José Agustín, un autor que se convirtió en personaje

ANIVERSARIO. José Agustín celebra hoy 70 años. El novelista, cuentista, periodista y dramaturgo es descrito por sus amigos, familiares e incluso estudiosos de su obra, como el gran personaje de la literatura . (Foto: ILUSTRACIÓN CARREÑO )
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¿Quién es José Agustín más allá del escritor y padre amoroso que le abrió a sus hijos la puerta al mundo a través de la literatura y la vida? Andrés Ramírez, su primogénito, asegura que es un "poeta maldito, un irreverente y un hombre que se puede ver desde dos vías: era el escritor que comía hongos y fumaba mariguana y por otro lado el hombre de familia consecuente con ese papel que había elegido ocupar en los 70".
Su hijo, que al tiempo es su editor desde 1994, cuando le tocó publicar la novela Dos horas de sol, confecciona el retrato más íntimo y familiar de José Agustín Ramírez Gómez (Acapulco, Guerrero, 1944), quien hoy cumple 70 años de vida. Asegura que "sigue siendo un escritor que le habla muy de cerca a la gente joven porque los jóvenes siguen teniendo las mismas necesidades de libertad y de búsqueda".
Por eso las evocaciones que llegan a su memoria son las de un hombre generoso y querido que siempre recibió a todo aquel joven escritor o estudiante o lector o aspirante a tesista que llegaba hasta la puerta de su casa en el fraccionamiento Las Brisas de Cuautla para platicar con él. "Siempre ha sido alguien muy vital y lleno de vida, de un impulso de vivirlo y abarcarlo todo. Con esa irreverencia recibía a los muchos jóvenes que se pasaban por la casa".
Las anécdotas para delinear la figura del autor de La tumba y De perfil, ese "chavo desmadroso" que se define a sí mismo como "un viejo con espíritu rebelde", son muchas por su alocada vida. Algunas se las han contado a Andrés Ramírez los amigos de sus amigos que le comparten "las aventuras dionisiacas que seguían a sus presentaciones de libros, cuando mi padre iba a Coahuila o Chihuahua y que como cualquier escritor hacía tropelías cuando salía de su casa", dice Andrés, el hijo mayor.
Una de esas historias de presentaciones de sus libros fuera de la ciudad de México la vivió y contó Fabrizio Mejía Madrid en Saltillo hace algunos pocos años. Lo recuerda acomodándose los lentes, reviviendo su etapa de Acapulco hippie, su manera de hablar con ese "lenguaje del inconsciente macizo", su paso por las drogas de autoconocimiento de María Sabina y Carlos Castaneda, pero también en el movimiento estudiantil del 68, su estancia en el teatro, el cine, como guionista y director de la cinta Ya sé quién eres / Te he estado observando, filmada en 1970.
Y es que José Agustín es escritor multifacético, todo terreno, que lo mismo ha ejercido la narrativa, que el periodismo, la crónica y el cuento. Ha sido guionista de cine, director, dramaturgo e incluso traductor de algunos textos.
En el mundo del cine, José Agustín hizo varios amigos, según recuerda Andrés Ramírez, entre ellos: Juan Tovar, Jorge Fons, Gabriel García Márquez; en la literatura estuvo cerca de la poeta Elsa Cross, con quien compartió el taller de Juan José Arreola.
En el teatro y el cine quedaron guardados sus locuras protagonizadas por gente como Alejandro Jodorowsky y Angélica María, quien formó parte de su vida en el séptimo arte, pues se les presentaba como novios; pero están sobre todo sus cuatro matrimonios, uno efímero, de apenas un mes, con Margarita Daltón, con quien viajó a Cuba "a vivir de cerca la Revolución como brigadista" en el campaña nacional de alfabetización; y las tres bodas "distintas" desde hace 51 años: Margarita Bermúdez. La mujer que es pilar en su vida y en su literatura, fue ella la que le llevó la máquina donde escribió en Lecumberri su tercera novelas Se está haciendo tarde.
El propio José Agustín lo recordó en una entrevista concedida a este diario en diciembre de 2011 con motivo de la entrega del Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura. "Estaba en el bote cuando la escribí. La cárcel me hizo escribir en serio; desde que entré a la Procuraduría, a los dos o tres días del arresto me puse a escribir en la bolsa de papel donde me habían mandado unas tortas".
Esa etapa la tiene presente René Avilés Fabila, amigo muy cercano de José Agustín en la juventud, junto a Gustavo Sáinz y Parménides García Saldaña, a esos y a otros tantos escritores a los que Margo Glantz metió en una antología y en un corsé llamado "Onda y escritura: jóvenes de 20 a 33". Recuerda cuando entró y luego salió de Lecumberri, sus primeros escritos, sus luchas para las primeras publicaciones, su encuentro con otros escritores como Gustavo Sáinz y Vicente Leñero en la revista Claudia y en otras redacciones.
Entre esas varias anécdotas son más las que lo muestran como hombre generoso. Andrés Ramírez asegura que "siempre que llegaban los amigos a la casa de Cuautla, mi padre era el que cocinaba, le encantaba hacer la ‘comida morelense' que es cecina de Yecapixtla, él siempre daba de comer a todo el mundo y aunque el se moría de hambre no se sentaba hasta que le había servido a todos; al final siempre se sentaba él".
Andrés también celebra los homenajes y premios que le han hecho y dado a su padre sus amigos en los últimos años. "Los premios que ha recibido han sido motivados por sus pares, por sus amigos, no por la cultura oficial", afirma.
Los estudios joseagustinianos
Abigail Villagrán, académica e investigadora de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, asegura que el tono coloquial en la literatura no era una novedad para la época de La tumba, su primera novela publicada y la más emblemática. La estudiosa de la obra de José Agustín dice que "quizá lo destacable de la literatura de la Onda (así conocida desde la antología de Margo Glantz) es que hay un intento claro por incorporar un lenguaje juvenil y, además podría decirse que se utiliza como una manera de exaltar a esa generación de jóvenes que convulsionó el status quo durante los 60. La juventud se tematiza, quizá por vez primera, en la literatura mexicana".
Para Villagrán, La tumba podría pensarse que es la obra más importante de José Agustín: "Sin duda es la más célebre. Aún se lee bastante y es frecuente encontrarla en la lista de lecturas de los programas de literatura en secundarias y preparatorias; es una novela breve y eso suele considerarse al elegir obras para ser leídas por jóvenes. No me parece que el tema juvenil en la obra ayude a que los estudiantes puedan sentirse representados por ella, no más que en cualquier otra obra, al menos".
Dice que, en todo caso, el sentido trágico-nihilista de la novela puede todavía resultar atractivo para los lectores jóvenes de hoy, aunque a juzgar por los más recientes best sellers, quizá las preocupaciones actuales tiendan más a centrarse en el hedonismo o en la fantasía. "Personalmente me parece que De perfil es una obra mucho más trabajada y con una búsqueda experimental interesante", afirma Villagrán.
La literatura de José Agustín goza de buena salud entre los lectores jóvenes que se ven reflejados en sus preocupaciones, pero no pudo ni ha podido dar el salto hacia jóvenes de otros países porque representa un gran reto para los traductores. Abigail Villagrán recuerda que se tradujo al inglés pero ella no ha leído ninguna edición en ese idioma. Andrés Ramírez por su parte asegura que se tradujo poco porque su padre no tuvo un agente literario que lo abriera a otras fronteras, sabe que La tumba y De perfil tuvo alguna traducción al francés, igual que Se está haciendo tarde; y que al italiano también se llevaron las dos primeras, pero hasta ahí nada más.
José Agustín ha dicho que por esos años, la novela fue traducida al inglés y llevada al teatro. "Yo trabajaba como maestro en una universidad de Estados Unidos y un amigo mío de por allá pensó en montarla. Así se hizo".
A 70 años de su nacimiento, a casi 51 años de que vio publicada La tumba, la novela que escribió de un jalón a los 16, José Agustín es un escritor precoz. Lo es a pesar de sus 50 años de carrera cumplidos en 2014 y con 23 obras publicadas, entre las que destaca también Inventando que sueño, El rey se acerca a su templo, Ciudades desiertas y tres tomos de Tragicomedia mexicana, y más recientemente Vida con mi viuda y Arma blanca.
Todavía hace unos años, Vicente Leñero lo recordaba como un "chavo desmadroso, un muchacho latoso, desinhibido, incontrolable".
Pero ha sido él mismo quien ha construido su mejor retrato: "Un viejo con espíritu rebelde". Un artífice de una literatura irreverente que escandalizó, tensó y puso los pelos de punta a los intelectuales mexicanos ante esas novelas escritas con un lenguaje soez y coloquial que hicieron de él un escritor que siempre fue calificado de "vulgar y jodido".