María y Dolores vs. Carlos Fuentes
El 27 de agosto de 1986 tuvo lugar el estreno de la obra teatral Orquídeas a la luz de la luna , de Carlos Fuentes, cuyo meollo dramático gira en torno de la supuesta etapa final de dos grandes mitos del cine: Dolores del Río y María Félix.
La representación escénica, a la que el público, básicamente el juvenil, le dio la espalda, se llevó a cabo en el Foro Isabelino, convocando principalmente al estudiantado de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Fuentes presenta en su obra a La Doña y a Dolores como dos mujeres pordioseras y olvidadas por el gran público, sobreviviendo miserablemente, harapientas e indigentes, en uno de los barrios más deprimentes de la ciudad de Los Ángeles, California. Convertidas en auténticas escorias humanas, de vida deleznable, muy lejos de la fama, la gloria, el oropel, la fastuosidad de las candilejas y el elogio inherente a la popularidad, pero también ajenas ya a un pasado prestigioso, plagado de elogios y digno de lauros y preseas.
El autor de La muerte de Artemio Cruz, quizá valiéndose de la gran amistad que le unía a las dos divas del teatro y el cine mexicano, varios años antes del estreno de su obra se atrevió inclusive a ofertarles su pieza escénica para que la representaran ellas mismas, en alguno de los teatros más importantes de la ciudad de México. Se puso en contacto con Dolores y María, les habló del proyecto y de su deseo de que fueran ambas las máximas exponentes de su obra dramática. Con toda seguridad les hizo llegar una copia de Orquídeas a la luz de la luna.
Ambas rechazaron tajantemente el proyecto escénico, aún más, se molestaron con el dramaturgo y literato que, hasta entonces, consideraban su amigo. Su idea no cristalizó.
Mario A. Campa, crítico teatral de EL UNIVERSAL, en su columna "Noche de teatro", escribió sus impresiones sobre el montaje de Orquídeas a la luz de la luna, después de verla la noche de estreno en el Foro Isabelino. El crítico indica que Carlos califica a sus "amigas", como "dos locas chicanas" que mantienen un diálogo motivado básicamente, por su deseo de saber si a esas alturas de su vida, aún son recordadas por el público que las vio triunfar; por la gente que las admiró y las ovacionó. ¿Nos recordarán?, se preguntan las estrellas fílmicas ya desgarbadas y de vida deplorante, de acuerdo al texto de Fuentes.
En su crónica, Campa subraya que Orquídeas a la luza de la luna suena a música de Agustín Lara "con voz ronca de La Doña y añoranzas de rostros tersos que la vida convierte en pergaminos".
Dos actores travestis se encargaron de hacer los papeles de las luminarias venidas a menos, Alexandro Celia caracterizó a La Doña y Juan Jacobo Hernández a La Dolores. El crítico afirma que ambos "crean" con su actuación a los únicos dos personajes en escena, "no los imitan". La poca gente, la escasa concurrencia "aplaudió el desempeño escénico". Descriptivo y demoledor en su comentario, Campa, dice que "la gente olvida y ni siquiera se preocupa por imaginar quiénes estaban detrás del maquillaje y el vestuario". De la misma manera subraya que la obra "se come al escenario, demasiado dos actores para tan poco Foro Isabelino".
¿Cuál fue la reacción de las estrellas mexicanas ante lo escrito por Carlos Fuentes y lo visto en el Foro Isabelino? Una, María Félix, montó en cólera. La otra, Dolores del Río, fue más diplomática pero al mismo tiempo avasalladora con sus punzantes afirmaciones.
Hay que precisar que en aquel momento, agosto de 1986, no dijeron nada. Cero respuesta a la propuesta del dramaturgo "amigo" y mucho menos, comentario alguno al fracasado estreno de la obra.
Varios años después, se supo la opinión de una y otra por conductos totalmente distintos sobre lo que les indignó. María Félix lo expuso en su libro Todas mis guerras en el tomo III y la inolvidable protagonista de María Candelaria, nos lo reveló directamente a nosotros en su departamento de Balboa Beach, California, un año antes de su deceso.
Decepción y rechazo
Como ya lo dijimos, aunque el estreno de Orquídeas a la luz de la luna tuvo lugar hasta 1986, Fuentes la escribió varios años antes. Dolores del Río se refirió al caso en marzo de 1982 y María Félix lo abordó hasta 1993.
La Doña , quien se mostró en los 60 como una gran amiga del escritor, señala en su autobiografía que al principio tuvo muy buenas relaciones con Fuentes, "después me decepcionó. En París nos divertíamos y nos carcajeamos juntos, luego conocí su parte femenina, su corazón de mujer. Lo que no esperaba era que tratara de brillar a mi costa".
Adelante entra de lleno a su opinión sobre Orquídeas a la luz de la luna señalando que "a Fuentes le gusta provocar a grandes figuras para que alguien lo ataque y él salga beneficiado con el escándalo. Por eso me quedé callada cuando sacó esa porquería de Orquídeas a la luz de la luna, donde nos insulta a Dolores y a mí".
Revela que inclusive se comunicó con Lolita con la finalidad de hablar al respecto y ver cuál sería la forma de actuar ante el hecho, "se encontraba en un hospital de Newport, en Rhode Island. Se estaba muriendo. Le dije que Fuentes nos había difamado y ella me pidió que la defendiera porque no tenía fuerzas para luchar".
La Doña acepta que, de haber querido, hubiera logrado que se prohibiera la obra de Carlos antes de su estreno, "valiéndome de mi amistad con el presidente de la Repúb lica, pero mejor lo ignoré. Sabía que si me quedaba callada era peor para él. Así fue: la obra no tuvo ningún éxito".
Mejor ignorarlo
Lolita por su lado, nos comentó un año antes de su muerte, cuando tuvimos la oportunidad y la suerte de charlar con ella en su piso de Balboa Beach, en Newport, California, sobre el conflicto provocado por el escritor mexicano. Habló sin demostrar molestia por lo ocurrido, pero sí confundida con la idea literaria de Fuentes. Aceptó que desde que Carlos había escrito Orquídeas a la luz de la luna a principios de los 80, le propuso participar en el montaje. Nos confió que su máxima preocupación en aquel momento era dejar a la posteridad una imagen limpia y transparente de lo que fue su vida pública y privada, "por lo mismo rechacé sistemáticamente todo aquello que empañara mi imagen, que la deformara o la haga verse como no lo es. Me negué a hacer lo que dañara mi prestigio limpio y cristalino, obvio fue, que me negara a hacer la obra de Carlos".
Enfatizó: "Nosotros, con nuestra presencia en su casa, podíamos comprobar que la suposición escrita por Carlos Fuentes no era su realidad; María tampoco se encuentra en tales condiciones. Ella vive en París y México rodeada de amigos. Aceptar Orquídeas a la luz de la luna es negar una realidad y echar por la borda la imagen positiva que hemos logrado".
Lolita asentó que una artista, una figura del cine y el teatro, "por el hecho de serlo, no tiene por qué entregarse al vicio del alcohol o la droga. Es algo bochornoso, por eso no me explico la razón por la que mi amigo desvirtúa los hechos".
Las dos divas dejaron solo a Carlos Fuentes con su deleznable propuesta teatral y, mucho menos, le hicieron ruido.
El 27 de agosto de 1986, el estreno de Orquídeas a la luz de la luna pasó inadvertido, bien lo dijo el crítico de EL UNIVERSAL: "¡Y pensar que se esperaban llenos totales!" Y bien lo dice María Félix en su autobiografía: "Fue mejor que lo ignoráramos".