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Evelia Beristáin
La danza no me debe nada

El Universal
Viernes 18 de enero de 2008

Cuando asiste a una función de danza se sienta al filo de la butaca. Como si estuviera presenciando un partido de futbol, se emociona, se preocupa por los bailarines, antecede sus movimientos, les da indicaciones silenciosas. Lleva la danza en la sangre y en el cuerpo.

Nació en el Distrito Federal en 1926. Comenzó a bailar a los 12 años. Admite que la pregunta la lleva muy lejos, a una edad en la que asistía a la Escuela Nacional de Danza Nellie y Gloria Campobello.

La maestra Evelia Beristáin sonríe al recordar esa etapa. Está sentada en un sillón de su casa en Coyoacán, bajo la mirada piadosa de una Virgen colonial.

“Yo empecé a estudiar danza por el gusto de hacerlo, en la única escuela que había. Nos daban clases como historia de la danza, rítmica musical y danza internacional. También había clásico.”

La llegada al país de bailarinas como Ana Sokolow y Waldeen transformaron el panorama de la danza nacional. Evelia no dudó en dedicarse a la danza moderna. Su relación con José Limón fue personal y artística. Carismático, talentoso, sociable, son los calificativos que usa para referirse a él. Lo conoció en los 50, durante un par de visitas que Limón hizo a México, tanto para hacer funciones con su compañía como para impartir clases.

“Era una persona muy cálida y con una personalidad avasalladora. Desde el punto de vista artístico tenía una capacidad creadora y una expresividad corporal impresionantes.”

La autora de Ceremonia en el templo del tigre trabajó con Limón en calidad de bailarina profesional del Ballet Mexicano, compañía dedicada exclusivamente a la danza moderna. “Teníamos mucho público y había gran interés de artistas de la sociedad mexicana. Tuvimos una gran fortuna: expresarnos a través del arte fue nuestra tarea de vida.”

Quisiera multiplicar la medalla que recibirá el sábado y dar una a cada bailarín que, como ella, dedicó toda su vida al arte, gracias a una mezcla de pasión y trabajo. “La danza mexicana no me debe nada. Está viva, conmigo o sin mí. Está viva en el pueblo, que es muy sensible. Yo le debo mucho.”



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