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Huye fuerza policiaca en poblado de Chihuahua

Por segunda vez, la población de Ascensión —por la que según EU se introdujeron las armas de “Rápido y furioso”— se quedó sin policías, debido a las amenazas del narco

HARTAZGO. En los últimos tres años, Ascensión ha sido escenario de una serie de hechos delictivos, por lo que en más de una ocasión los pobladores se han hecho justicia. (Foto: Archivo EL UNIVERSAL )

Viernes 05 de agosto de 2011 Corresponsalía | El Universal04:41
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ASCENSIÓN

Por segunda ocasión en menos de 10 meses, la población de Ascensión se quedó ayer sin policías municipales. Todos renunciaron por temor a los ataques de narcotraficantes y, luego de casi un día sin seguridad, la Fiscalía General del estado informó que el Ejército y la Policía Federal se harían cargo de la protección de los habitantes.

Este ayuntamiento fronterizo de Chihuahua, cuyos pobladores definen como un lugar muy lejos de Dios, muy cerca de Estados Unidos y debajo de los narcotraficantes, ha sido escenario en los últimos tres años de una serie de hechos violentos, que por su dimensión difícilmente podría pensarse que ocurrieron en un área que alberga apenas a 10 mil habitantes.

Por aquí, según las investigaciones del gobierno de Estados Unidos, fue uno de los puntos por el que ingresaron a México buena parte de los rifles de asalto de la fallida operación Rápido y furioso, que implementó la Oficina de Control de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos de ese país.

En este contexto, desde el miércoles por la tarde, las autoridades y habitantes de Ascensión vieron nuevamente como renunciaron todos los oficiales de la Policía Municipal, en lo que es la segunda ocasión en menos de 10 meses que la corporación queda sin integrantes. En ese mismo periodo han sido asesinados cinco agentes y el director de la policía, e incluso el secretario del ayuntamiento salvó su vida milagrosamente luego de ser atacado a tiros por un comando.

El pueblo, cabecera del municipio del mismo nombre, el cual por su vasta extensión —que equivale al territorio del Distrito Federal, Tlaxcala y Morelos juntos— y su frontera de casi 180 kilómetros con Estados Unidos, se ha convertido en un zona idónea para el trasiego de enervantes y cruce de indocumentados. También ha sido escenario de linchamientos y en repetidas ocasiones los ciudadanos han tomado la ley en sus manos.

La presencia del crimen organizado en la región no es nueva, sin embargo, en el reciente lustro las bandas de delincuentes incluyeron el secuestro y la extorsión a la población local como una fuente de recursos paralela a la venta de droga al vecino país. De la misma forma, dejaron de corromper a las fuerzas policiacas y optaron por la amenaza como mecanismo para que se les permita desarrollar actividades ilícitas.

Ola de ataques

La renuncia de todo el personal operativo de la policía ocurre a un día de que tres agentes fueran atacados por un grupo armado con saldo dos de ellos muertos y una oficial gravemente herida. El presidente municipal de Ascensión, Jaime Domínguez Loya, reconoció que los elementos tomaron la medida por miedo a ser víctimas de una nueva agresión, pues tres días antes la comandancia local recibió decenas de tiros de un grupo de desconocidos, sin que se registraran lesionados.

Fueron 26 los oficiales que entregaron sus placas, armas y dejaron la seguridad de la comunidad en manos de las fuerzas federales y la policía estatal. No quisieron correr la suerte de quien fuera director de la corporación Manuel Martínez Arvizo, y de dos de sus escoltas, cuyos cuerpos torturados y con el tiro de gracia fueron encontrados en el interior de una patrulla cerca de la comunidad de El Cuervo, el 14 de mayo pasado.

Martínez fue nombrado titular de Seguridad Pública en septiembre del año pasado, cuando el pueblo enardecido mató a golpes a dos secuestradores y obligó al anterior alcalde a despedir a los 12 policías que integraban en ese momento la corporación.

El edil lo contrató a petición del presidente electo y por unas dos semanas fue el único miembro en la dependencia. Sin embargo, para principios de este año ya había logrado reclutar a 35 elementos, aunque la cifra de nuevo fue a la baja ante las constantes amenazas de los criminales.

La autodefensa

Ese temor en los cuerpos de seguridad se reflejó en una escasa protección a la ciudadanía, al grado que los ascensionenses optaron por defenderse ellos mismos ante la ola de amenazas, extorsiones y ataques.

Álvaro Sandoval, un comerciante de Puerto Palomas, frontera con Columbus, Nuevo México, tomó su pistola y dio muerte a tres extorsionadores que intentaban ingresar a su domicilio, después de haberlo amenazado para que pagara un fuerte cantidad de dinero como “derecho de piso”.

Su caso fue un suceso mediático, la prensa de todo el mundo reprodujo la historia como un ejemplo de la indefensión que se vivía en la comunidad.

Una semana después, Sandoval Díaz fue asesinado junto con su esposa Griselda, de 33 años, en el domicilio que antes había defendido.



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