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Alejandra y Olga, dos sobrevivientes

En esta familia dos son sobrevivientes. Una de ellas es Olga Ochoa Barreras. Ella era maestra en la guardería ABC. El viernes 5 de junio del 2009 tenía a su cargo a 18 niños

FORTALEZA. Con quemaduras en 80% del cuerpo, Alejandra tenía pocas esperanzas de vida. (Foto: Luis Cortés / EL UNIVERSAL )

Ciudad de México | Jueves 02 de junio de 2011 Thelma Gómez Durán | El Universal10:00
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En esta familia dos son sobrevivientes. Una de ellas es Olga Ochoa Barreras. Ella era maestra en la guardería ABC. El viernes 5 de junio del 2009 tenía a su cargo a 18 niños.

A muchos de ellos se los encuentra en los pasillos y salas del Centro de Atención Inmediata para Casos Especiales (CAICE), que se construyó para atender a quienes estaban en la guardería el día del incendio. Algunos de sus alumnos murieron, pero ella lo supo hasta días después.

Olga presentó quemaduras en brazos y espalda, así como intoxicación por inhalación de tóxicos. Estuvo internada en un hospital de Ciudad Obregón. Ahí se enteró de que su hija, Alejandra Esquer Ochoa, también estaba lesionada. "Sólo me decían que estaba grave", recuerda la madre de familia.

La maestra trata de contar lo que ha vivido su familia en estos últimos 24 meses. Sus recuerdos se interrumpen porque Alejandra brinca, posa ante la cámara, presenta a sus hermanos: Fernanda, de nueve años, y Daniel, de ocho. Presume sus zapatillas y dice con mucho orgullo que este 2 de junio cumple cinco años.

No para de correr de un lado a otro. Se sube al sillón donde está su mamá y empieza a despeinarla.

Hace dos años, eran muy pocas las esperanzas de vida para Alejandra. En 80% del cuerpo presentaba quemaduras de segundo y tercer grado. Ella fue la primera niña que llegó al Hospital Shriners, en Sacramento, California.

Olga pudo estar con su hija una semana después. "Al otro día que llegué, le amputaron ocho dedos de sus manos", cuenta esta maestra que, como todas las mamás de los 24 niños que resultaron con quemaduras, dejaron de trabajar y ahora, por decreto presidencial, el IMSS les otorga el salario neto que recibían cuando sucedió el incendio.

Alejandra "es una niña muy madura para su edad", dice Olga. Repite lo que han dicho otras mamás de estos niños: sus hijos maduraron mucho. Es como si hubieran perdido parte de su inocencia.

Alejandra está emocionada por su cumpleaños. Aunque no tendrá fiesta porque justo este jueves ella y su mamá viajarán a Sacramento, California. Pasarán cuatro meses en el Hospital Shriners, donde la niña tendrá cinco cirugías para ponerle expansores que le permitan estirar la piel de la cara y de las manos. Unas semanas después viajarán el esposo y los otros dos hijos de Olga. "Así no estamos tanto tiempo separados", dice.

Los pasajes y viáticos del viaje son parte de los gastos que, por decreto presidencial, tiene que asumir el IMSS en el caso de todos los niños que requieren viajar para ser atendidos.

Alejandra hace preguntas. Quiere que su mamá le diga cuándo le van a poner sus deditos, cuándo tendrá todo su cabello. Olga recurre a su preparación de maestra para explicarle que el proceso será largo.

Pero cuando la niña corre hacia las recámaras, la maestra Olga, quien ha tomado terapia como toda su familia, confiesa: "Lo que queremos es que nos enseñen a superarlo; que nos enseñen cómo le podemos ayudar a ella a superarlo".




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