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La vida digital de Fabrizio Mejía y sus múltiples posibilidades

Alida Piñón| El Universal
Viernes 17 de agosto de 2012
La vida digital de Fabrizio Mej�a y sus m�ltiples posibilidades

AUTOR. A pesar de que Fabrizio Mejía Madrid es un tuitero activo, decidió cerrar su cuenta en la otra popular red social, “Facebook” . (Foto: JORGE SERRATOS EL UNIVERSAL )

La novela, publicada por Alfaguara, nació de la inquietud de poner en la red información falsa, cuenta el autor

ana.pinon@eluniversal.com.mx 

Un hombre que podría ser escritor, filósofo, corrector de estilo, o no tener ninguno de esos oficios, quizá es un abogado o contador, o médico, tiene una noche de insomnio; para sobrellevarla se sumerge en el mundo digital. Husmea con obsesión el perfil de Facebook de una bella chica que podría ser su alumna, encuentra el de un viejo amigo de la preparatoria y el de unos jóvenes que quieren salvar el planeta.

Las posibilidades de “convivir” con esos personajes son infinitas, con la primera podría tener la promesa de un encuentro sexual, con el segundo asistir a una fiesta de ex alumnos y recordar un inquietante episodio de juventud, y con los últimos, unirse a la causa de salvar el destino inevitable de la Tierra.

Aunque todo le resulta atractivo, el hombre sin sueño decide también explorar su lado oscuro y por el sólo gusto de “destruirlo todo”, entra a la gran enciclopedia virtual, la conocida Wikipedia para alterar datos y contar historias que podrían rayar en lo absurdo si no resultaran verosímiles.

Lo anterior es la Vida digital (Alfaguara, 2012) construida por el escritor Fabrizio Mejía Madrid (Ciudad de México, 1968). La novela, dice en entrevista, nació hace un par de años cuando alguien le invitó a inventar páginas de Wikipedia, con el objetivo de saber en cuánto tiempo serían descubiertos o cuántas personas las tomaban como información verídica.

“Con el tiempo me di cuenta que podía ser una novela y que necesitaba a un personaje que pudiera decir todas esas barbaridades, pero debía estar entre la generación del fax y del Facebook, así que su edad debía ser de 40 años, quería que fuera como una especia de despedida generacional”, cuenta en entrevista el escritor.

La vida digital, dice, ha permitido tener muchas otras vidas, incluso sin salir de casa. “En los últimos 15 años hemos dejado de pertenecer al vecindario, para pertenecer a las comunidades digitales, que se forman de la manera más extraña, como los grupos de fans o los grupos que opinan de una manera parecida. Así que alguien que está aislado puede estar con muchas comunidades, como es el caso de mi personaje”, explica.

Mejía Madrid, un tuitero “activo” que lo mismo puede entablar una discusión por esa red virtual con Enrique Krauze, que con un lector de su obra, u otro tuitero que opina en contra de sus posturas políticas, no tiene Facebook, lo cerró. “Me pareció muy perversa la idea de la simulación del contacto, la simulación de tener una cantidad de amigos, por eso mi novela termina en una de las pocas conclusiones a las que pude llegar después de la experiencia digital: en un futuro la única manera que vamos a tener para saber qué es real y qué no es real, será el contacto físico”.

Para el autor de obras como Salida de emergencia y Viaje alrededor de mi padre, hace 15 años se tenía la inocencia de que todo lo que aparecía en la red, era cierto. “Cuando empezaron los robos de identidad o los errores garrafales en Wikipedia entendimos que la red no era lo que nos habían vendido, que debíamos tener precaución porque no era infalible, así que tomamos distancia aunque la sigamos usando, ahora nos preguntamos cuáles son las referencias y los que citan páginas de internet dudosas ya no tienen la misma autoridad, porque creo que la autoridad sigue estando en lo impreso, en el libro”, señala Mejía Madrid.

El escritor, advierte, Wikipedia es la reserva de la memoria. “El otro día estaba con Martín Caparrós y Alberto Fuguet, que empezaron a hablar de una vedette argentina de los años 50 que había sido amante de Perón, pero no nos acordábamos de su nombre, así que Martín usó su teléfono y no sólo encontró el nombre y biografía, también una foto y la vimos cantar. La señora que estaba muerta y de la que estábamos hablando muy mal, de pronto estaba en la mesa con nosotros. Hemos depositado una parte de la memoria en la red, le dije a Caparrós que el Alzheimer no será un problema del siglo XXI, ya qué importará que no te acuerdes de las cosas, ahí las tienes, a la mano, literalmente. En cambio, las investigaciones profundas y serias, seguirán en el papel”.



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