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Escasez de gasolina tras "Frankenstorm"

J. Jaime Hernández / Enviado| El Universal
00:15Domingo 04 de noviembre de 2012
Clientes esperan en una fila en la estacin Hess, donde al menos 60 personas aguardaban su turno par

PACIENCIA. Clientes esperan en una fila en la estación Hess, donde al menos 60 personas aguardaban su turno para llenar sus bidones de gasolina, en Nueva York. (Foto: DAVID CARUSO I AP )

Nueva York vive escenas de caos, frustración y de violencia

NUEVA YORK.- En medio del caos, la frustración y el desconcierto, la ley de la selva poco a poco se abrió paso en Nueva York. La escasez de gasolina, sumada a la falta de electricidad y de transporte, se convirtieron en un poderoso elemento de discordia y de disputas entre los habitantes de esta ciudad, que no logra aún dejar atrás los estragos que dejó a su paso la tormenta Sandy.

La violencia estuvo a punto de cobrarse sus primeras víctimas. Como en el caso de Sean Bailey, un automovilista de 35 años que, pistola en mano, estalló y se saltó la inmensa hilera de conductores que se apelotonaban en el barrio de Queens para exigir que se le vendiera gasolina.

En medio de la trifulca, Bailey se salió con la suya. Pero no por mucho tiempo ya que, a las pocas horas, fue arrestado y ahora enfrenta cargos por amenaza y posesión ilegal de arma. El desquiciado conductor enfrenta una pena de hasta por 15 años de prisión.

"Fue un arranque de desesperación", opinó un automovilista, con tono indulgente. "Fue un arrebato de locura y un acto criminal", señaló un taxista.

El desabasto de gasolina llegó a tal punto que el presidente Barack Obama tuvo que ordenar el uso de las reservas de gasóleo de calefacción para aliviar la situación en las comunidades golpeadas por Sandy. La cifra de muertos supera ya el centenar, incluyendo un inmigrante oaxaqueño a quien le cayó un árbol cuando estaba en labores de limpieza de escombros, en Maryland.

Es que aunque la situación ha mejorado gradualmente -la luz regresó ya para unos 100 mil abonados en la mitad sur de la isla neoyorquina de Manhattan y otros 122 mil en Brooklyn-, la realidad asoma en los rostros de decenas de miles de ciudadanos que se jalan de los pelos, desesperados por conseguir un poco de gasolina.

En el cruce de la calle 42 y el Boulevard Astoria, los automovilistas se disputan durante horas un lugar en la fila, todos con miradas que parecen decir "Ni-te-atrevas-a-meterte-en-la-fila".

La mayoría son taxistas, pero también hay empleados de correos, trabajadores de limpieza y reconstrucción que hoy necesitan más que nunca el vital líquido para proseguir con sus labores de rescate en las zonas afectadas de Nueva Jersey o Staten Island. "Esto es de locura. Llevo varias horas y la fila no avanza", se lamenta John N., empleado de una empresa de reparación de sistemas de calefacción.

"No más gasolina. No más gasolina. Quizá sábado", decía el responsable de la estación, un inmigrante posiblemente de Medio Oriente o de Asia, sin saber qué más responder.

Los ciudadanos de a pie viven su propio drama, con un transporte que no termina de normalizar su situación: "Muchos taxistas han abusado. Te suben y te cobran la totalidad del trayecto a pesar de que lo hayas compartido con otras dos o tres personas", dice una joven que pagó 50 dólares para llegar del Puente de Brooklyn a la parte alta de Manhattan.

En medio de este caos, el senador demócrata por Nueva York, Charles Schumer, exigió al Servicio Nacional de Guardacostas (USCG) reabrir a la brevedad el puerto, uno de los más importantes puntos de suministro de petróleo en el mundo. Por sus muelles pasan 900 mil barriles de petróleo y gasolinas.



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