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 Durante las próximas semanas uno de los temas principales en la agenda nacional será la discusión de la reforma energética. Por este motivo la encuesta realizada por EL UNIVERSAL/Buendía&Laredo, del 8 al 13 de agosto, rescata las posturas de la ciudadanía en torno a una de las reformas de mayor discusión en el país.

Se preguntó ¿cuál es la reforma más importante para el país? Del total de entrevistados, 28% cree que es la reforma energética; mientras que 25% considera que es más urgente una reforma para combatir la corrupción. En tercer lugar se encuentra una reforma electoral (13%), a la que le siguen la fiscal (9%) y la del control de deuda en los estados (8%).

Se preguntó a los ciudadanos ¿qué entienden por reforma energética? Contrario a lo que se pudiera pensar, de forma espontánea, la respuesta más repetida fue “luz” (13%), seguida de “alza de precios” (12%) y, en tercer lugar, “Pemex” (9%). Se encontró que 37% asocia la reforma energética con un concepto neutral, 15% con un concepto negativo, 13% con un concepto positivo y 35% se divide entre la no respuesta y otras menciones. Cabe señalar que para este ejercicio el concepto “privatización” se incluyó en el grupo neutral, ya que no es posible conocer el sentido de la respuesta.

Seis de cada 10 mexicanos (62%) cree que Pemex necesita reformas para funcionar mejor, mientras que 28% considera que la paraestatal no necesita reformas porque funciona bien como está. En otras palabras, la ciudadanía demanda cambios en Pemex.

Por grupos sociodemográficos, encontramos que los habitantes del norte del país, los panistas, personas con estudios hasta preparatoria y usuarios de internet son los más convencidos de la necesidad de reformas en la paraestatal. Por su parte, los perredistas, simpatizantes de partidos minoritarios, con estudios hasta primaria y habitantes del sur y centro del país son los menos adeptos a modificar el statu quo en Pemex.

Profundizando en el tema, cuatro de cada 10 considera que la reforma debe incluir principalmente la reinversión de ganancias para aumentar la producción, dato ligeramente superior a la medición de mayo (+4). Destaca el crecimiento de “reducir la influencia del sindicato de Petróleos Mexicanos” (+7).

Polémica por inversión privada

Uno de los temas que genera más polémica es la inversión privada en la paraestatal. Los resultados muestran una interesante estabilidad. Al igual que en la medición de mayo, poco más de 60% se declara opositor a permitir la inversión privada en Pemex y sólo 20% está de acuerdo. Por tanto, una conclusión sería que la paraestatal requiere reformas, pero éstas no deben incluir la inversión privada.

Otro tema es sobre las posibles consecuencias de no efectuar reforma alguna a Pemex. Para 40%, en 20 años, ésta produciría menos petróleo que ahora. Por otro lado, 67% considera muy o algo probable que se tendría que comprar petróleo y gas a otros países de no aprobarse la reforma energética; 65% cree que es muy o algo probable que el crecimiento económico sería inferior a otros países, y 65% argumenta que es probable la imposibilidad de extraer petróleo y gas de lugares profundos y de difícil acceso. Los perredistas son el grupo más conservador ante estos escenarios.

A pesar de que la mayoría de los mexicanos consideran que Pemex necesita reformas, es importante destacar que 38% señaló que está entre las empresas más modernas del mundo; en contraste con 24% que dijo que la paraestatal está entre las menos modernas del mundo. Al analizar esta pregunta por identificación partidista de ciudadanos, se puede observar que los panistas son el grupo que menos cree que Pemex está entre las empresas más modernas (34%). Otro tema interesante es la incertidumbre de los mexicanos en cuanto a los precios: la mitad de los entrevistados mencionaron que los precios de la gasolina, gas y luz aumentarían si se cambian las leyes en materia energética.

En resumen, la ciudadanía otorga mucha importancia a la reforma y la mayoría considera que el statu quo no es el camino adecuado para la paraestatal. Sin embargo, la inversión privada sigue siendo rechazada como motor de las reformas en Pemex. Aunado a lo anterior, la mayoría percibe consecuencias negativas de no darse una reforma.