aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Una persona "importante" por Lulú Petite

Sin dejar de besarnos caminamos, él empujándome suavemente y yo dando pasitos hacia atrás, confiando en su guía, hasta quedar arrinconada en una esquina entre la puerta y la pared. Ahí los besos siguieron, pero ya más cachondos

Lulú Petite Su respiración se sentía agitada, sus labios sabían un poco al tequila que había tomado, sus manos hurgaban bajo mi falda. (Foto: Lulú Petite )

Ciudad de México | Martes 06 de diciembre de 2011 Lulú Petite | El Universal08:09

Querido Diario:

Cuando Míster Equis me invitó a que lo visitara de nuevo en su casa al día siguiente de nuestro reencuentro, simplemente pensé 1) que lo había pasado igual de bien que yo y 2) que no se le había quitado lo jarioso. No esperaba que me recibiera Bianca.

En tiempos de la agencia era normal trabajar donde hubiera más niñas, pero ya no. Bianca me cae bien, pero no trabajo tríos ni nada parecido (no me concentro), mucho menos si ni siquiera me avisaron. Afortunadamente, Míster Equis apareció antes de que me fuera. Me saludó efusivamente y, tomándome las manos, como para ir midiendo mi pulso y evitar que escapara, me explicó la situación.

-Corazón- me dijo -en mi estudio está esperándote alguien con ganas de conocerte. Te va a caer bien.- continuó -Le expliqué que eres mi amiga y que podía arreglar la cita, es una persona "importante" (me cae que así me dijo) y, por discreción, no podía decírtelo antes ¿Comprendes verdad? Tú entra, ya quedé con él que te debe pagar bien. Bianca y yo los vamos a dejar solitos ¿Te parece?

No me dejó hablar. Soltó el choro mareador de corridito, como para no dejar cabos sueltos y garantizar que no lo mandara a la burger. Afortunadamente tengo mucho tiempo de conocer a Míster Equis, y sé que sus amigos son confiables. Además, mi curiosidad era suficiente (con aquello de la persona "importante"). Acepté.

-Te quedas en tu casa- Dijo antes de irse con Bianca quién sabe a dónde.

Pasé al estudio de Míster Equis, una habitación con un escritorio precioso y una tremenda colección de libros. Apenas abrí la puerta y reconocí a la persona "importante". Tan guapo e interesante como se ve en la televisión (Corrijo: De cerca y personalmente, se veía más guapo e interesante que en la tele). Obviamente, no he de decir quién es ni a qué se dedica, sólo que Don Importante (llamémosle así) es de esos galanes que cautivan. Una de las garantías de pagar por compañía (tal vez la primordial) es que guardamos secretos, por más que contemos lo que hacemos, siempre será cuidando no balconear a nadie. Nunca las pistas serán bastantes como para que un cliente se vea descubierto.

Me quedé de pie, en la puerta, no sé si pasmada por la sorpresa del galán que me iba a echar o simplemente esperando a que me invitara a pasar. Don Importante se puso de pie, sonrió con ternura, dio un sorbo a un vaso de tequila, se acercó a mí y se presentó (como si hubiera sido necesario). Recuperé el temple de inmediato, lo último que quiere un famoso, cuando contrata compañía es que lo trates como famoso.

Sin decir nada más, me tomó del talle y me dio un beso en los labios. Un beso tierno, cálido, perfecto para estos tiempos de frentes fríos. El beso fue largo y delicioso, robado de una forma casi ruda, sin pedir permiso ni hablar de otra cosa, él ya estaba pegado de mis labios, jugando un poco con nuestras lenguas y metiendo mano por rincones íntimos. A pesar de la invasión, no se sentía grosero ni brusco, al contrario, las caricias se daban de una forma tan natural, que parecíamos dos amantes que se encuentran después de una larga ausencia y no dos extraños que recién se están conociendo.

Sin dejar de besarnos caminamos, él empujándome suavemente y yo dando pasitos hacia atrás, confiando en su guía, hasta quedar arrinconada en una esquina entre la puerta y la pared. Ahí los besos siguieron, pero ya más cachondos. Su respiración se sentía agitada, sus labios sabían un poco al tequila que había tomado, sus manos hurgaban bajo mi falda. Buscó la lencería, metió sus dedos entre mis piernas y las sintió jugosas, entusiasmadas por el asalto sexual de aquel hombre tan atractivo, tan seguro de sí mismo, tan dueño de la situación y del encuentro. Entonces se bajó el cierre y sacó su sexo, grande, limpio, duro como tronco. De inmediato tomé un preservativo de mi bolsa (que aún llevaba en la mano) y, de cuclillas, se lo puse con la boca. Dejé mi bolso en el piso y comencé lo mío.

Casi de inmediato, me tomó de las axilas, me levantó y, volviéndome a acorralar en la esquina entre la puerta y la pared, me subió la falda, hizo a un lado mi lencería y me penetró, prácticamente clavándome en la pared. Entonces me colgué a su cuello, él me levantó agarrándome de las nalgas y me columpió con sus brazo fuertes, hasta que se vino llenando el condón al tope y soltando un grito tan sabroso que fue capaz de contagiarme el placer.

Cuando terminó me dio un beso, se quitó el preservativo y lo tiró en el baño. Yo me quedé paradita, en la misma esquina, acomodándome la ropa y las ideas, aún con las piernas temblorosas de placer. Entonces Don Importante volvió, me tomó de la mano con cortesía y me llevó a la misma habitación donde no hacía más de 24 horas había estado cogiendo con Míster Equis. Allí nos quedamos, amándonos un par de horas más.

En la noche me llamó Bianca para preguntar cómo me había ido. Le respondí que de maravilla, sin dar detalles. Quedamos de volver a vernos pronto.

Un beso

Lulú Petite



PUBLICIDAD