeres.

El mes pasado regresó a México para promover Sólo Dios sabe, de Carlos Bolado, su nueva película mexicana.

Y prometió quedarse al menos en lo que resta del año para enterarse, lejos de los noticiarios, de la situación política mexicana.

El sábado pasado estuvo en el Festival Internacional de Cine de Morelia para presentar la cinta Fade to black y dar inicio a la nueva etapa de Ambulante, proyecto que consiste en promover el documental en exhibición comercial.

"He estado fuera de mi país mucho tiempo, ahora quiero estar aquí los próximos meses", comentó Luna en entrevista con EL UNIVERSAL. Y el teatro le abre de nueva cuenta las puertas para ello.



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