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Albert: José Ramón, genio y dictador

Arturo Salgado Gudiño| El Universal
Domingo 24 de septiembre de 2006
El ex jugador del Necaxa cuenta cómo es trabajar al lado del emblemático comentarista deportivo, sus aciertos y sus errores. Inseguro y amigo de nadie, pero un trabajador incansable, dice de él quien fuera su compañerodurante 18 años

José Ramón Fernández se pasó la vida desenredando el laberinto de las palabras en la crítica deportiva. Creó un imperio de punzantes discusiones, pero con su partida deja a TV Azteca obligada a dar un giro total en su barra deportiva. Lo anticipa Carlos Albert, quien colaboró con él en lo que fue Imevisión durante 18 años... Ex jugador del Necaxa, ex director general del Instituto del Deporte del Distrito Federal y hoy comentarista de Radio Fórmula.

El mismo que conoció a José Ramón Fernández una tarde de 1978, previo al Mundial de Argentina, y ahora lo desmenuza como profesional y ser humano desde su muy particular perspectiva. "Un jefe dictatorial", pero también "trabajador incansable". Y por supuesto con la contundencia necesaria para "siempre dejar en claro quién manda". Así era en 1978 y hasta donde la memoria de Carlos Albert lo recuerda.

José Ramón no tiene amigos. Nunca le interesó. Él no quería amistades, quería resultados. No puedo decir que era una persona desagradable, pero siempre le gustó dejar claro quién era él.

Sería mentira si dijera que fuimos amigos. Un amigo es alguien al que le abres tu casa. Con el que puedes apoyarte en cualquier momento. Con él nunca tuve una actividad social más allá de lo que fuera el trabajo.

No existía. Se limitaba a las charlas que sosteníamos en grupo al término de los programas, que se daban en los estacionamientos, en el estudio. Hablábamos del tema que acabábamos de tratar. Siempre apasionados, porque las charlas eran duras, sin concesiones, pero nada más.

Como jefe, no era una persona enérgica, sino dictatorial. No permitía que nos acercáramos a él como amigos. Él siempre veía a los demás como sus competidores.

Sí, aunque debo reconocer que tenía ojo clínico para escoger a sus colaboradores. No es casualidad, porque no fue uno, sino varios los que estuvimos en Imevisión y hoy tenemos oportunidad de ocupar un lugar en distintos medios de comunicación. Raúl Orvañanos creció mucho, Roberto Gómez Junco, Rafael Puente, ni qué decir de Francisco Javier González. Aunque también hay que reconocer que otros pasaron por el mismo lugar y no crecieron.

José Ramón tenía una visión muy clara de lo que a la gente le gustaba. Además, no teníamos compromisos con ninguna institución deportiva y podíamos decir lo que nuestra mente nos dictaba. Se formó un círculo virtuoso en el que íbamos creciendo todos. Además, la gente estaba cansada de tantas noticias maquilladas y desvirtuadas, y eso nos dio mucho tiempo para afianzarnos en el gusto de los televidentes.

Sucedía por dos cosas. La primera respondía a la inseguridad que él siempre tuvo con la gente que pensaba le podía hacer sombra, por eso se cerraba ante todos. En cambio, los que para él no significaban competencia en ningún sentido, en este caso él nunca pensó en ser cómico, con esas personas abría un poco más la puerta.

Hay que decir que todas las decisiones de José Ramón siempre fueron en función de la eficiencia y la eficacia y lo que significaban para la empresa y para él. Entonces, si dejarse cortar la corbata por Andrés Bustamante significaba audiencia, simpatía y puntos, lo hacía porque no ponía en riesgo nada.

Nosotros llegamos al periodismo con un bagaje de popularidad que él en sus inicios en la televisión no tenía. Pienso, por ejemplo, que cuando Raúl Orvañanos empezó con él, mucha gente conocía más a Raúl que a José Ramón.

Sin duda, pero no tuvo los atributos, entonces le molestaba que nosotros llegáramos con cierta popularidad, pero sin fundamento. Él podía hacer lo que quisiera. Nadie nunca, como él pensaba, le disputó su puesto.

Estuvo al lado de varios ex futbolistas. Tuvo a Manuel Lapuente, estaba Raúl Orvañanos, y le fue aprendiendo a toda la gente que tenía. Es un hombre muy inteligente y aprendió de todos: Lapuente, Gómez Junco, Orvañanos, Puente y poco a poco fue entendiendo la esencia del futbol.

No voy a hablar por los demás, pero en lo personal yo le aprendí mucho como comunicador, comentarista, y él nos aprendió de cuestiones tácticas y estratégicas, pero también mucho de los valores deportivos.

No sé si perfeccionista, pero sí un trabajador incansable. Es lo que más le llegué a admirar. Su dedicación y obsesión por el trabajo. Era un workhólico (sic) sólo así se puede entender que haya podido hacer lo que hizo con tan poco.

Era un hombre de trabajo incansable, con una amplia cultura, que no descansaba, eso se lo tengo que reconocer, porque le permitió tener el éxito que tuvo.

Lo manejó como un gancho. José Ramón sabía que si se convertía en antiamericanista, jalaría una gran cantidad de público. Aunque se sobrepasó y lo llevó a niveles en donde se perdió lo espontáneo. Hizo del hablar mal del América un ritual y al final le funcionó, porque mucha gente lo identificó así.

José Ramón Fernández era indispensable en TV Azteca y ahora habrá que preguntarse quién lo suplirá, con todo y que hay gente muy valiosa en lo que fue su equipo. Cómo lo van a suplir, no lo sé, pero deberán hacer nuevas propuestas, implementar otro tipo de programas. Poner una nueva receta a la sopa porque si no, a la gente le va a saber insípida. La misión no es nada fácil, más aún con Televisa creciendo.



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