Un fanático religioso causa alerta nacional
luz.gonzalez@eluniversal.com.mx
Con dos latas de jugo llenas de
tierra y camufladas como explosivo, José Mar Flores Pereyra, un
predicador evangélico de 44 años, de nacionalidad boliviana, activó
ayer las alertas de seguridad nacional, al secuestrar un avión de
Aeroméxico que aterrizó en esta capital procedente de Cancún, Quintana
Roo.
El secuestrador, con un historial de adicciones y
antecedentes de robo a mano armada en su país natal, exigía
entrevistarse con el presidente Felipe Calderón para comunicarle una
“revelación divina”, sobre un terremoto de gran intensidad que
sacudiría al país.
Los 104 pasajeros del vuelo 576, en su mayoría
mujeres y niños, fueron liberados 45 minutos después del aterrizaje de
la aeronave, luego de una negociación con el secuestrador en la que
fungieron como mediadores el piloto del propio avión y una azafata.
Genaro
García Luna, responsable de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP)
federal, explicó que Flores Pereyra eligió el día de ayer porque la
fecha 9/9/9, corresponde invertida al 666, el número de la Bestia,
según el Libro de la Revelación de San Juan.
Adujo tener un mensaje divino
En
una breve entrevista con los medios de comunicación tras ser sometido y
detenido, Flores Pereyra explicó que quería entrevistarse con Calderón
para pedirle congregar al pueblo en el Zócalo de la ciudad de México,
para “esperar un mensaje de Jehová”.
Siempre sonriente, el
secuestrador que tiene 17 años de radicar en México, dijo que el
artefacto explosivo que amenazó detonar eran en realidad “dos latas de
jugo Jumex, las llené de tierra y les puse unas lucecitas”.
Interrogado sobre quienes eran sus cómplices, respondió: “El Padre, El Hijo y el Espíritu Santo”.
Flores
Pereyra será acusado de terrorismo, privación ilegal de la libertad y
lo que resulte, según la averiguación previa
PGR/DDF/SZC/AICM/3776/09-09B.
García Luna explicó que el avión
tipo boeing 737 con matrícula EI-DRA despegó a las 11:40 horas del
Aeropuerto de Cancún, con destino a la ciudad de México, trayendo a
bordo 103 pasajeros, entre ellos el secuestrador, más los siete
integrantes de la tripulación.
“A las 12:56 horas, el capitán de
la aeronave se comunicó con el centro de control de tránsito aéreo del
Aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México, para informar que
tenían una emergencia relacionada con un posible secuestro por parte de
un grupo de tres personas”, señaló el funcionario.
Procedimiento de emergencia
La
amenaza fue notificada al capitán por la sobrecargo de la aeronave,
quien le informó que uno de los pasajeros, que dijo pertenecer al
“grupo religioso Jehová” y que aseguraba tener una bomba a bordo, pedía
sobrevolar siete veces el espacio aéreo de la capital, y que el
presidente Felipe Calderón estuviera en el aeropuerto al aterrizar el
avión.
“De inmediato se activó el protocolo de seguridad para
este tipo de situaciones, instalándose el comité de Seguridad
Aeroportuaria”, explicó el funcionario, quien condujo personalmente el
operativo desde la torre de control del aeropuerto, donde se entabló
comunicación con el piloto de la aeronave.
En primer lugar,
detalló, se condujo el aterrizaje y el posicionamiento del avión en un
área de seguridad denominada La Gota, que se encuentra en la zona
oriente del aeropuerto capitalino, previamente definida para atender
amenazas de bomba y situaciones de emergencia de los aviones que llegan
a la terminal aérea.
El piloto, Ricardo Ríos, mientras tanto,
había informado al secuestrador que no podría sobrevolar la ciudad de
México como lo pedía por no tener suficiente combustible, y refirió que
José Mar Flores Pereyra aceptó aterrizar, siempre y cuando la prensa
estuviera al pie del avión al llegar éste. La aeronave aterrizó en esa
posición a las 13:50.
García Luna detalló que como parte del
procedimiento preestablecido para estos casos, se convenció al
secuestrador para que permitiera abandonar la nave a los niños y
mujeres, lo cual ocurrió a las 14:45.
A las 14:56 horas, fuerzas
especiales de la Policía Federal tomaron control de la aeronave,
sometiendo al secuestrador y deteniendo al resto de los pasajeros
varones, para verificar que no estuviera infiltrado entre ellos un
cómplice, ya que Flores Pereyra había informado a la tripulación que
participaba en esta acción con dos personas más.
En una operación
que tomó poco menos de tres minutos, decenas de policías federales
subieron con pistolas automáticas por las dos escalinatas del avión y
detuvieron al secuestrador, que bajó de la nave con su Biblia bajo el
brazo.
Una vez en tierra, el secuestrador fue interrogado
personalmente por el secretario García Luna al pie del avión y por un
momento se apreció un forcejeo entre el plagiario y el funcionario
federal.
La maleta negra con la que el secuestrador descendió del
avión fue revisada por expertos en explosivos. En el interior, además
de algunas prendas, había dos paquetes forrados con cinta adhesiva
gris, uno de ellos con dos latas de aluminio, unos cables y un reloj
digital. No se encontró ningún material explosivo.