Una historia que se remonta a 1956, cuando inició operaciones como cárcel penitenciaria en el Centro de Readaptación Social de La Mesa, conocido como El Pueblito, culminó hoy con el traslado de 2 mil 200 reos y de sus familias al nuevo penal en El Hongo, a 80 kilómetros al oriente de esta ciudad.
El comandante operativo de la Policía Federal Preventiva (PFP), Francisco Arellano Noblecía, encabezó el Operativo Tornado, por el cual se trasladó a los reclusos al nuevo penal, en tanto que otros 44 reos fueron llevados a distintos reclusorios del país.
"Hoy es el fin del Pueblito de La Mesa", sentenció Arellano Noblecía, inmediatamente después de que los reos fueron trasladados a El Hongo y las cárceles de Matamoros, Tamaulipas; Puente Grande, Jalisco, y La Palma, en Almoloya de Juárez, Estado de México.
"La siguiente fase es la destrucción de este penal. Hoy termina el Pueblito de Tijuana", una cárcel cuyas dimensiones son aproximadas a una hectárea de superficie, construida en 1956 e inaugurada el 20 de noviembre, cuando formalmente inició sus operaciones.
Citada en una de las canciones norteñas con el nombre de "El Pueblito", el penal de Tijuana se erigió en 1956 como un imponente edificio en los solares del sector La Mesa, cuando esa área se encontraba en las afueras de la mancha urbana y que poco a poco vio poblarse en su derredor con todo tipo de comercios y viviendas.
También el crecimiento numérico empezó a llegar a El Pueblito, pues construida originalmente para albergar a un máximo de 2 mil 500 reos, por la sobrepoblación superaba 4 mil 500 reclusos, en muchos de los casos incluía a familias enteras.
La desocupación del penal incluyó el traslado no sólo de los reos, sino de las familias de estos, que en autobuses fueron trasladadas al albergue que de manera provisional se instaló en el auditorio "Fausto Gutiérrez Moreno", con la intención de que pronto sean instalados en viviendas específicas.
"Este operativo se hizo con una planeación de cuatro meses", dijo Arellano Noblecía, quien agregó que por esa razón se incluyó en el desalojo a las familias de los reclusos, esposas e hijos, pues "la intención del gobierno estatal es que en los casos que proceda, tengan acceso a una vivienda".
Indicó que esta sobrepoblación derivó también en vicios que fueron incrementándose, entre ellos la distribución de droga, pues "era del conocimiento de los medios informativos que las drogas costaban más baratas en el penal que en la calle".
Además, la falta de control permitía la operación de por lo menos unas 150 tiendas de diversos giros, "hasta el día de ayer existían aquí 150 comercios de todo tipo en el que se encontraban prácticamente todo lo que se quería. Existían grandes y cuantiosos intereses".
A los 150 locales destinados para estos comercios, el funcionario dijo que habría que agregar unas 700 carracas, "esto es como derribar un pueblo con unas 900 viviendas", dijo al reafirmar la posición del gobierno federal y estatal en el sentido de que el final del penal de La Mesa se había iniciado esta mañana.
El operativo duró alrededor de ocho horas, tiempo más que suficiente para hacer el traslado, tanto de los reos que irían a El Hongo, como lo que serían trasladados a los otros centros penitenciarios denominados de alta seguridad; "este operativo tuvo un planeo de cuatro meses", insistió Arellano Noblecía.
El penal, que cumpliría 46 años el 20 de noviembre, empieza a ver escrita su historia y como cerrojo las palabras de Arellano Noblecía, "hoy es el fin del Pueblito de La Mesa".
