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María del Rosario, con gran autoridad

Alba Jaramillo García Enviada| El Universal
Domingo 24 de agosto de 2008
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Video: As celebraron el triunfo de la taekwondon mexicana.

En poco más de un año, la mexicana conquistó todos los títulos que disputó

alba.jaramillo@eluniversal.com.mx

BEIJING.— Como una niña pequeña observa esa medalla de oro que pende de su cuello, aún no lo puede creer. La examina minuciosamente, le da una vuelta, otra. Sus ojos brillan, y la sonrisa es enorme, tiene por fin en sus manos el sueño de una vida. María del Rosario Espinoza por fin puede llamarse campeona olímpica, para redondear 15 meses de ensueño, tras la conquista del título mundial en mayo de 2007 y del campeonato panamericano en agosto de ese mismo año.

“Me siento muy contenta de haber participado en mis primeros Juegos Olímpicos y haber ganado una medalla de oro”, dijo Espinoza, la historia más brillante del deporte nacional y con apenas 20 años de edad.

Desde que tenía cuatro, la taekwondoín comenzó a repartir sus primeras patadas y ayer demostró que realmente llevaba toda su vida preparándose para un momento así.

El verdadero combate clave en el campeonato olímpico de la mexicana llegó cuando tuvo que enfrentar a la inglesa Sarah Stevenson por el pase a la final.

La inglesa ya la había vencido en dos ocasiones, una en el preolímpico de Manchester y otra, en un Abierto de Austria. Pero esta tercera sería diferente.

María salió a enfrentarla con estrategia, usando su guardia izquierda para neutralizar el ataque de derecha que la hacía peligrosa. Con esa arma cancelada, la mexicana pudo manejar el encuentro a su antojo.

Ante la promesa de salir a disputar cada combate como si se tratara de una final, la sinaloense se fue al ataque sobre Stevenson y el primer punto que le metió cayó al conectarle la patada en el pecho.

El públicó rugió, no sólo los mexicanos sino los chinos también, pues Stevenson había eliminado a la local, Zhong Chen.

La mexicana siguió trabajando en su ataque, manejando la guardia zurda y surtió efecto, volvió a conectar otra patada ofensiva a su rival.

“México Cha-yo”, gritaban. Una palabra que en chino significa “Vamos” pero en español es la contracción del nombre Rosario, el segundo nombre de la sinaloense, puesto por su padre, Marcelino Espinoza en honor de la Virgen del Rosario a quien la encomienda siempre.

“María nació el 29 de noviembre, el día de la Virgen y por eso decidimos ponerle así, siempre la encomiendo”, mencionó emocionado desde las gradas.

En el tatami, María seguía haciendo magia y con la pierna izquierda conectó su tercer punto y otro más con la derecha. En este fuerte intercambio la inglesa logró meter el único punto de la contienda.

El paso de la mexicana hacia la medalla de oro fue contundente, en los cuatro combates que disputó tan sólo recibió cuatro puntos en contra y conectó 15, para promediar cuatro por encuentro.

María tenía hambre de triunfo y salió a devorarse a Solheim en el combate más importante de su vida, aquel que la ayudaría a completar el único título que le hacía falta.

En un contraataque la mexicana metió su primer punto, seguido de un alarido de guerra de su parte, los 40 mexicanos que se agruparon junto a sus padres en las gradas gritaron también, pegó primero y fue en busca de más. En el segundo round la mexicana salió a conectar, dio varias patadas con la izquierda al costado de Solheim que no se muestran en el marcador. Pero no desesperó. No cuando la tribuna le cantaba a capella “El sinaloense”.

Para el último round, una diferencia de un punto significaba que ese sueño podía escaparse, por lo que salió a cerrar el trato.

Eso lo sabía Solheim e intentó conectarle una patada a la cabeza, pero la velocidad de María lo impidió, de manera ágil se quitó de encima los embates de su oponente y enseguida lanzó su ataque para poner orden en el combate.

En un intercambio de patadas a corta distancia María marcó el punto con una patada en el centro del peto, pero en seguida Solheim contraatacó y el marcador quedó 2-1.

Faltaban 51 segundos y como latidos. de un corazón acelerado sus fanáticos en el gimnasio gritaban “México, México, México”.

La sinaloense respondió al estímulo con dos puntos más, para un 4-1, pero faltando 17 segundos para el final, la mexicana pisa fuera del tatami y es amonestada por segunda ocasión, lo que le restó un punto.

No le importó demasiado, los segundos corrieron y a pesar del 3-1 era ya la nueva campeona olímpica.

 

 

 



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