[email protected]

En México, 68% de los jóvenes entre 16 y 24 años declararon haber sido víctimas de un delito, de acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la cifra más alta entre los países de la región.

Según el estudio Panorama Social de América Latina 2014, explica que otras regiones, como Chile, tuvieron porcentajes menores (35%) y Brasil (42%).

En México, 20% de los delitos reportados por jóvenes fueron con violencia. Ante el panorama que presenta nuestro país junto a otros de la región, la Cepal advierte que los avances que hay en el desarrollo de la juventud convive con altos entornos violentos para este grupo.

“Los escenarios de violencia actuales plantean la necesidad de considerar la existencia de una estrecha relación con los procesos de exclusión social, donde el vínculo entre violencia y contexto se retroalimenta, de modo que los entornos sociales, territoriales y familiares pueden llegar a propiciar resoluciones violentas en los jóvenes”.

Agrega que “en México, Perú, Bolivia y Colombia fue donde se registraron más actos delictivos con violencia y un mayor número de víctimas en general. Estos estudios muestran altas cifras de victimización, que indican que los jóvenes se insertan en sociedades en que la violencia está muy presente y que se encuentran fracturadas por la sensación de inseguridad y falta de sentimientos de solidaridad y cohesión”.

También señala que para el caso de El Salvador, Guatemala, Honduras y México, hasta el año 2000 eran los adultos de entre 30 y 44 años los que más se involucraban en actos de violencia, pero conforme el crimen ha ido creciendo, se han incorporado segmentos juveniles.

En algunos países, como los centroamericanos y México, los cárteles tienden cada vez más a usar a las pandillas para “subcontratar” sus servicios en actividades ligadas al plagio y al sicariato, sobre todo, en sus luchas, para las que deben reclutar más gente en poco tiempo y con menos recursos.

El papel que ha desempeñado el tráfico de cocaína en la región ha sido protagónico por su incidencia en los niveles de conflictividad y su efecto multiplicador de violencias, dice.