Traición interna, línea en ejecución
sociedadyjusticia@eluniversal.com.mx Sólo unos pocos estaban enterados de que Édgar Millán, de los principales operadores de la lucha antinarco, llegaría de madrugada al departamento de la colonia Guerrero. Entre ellos, los sicarios que terminaron con su vida. Millán, quien también era un operador de campo, había estado la noche del miércoles en su oficina coordinando dos operativos contra el narcotráfico en Morelos y en Baja California; se sabía a qué hora empezaron, pero nadie podía determinar cuándo finalizarían. Fuentes de la Policía Federal confirmaron que los datos sobre el trayecto, destino y la hora de arribo estaban en su agenda de actividades, a la que tenía acceso sólo un puñado de personas. La Secretaría de Seguridad Pública ordenó tomar declaración y realizar la prueba del polígrafo a escoltas que trabajaron con el número uno de la Policía Federal. Las primeras hipótesis ligan al cártel de Sinaloa con el hecho. El jefe policiaco recibió ocho balazos. Uno de los pistoleros, Alejandro Ramírez Báez, fue detenido y es interrogado en la PGR. Horas después, fuerzas federales aprehendieron a un segundo implicado en el crimen.