Desde hace no muchos años, Chignahuapan ostenta el inusual título del “productor de esferas navideñas más importante de México”.

Más de 200 talleres dedicados a esa actividad se reparten por todo el pueblo, miles de familias dependen de esa actividad, y sin importar la fecha ni si es primavera o verano, se ven por doquier arbolitos adornados con esos famosos y pequeños globos de vidrio soplado.

“Somos un poblado de apenas 34 mil habitantes, así que la magnitud de esta industria, que anualmente pone en el mercado más de 70 millones de unidades, te da una idea de lo importante que es para nuestra comunidad. De hecho, bautizamos este lugar como la ciudad de la eterna Navidad”, comenta Juan Pablo Guernica Aguirre.

El joven de 24 años suele presentarse como licenciado en informática administrativa, empresario y, sobre todo, esferero, “un oficio del que me siento sumamente orgulloso, pero también uno que rápidamente te afecta la vista”.

Para este artesano que estrenó también lentes donados por la UNAM, cada jornada comienza muy temprano, pues debe encender los hornos, trabajar el nitrato de plata y preparar la cantidad justa con que cubrirá las pequeñas pelotas de vidrio candente, pues el chiste es no desperdiciar nada.

“Así vemos pasar los días, en la faena de soplar vidrio frente al calor abrazador del fogón. Al terminar, salimos al frío aire de la sierra norte de Puebla y, claro, este cambio abrupto de temperatura nos destempla la vista.”

Por ello, Juan Pablo asegura que iniciativas como las de la Universidad Nacional deben ser reconocidas, “especialmente por gente como nosotros, que luchamos para mantener una tradición que se ve amenazada por la apabullante entrada de los productos chinos. Más que un apoyo visual, estos anteojos que hoy recibo son, para mí, una verdadera herramienta de trabajo.”