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Julio Lores inició la historia

Ramón Márquez C. | El Universal
Viernes 08 de marzo de 2002

Del peruano Julio Lores escribió el inolvidable cronista deportivo Manuel Seyde: Era uno de los interiores más prodigiosos que han pasado por los escenarios de nuestro futbol. Vino a México siendo peruano y al rato era más mexicano que un antepasado de Cuitláhuac. Moreno, cimbreño, de risa cordial, muy modesto y gigantesco en la cancha. nadie, ajmás, objetó su inclusión en la selección nacional porque, en verdad, era nuestro.

Lores fue el pionero: el primer extranjero naturalizado mexicano que vistió la camiseta de la selección nacional. Eso sucedió en los Juegos Centroamericanos de El Salvador, en 1935, y la selección se formó a base del Necaxa -que todavía no era ni el Campeonísimo ni el equipo de los Once Hermanos , pero hacia allá apuntaba. Anotó 7 goles en cuatro juegos, aunque se fue en blanco en la final México ganó 2-0 a Costa Rica y conquistó la corona.



Dos en Panamá

Tres años más tarde, las autoridades del futbol decidieron que "en virtud de que sería demasiado costoso acudir a dos certámenes", México no jugaría en la Copa del Mundo de Francia 1938. Y fijaron un solo compromiso: defender el cetro centroamericano, ahora en Panamá. Entonces ocurrió el fenómeno: fueron dos los seleccionados nacionales nacidos fuera de nuestro territorio: a Lores se unió el español José Antonio López Herranz, un extremo izquierdo del España; veloz en los desbordes, de toque magistral, sobre todo, obviamente, con la zurda. Era, ya, la gran época del Necaxa, reforzada su delantera por el primer gran ídolo del futbol mexicano: Horacio Casarín.

Lores y López Herranz no jugaron juntos. Julio sólo alineó en un encuentro contra Venezuela, y José Antonio se quedó en el banquillo. Como cuatro años antes, México se coronó con una victoria sobre Costa Rica 2-1.

El rubio cañonero Este veleidoso caballero llamado Don Destino quiso que López Herranz al retirarse como jugador se convirtió en entrenador y llevó al León a la corona fuese nombrado director técnico de la selección nacional que compitió en las Copas del Mundo de Suiza 1954 y Suecia 1958.

En esa aventura se hizo acompañar por un rubio medio volante de juego profundo y temible cañón que, como él, nació en España y se naturalizó mexicano: Carlos Blanco, gran figura en el Marte, el Necaxa y el Toluca.

Carlos no jugó en Suiza, pero su debut como seleccionado fue en un juego histórico, cuatro años después en Suecia: el juego en el que México empató a uno con País de Gales y conquistó su primer punto en Copas del Mundo.

El charro de las Pampas Hablar del más reciente jugador naturalizado convocado a la selección, es hablar de lo que sucedió hace ya 40 años, cuando el entrenador Ignacio Trelles llamó al argentino Carlos Lara jugador de área, fuerte, poderoso en el remate su centro delantero en el Zacatepec, campeón goleador en las temporadas 1957-58, 60-61 y 61-62. Hombre serio, callado, sólo reía cuando le llamaban por su apodo: El Charro, que, decía, lo honraba por el recuerdo del inmortal Charro Moreno, también argentino, también gran estrella del futbol mexicano.

Lara fue seleccionado para la parte final de la eliminatoria hacia Chile 1962: el doble duelo definitorio contra Paraguay. México ganó 1-0 en CU gol de Salvador Reyes, empató a cero en Asunción y calificó para la Copa.

Lara fue seleccionado para el gran torneo, pero una lesión de último momento le impidió el viaje...

Hace ya 40 años...



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