Madrid.- “Tomaremos el cielo por asalto”, proclamaban a los cuatro vientos, en muchas ocasiones con exceso de soberbia, según sus detractores, o con un bisoño e innecesario gesto de suficiencia, según sus más entusiastas seguidores, los principales líderes de la formación española Podemos.

Las elecciones al Parlamento Europeo del año pasado (en las que lograron cinco escaños), pero sobre todo las numerosas encuestas y estudios de opinión que la situaban disputándole al gobernante Partido Popular (PP) y al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) la hegemonía de los votantes, llevó a pensar a sus líderes que la rueda ya estaba rodando y que era tal su inercia y potencia que nada ni nadie detendría su irrupción hasta el “asalto final”.

Desde su formación, Podemos se había definido a sí misma como la “única alternativa” para disputar al PP la mayoría del Congreso de los Diputados y arrebatarle el gobierno, tras cuatro años de desgaste ante las políticas de ajuste y austeridad impuestas por el presidente Mariano Rajoy. Muchos pensaron que lo lograrían.

Sin embargo, la euforia de sus líderes se frenó en seco en las elecciones andaluzas del pasado 22 de marzo, la comunidad autónoma más habitada, más pobre y más grande de España y feudo de los socialistas desde la llegada de la democracia. Allí, Pablo Iglesias, a quien sus seguidores vitorean como una estrella de rock y sus detractores lo ven cada día más irritado e irritable, con gestos ostentosos de soberbia y con varias crisis internas sin resolver —como la supuesta financiación irregular procedente de los “petrodólares” de Venezuela—, esperaba más de 25 diputados de un total de 109. Pero la formación, aunque pasó de ser inédita en España, en Andalucía sólo logró 15 escaños.

Quedó muy por detrás del PSOE (47), que sólo perdió tres de los que tenía, y del PP (33), que aun habiendo perdido 14 tiene más del doble que Pablo Iglesias (15). Es decir, Podemos no logró acabar con el “bipartidismo” que tanto combate con fiereza.

Según el politólogo José María Garrido, uno de los motivos de estos modestos resultados fueron los varios errores que cometieron en Andalucía. “Desde su fundación, Podemos ha intentado desmarcarse de los partidos tradicionales. Sin embargo, su campaña ha sido calcada a la llevada por los partidos de la “casta” (adjetivo con el que Iglesias califica a los políticos del PP y PSOE). Algo que le ha restado credibilidad entre muchos de sus potenciales votantes”, dice en las páginas de www.elplural.es.

Garrido pone como ejemplo el hecho de que sus dirigentes, durante la campaña, utilizaron tácticas de la vieja política como hablar de lleno total en sus mítines, a pesar de no haber llenado todas las plazas. Y que acabaron la campaña con una foto tradicional de los partidos del sistema: visitando el mercado de abastos de Cádiz.

Además, destaca que su candidata Teresa Rodríguez “ha dispuesto de 400 mil euros para costearla (una cifra muy superior a la manejada por otros partidos de nuevo cuño como Ciudadanos, que logro 9 escaños), al menos una cuarta parte se destinó a costear el mitin final de campaña en el velódromo de Sevilla con capacidad para 30 mil personas, al que no asistieron más que 12 mil”.

Otro error que ve Garrido es que Rodríguez rechazó participar en un debate electoral televisado en Canal Sur (la cadena autonómica) junto con los otros candidatos. “La excusa esgrimida fue su compromiso de acudir a un mitin en Jaén. Argumentos que no paliaron el sentimiento de decepción de la militancia y simpatizantes de Podemos que, sin duda, deseaban haber visto a su candidata en el tan relevante debate televisivo”, asegura.

También Podemos se confundió, según el politólogo, al haber un exceso de improvisación en sus mensajes, como cuando la secretaria provincial por Sevilla dijo que si su partido gobernaba se votaría sobre la celebración de la Semana Santa Sevillana. Un gran error teniendo en cuenta que la Semana Santa andaluza “es intocable para el poder político puesto que es una expresión artística y cultural del pueblo andaluz”. Y al despreciar a la candidata y presidenta socialista Susana Díaz, “a pesar de su enorme aceptación entre los andaluces”.

Pero además de estos errores, a Podemos lo frenó en su ascenso vertiginoso su propia indefinición ideológica, sus vínculos aún sin aclarar con el régimen de Venezuela y, sobre todo, el desencanto de una parte de sus votantes originales, hartos de su repentino “giro al centro”. Y, por supuesto, la irrupción de una nueva formación política, Ciudadanos, más cerca de la derecha liberal, pero que coincide en sus críticas al régimen de los partidos políticos de 1978 y a su corrupción interna.

Pasada la decepción andaluza, su siguiente reto son los comicios municipales y autonómicos en mayo, como paso previo a las cruciales elecciones generales de fin de año, en las que se decidirá el futuro gobierno de España para los próximos cuatro años.