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No quiere convivir con niños; teme que se rían... le digo que está muy guapo

Ese viernes 5 de junio, la familia Robles Villegas localizó a Héctor en un hospital de Hermosillo, a las siete de la tarde, cuatro horas después de la tragedia de la guardería ABC. Adriana, su madre, recuerda que lo reconoció al mirar su perfil y sus deditos, porque estaba todo vendado

CUIDADOS. A sus cinco años de edad, Héctor no puede exponerse al sol; la luz natural podría dañar los injertos de piel que tiene en rostro y piernas. (Foto: Luis Cortés / EL UNIVERSAL )

Ciudad de México | Jueves 02 de junio de 2011 Thelma Gómez Durán | El Universal10:00
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Ese viernes 5 de junio, la familia Robles Villegas localizó a Héctor en un hospital de Hermosillo, a las siete de la tarde, cuatro horas después de la tragedia de la guardería ABC. Adriana, su madre, recuerda que lo reconoció al mirar "su perfil y sus deditos, porque estaba todo vendado".

El pediatra que valoró a Héctor recomendó llevarlo al Hospital Shriners, famoso por su atención a niños quemados. "Contacté al hospital. Me dijeron que podían recibirlo, pero funcionarios del IMSS me dijeron que, como no tenía visa, no lo podía llevar, que el niño se iba a ir a Guadalajara (al Centro Médico de Occidente)".

Adriana se aferró en llevar a su hijo a Sacramento, California. Incluso consiguió que el Hospital Shriners enviara una avioneta para el traslado, pero "no la dejaron aterrizar hasta las seis de la tarde del sábado. Cuando por fin llegamos, a las 11 de la noche, en el hospital ya tenían un permiso para mi entrada a Estados Unidos. Así que no necesitaba visa".

Héctor Robles Villegas llegó al Hospital Shriners con poco más de 60% del cuerpo quemado. Tenía tres años de edad. Ha sido sometido a 14 cirugías en los últimos dos años, la más reciente fue en enero pasado.

El cuerpo de este niño de cinco años apenas y sabe lo que es recibir los rayos del sol. Sus padres cuidan que no le dé la luz natural, porque podría dañar los injertos de piel que tiene en brazos, rostro y piernas.

Héctor fue el segundo niño con quemaduras graves que llegó al Hospital Shriners, centro que funciona con donativos y que ofreció su ayuda desde el momento en que se enteró del incendio en la guardería. "No entiendo por qué nos pusieron tantas trabas para trasladar a nuestros hijos". Adriana piensa que "si los hubieran enviado allá rápido, muchos se hubieran salvado".

En octubre pasado, Héctor entró a segundo de preescolar. Sus padres eligieron la escuela, entre otras cosas, porque tiene patio techado. Todas las tardes, asiste a terapias físicas, ocupacionales y sicológicas. Por ahora, el objetivo es que pueda desarrollar la motricidad fina, sobre todo en su mano derecha, porque sus dedos aún no se estiran bien.

Hay días en que Héctor está muy enojado. Hay días en que no quiere convivir con otros niños porque, dice, "se van a reír". Por eso Adriana trabaja en la autoestima de su hijo: "Le digo que está muy guapo, que se está recuperando muy bien".

Adriana también tiene que trabajar con sus dos hijas, mayores que Héctor, en especial con Lizbeth. "El día del incendio, ella llegó con su papá a la guardería. A mi esposo le tocó estar pasando niños. Ella vio todo. Y aunque tiene nueve años, todavía no puede dormir sola".

Adriana espera que en las próximas semanas le llamen del Hospital Shriners para informarle cuándo será la próxima cirugía de su hijo.

A sus cinco años, Héctor sólo espera que los médicos le digan cuándo podrá salir a jugar en el patio, y tomar el sol.




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