Chicles, en las calles focos de contaminación

FOCO DE INFECCIÓN. 70 mil bacterias hay en un chicle fresco. (Foto: ILUSTRACIÓN: ISMAEL ANGELES )
Cada cadáver de Bubbaloo, Orbit, Trident, Clorets o Motita puede contener hasta 70 mil bacterias y hongos. Están ahí, en las calles y banquetas de la Ciudad de México, convertidos en una masita negra de unos cinco centímetros de diámetro que se confunde con mugre.
Son pisados por millones de pies todos los días, los del Centro Histórico hasta por 2 millones de zapatos distintos, los más frescos, los recién tirados, son un depósito de gérmenes que contaminan el medio ambiente generando focos de infección para los capitalinos.
A petición del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Procuración de Justicia del Distrito Federal el Laboratorio de Análisis de Riesgos de la Secretaría de Salud del Distrito Federal eligió 10 chicles de los millones que se encuentran en el piso para analizarlos, lo que se encontró fueron hongos que confirmaron que tenían poco tiempo de haberse desechado porque aún guardaban humedad que es un factor determinante para el desarrollo de mircoorganismos.
Los chicles superaron el límite permisible de microorganismos indicadores de contaminantes que generalmente se cuantifican para determinar la calidad sanitaria de alimentos como los mesofílicos aerobios, mohos y levaduras. Además se encontraron coliformes fecales donde se evidencia contaminación para la salud del peatón, aún con ello, en ninguna muestra se encontró una cantidad significativa que pudiera considerarse muy grave, por lo menos en el caso de coliformes fecales.
Según el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Procuración de Justicia del Distrito Federal un chicle alberga entre 50 mil y 70 mil bacterias si está fresco. Una vez que se seca con el sol el problema se convierte más es un asunto de contaminación urbana, más si se toma en cuenta que un chicle tarda 5 años en degradarse, ya que en ese tiempo se convierte, por acción del oxígeno, en un material duro que luego empieza a resquebrajarse y volverse polvo.
En el Centro Histórico se cuentan por millones, los chicles ocupan la tercera parte de las calles del primer cuadro, pues de cada metro cuadrado un 30% está contaminado con goma de mascar que arrojan los visitantes que tampoco son pocos, unos 2 millones por día.
La situación es grave. Sacar el chicle de la boca y arrojarlo al suelo tiene consecuencias no sólo sanitarias también económicas. Por cada goma de mascar se pagan 25 centavos, limpiarla y despegarla del suelo representa un gasto para el gobierno de 75 centavos.
Además se debe considerar el pago del personal que hace la tarea que puede llegar a 9 pesos por chicle.
Qué se ha hecho
En el 2010, en el marco del programa de cultura ciudadana que llevaba cabo el organismo ciudadano en conjunto con Corpovisionarios por Colombia, para corregir 10 comportamientos problemáticos, se determinó poner en marcha acciones de interacción y reconocimiento a la gente que tire la goma de mascar en su lugar.
Se lanzó la campaña “ El chicle al bote” donde se intentó concientizar a la población y hacerle saber que tirar el chicle al piso genera problemas de salud y un gasto presupuestal que puede evitarse. Se instaló un módulo de información y un juego de tiro al blanco, en donde el centro es un cilindro contenedor de chicles.
Se impulsó la realización de jornadas de limpieza del chicle pegado en el piso en las calles de Regina y donde se ubican los Portales, en el Zócalo capitalino, para efectuar acciones de creación de conciencia a la población sobre la importancia de respetar el espacio público.
Según el Consejo Ciudadano en aquel entonces lograron reducir el número de chicles pegados por metros cuadrado de 70 a 24. Pero reconocen que es difícil acabar con la costumbre. En octubre del 2010 la calle de 5 de mayo se entregó completamente limpia, dos meses después el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Procuración de Justicia del DF contó 430 mil chicles en el piso.
Aunque la calle más contaminada con goma de mascar es Madero. Siendo la calle del Centro Histórico más transitada, con alrededor de 2 millones de personas al día es la más problemática, el Consejo Ciudadano aseguró que a 40 días de que iniciaron la acción de regulación para fomentar el comportamiento de los visitantes, se sumaron 8 mil 441 chicles pegados en los 800 metros de largo de esa calle peatonal, una cifra grande, pero un logro para un lugar como la Ciudad de México.
Las acciones se detuvieron por falta de presupuesto y apoyo económico, según dicen el el Consejo Ciudadano. “Es un trabajo que sale caro y no hay dinero suficiente para retirar los millones de rastros de chicles que se encuentran en los pisos de la vía pública a pesar de que son un problema que demuestra la poca civilidad de los capitalinos”.
Mientras las calles no sólo del Centro Histórico sino de todo el Distrito Federal seguirá teniendo pequeños rastros negros que algún día fueron una goma de mascar y que salieron la boca de alguien que se le hizo fácil arrojarlo a la calles antes de ponerlo en un papel y tirarlo en la basura.