En laguna de Toluca buscan tesoro republicano

YATE. El barco llegó a Veracruz con objetos de gran valor, que solventarían los gastos de los refugiados en México; sin embargo, el cargamento desapareció. (Foto: CORTESÍASAS-INAH Y ARCHVIVO EL UNIVERSAL )
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Las frías y profundas aguas de las lagunas del majestuoso cráter del Nevado de Toluca, localizadas a una altitud de cuatro mil 200 metros sobre el nivel del mar, resguardan además de diversos vestigios arqueológicos que dan cuenta de los rituales prehispánicos, reliquias pertenecientes al siglo XX que ayudarían a reconstruir la historia de un tesoro proveniente de España, durante la época del exilio de los republicanos a México.
Al menos así lo comprueba la carátula de un reloj de siete centímetros hallado en noviembre de 2010 en la Laguna del Sol por buzos de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en colaboración con el Equipo de Buceo Científico de la facultad de Ciencias de la UNAM
La pieza que ahora se encuentra en proceso de restauración por personal del INAH, formaría parte del tesoro que llegó a Veracruz en marzo de 1939 en el barco Vita, famoso, entre otros hechos, por la misteriosa desaparición del cargamento. El barco transportaba los recursos destinados a asegurar el asentamiento de los refugiados españoles en México, que salieron de su país en medio de la Guerra Civil, tras el golpe de estado contra la II República, que hoy hace 80 años fue proclamada.
Esta investigación forma parte del proyecto “Arqueología Subacuática en el Nevado de Toluca”, dirigido por el arqueólogo Roberto Junco, que comenzó en 2007 con apoyo del filántropo estadounidense Richard Siegel y del explorador Johan Reinhard con la intención de estudiar los restos materiales para comprender la ritualidad prehispánica ligada a las lagunas del volcán.
Pero atendiendo a todas las leyendas e historias en torno a ese volcán ubicado en el valle de Toluca, durante la segunda temporada de exploración, en 2010, los arqueólogos se dieron a la tarea de buscar restos arqueológicos sobre un supuesto tesoro español. El antecedente: una serie de objetos hallados en ese sitio por un equipo de pioneros en el buceo de altitud e integrantes del Club de Hombres Rana de la Ciudad de México, durante la década de 1960.
Ese equipo de exploradores, dirigidos por el doctor Miguel Guzmán Peredo, el doctor Gastón Ezquerro y el ingeniero Raúl Echeverría, halló en la Laguna del Sol un relicario, pedazos de reloj y cajitas de latón con la leyenda del Monte de Piedad de Madrid.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Roberto Junco señala que conocía de la existencia de posibles tesoros sumergidos en esas aguas pero sólo a partir de pequeñas referencias históricas.
Fue hasta que contactó al ingeniero Raúl Echeverría, quien le narró y mostró imágenes de la expedición realizada en 1960, cuando comenzó a tener más indicios sobre el tema y decidió dedicar durante 2010 un equipo especial para buscar más vestigios relacionados con el tesoro español.
¿Pero cómo llegaron hasta ese lugar esas piezas? Junco explica que una de las hipótesis es que se haya pensado en esa montaña impenetrable como el sitio adecuado para borrar toda evidencia. “Se piensa que ese lugar sirvió como deshecho de todas las piezas que no eran metales preciosos, que no eran joyas; en ese momento nadie pensó que después se harían expediciones de buceo. Por el difícil acceso al lugar pensaron que nadie encontraría esas evidencias. Era como el lugar perfecto para borrar la evidencia”, dice.
Sobre la embarcación
Misteriosa es también la historia del barco Vita. Este yate que zarpó del puerto El Havre, en el noroeste de Francia, y que contenía el tesoro de la República valuado entre 400 y 500 millones de dólares, fue recibido en México por el político socialista español Indalecio Prieto, líder de la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE).
Pero lo que teóricamente estaba destinado a sufragar los gastos derivados del exilio de muchos republicanos despareció “misteriosamente”. Algunas teorías son que Prieto, que mantenía estrecha relación con el entonces presidente de México Lázaro Cárdenas, se apoderó del tesoro y lo ocupó más bien para financiar el exilio de sus acólitos.
Y es que el jugoso botín no era para minimizarse. Entre el cargamento del Vita había objetos entregados por la Caja de Reparaciones del Ministerio de Hacienda, depósitos del Banco de España y del Monte de Piedad de gran valor; objetos históricos de la catedral Tortosa; ropas y objetos religiosos procedentes de la Catedral de Toledo, entre ellos un manto con 50 mil perlas; colecciones de relojes europeos; objetos de culto de la Capilla Real de Madrid, entre ellos, el joyero y el Clavo de Cristo; incluso, hasta objetos de culto que pertenecieron al “Papa Luna” (Benedicto XIII), considerado por la iglesia católica como antipapa.
“¿Dónde está ese tesoro? no se supo más en realidad, eso queda como en lo gris de la historia. Pero lo que probablemente sí se puede llegar a ver es qué desechos de ese tesoro fueron ocultados en las aguas heladas del Nevado de Toluca”, explica Junco.
Por ahora, explica Flor Trejo, historiadora de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH, se sabe que una de las prácticas para ocultar evidencias de ese tesoro fue desarmar las piezas, quitarles el oro y desechar lo que no fuera de valor.
“El Nevado de Toluca fue uno de los muchísimos lugares donde se ocultaron las evidencias. Se sabe que rentaban casas para que vivieran allí las familias exiliadas pero en realidad eran usadas para ocultar lo que se hacía porque desarmaban los relojes y piezas, le quitaban lo valioso y tiraban lo demás”, dice la historiadora quien asegura que por ahora tienen el testimonio de alguien que vio estas prácticas de deshueso en la ciudad de México.
Pero lo importante en este proyecto arqueológico, considera Trejo, es que la carátula del reloj es una pista que los remitirá a una persona en particular y que podrán reconstruir su historia para poder decir: “ese reloj se hizo en tal lugar, en tal año”. El reto es saber quién era la persona detrás de esa pieza”, explica.
Esto se logrará a partir del número de serie o algún indicio que indique esa pieza del reloj para ir directamente a los archivos. “La cajita del Monte de Piedad es una pista que te dice que perteneció a un momento determinado y que fue el de la Guerra Civil, pero más datos no podemos tener porque no hubo un registro en documentos oficiales”, afirma la historiadora.
Otra de las hipótesis en torno a esta pequeña pieza que se encuentra en restauración es que, de no pertenecer al cargamento del Vita, correspondería a restos del botín de un grupo de ladrones que llegaban hasta la laguna para ocultar evidencias de sus robos.
Lo importante, explica Junco, es que las exploraciones confirman que este tipo de vestigios existen y que es material para que en las siguientes temporadas él y su equipo sigan buscando más pistas para reconstruir la historia detrás de esta carátula del reloj y las otras piezas encontradas en 1960, que por ahora se encuentran en colecciones privadas.