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El “rugido” de un huracán revela su fuerza

Científicos de EU prueban en México monitoreo con el uso de micrófonos inmersos en el mar
Lunes 30 de mayo de 2011 Guillermo Cárdenas Guzmán | El Universal07:03
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guicardenas@hotmail.com

Surgió en el Mar Caribe como tormenta tropical a fines de junio de 2010. Atravesó Yucatán y el Golfo del México, donde cobró fuerza y ya convertido en huracán categoría 2, “Álex” llegó a Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, donde dejó devastación, inundaciones y decenas de muertos.

Estas escenas nos recuerdan que conocer la intensidad de un huracán antes de que entre a tierra es imprescindible para salvar vidas o evitar los altos costos derivados de una evacuación innecesaria. Por ello, científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EU), en colaboración con la Dirección General de Oceanografía, Hidrografía y Meteorología de la Secretaría de Marina prueban un sistema de monitoreo basado en el sonido.

Dirigidos por Nicholas Makris, jefe del Laboratorio de Percepción Remota Submarina del MIT, los expertos acaban de concluir el levantamiento de los equipos utilizados durante un año de pruebas (de abril de 2010 a marzo de 2011) para evaluar este método en aguas que circundan a la isla Socorro, cerca de las costas de Colima. Este sistema emplea micrófonos submarinos y permite calcular la fuerza de los vientos al chocar contra las olas a partir de la intensidad del sonido bajo el agua.

¿Evacuar o no?

“Usted debe saber si hay que evacuar a la población o no. Cualquiera que sea la decisión, si resulta equivocada, tendrá grandes problemas”, señala el profesor de ingeniería mecánica y océanica, el cerebro detrás del desarrollo de los dispositivos de medición, unas cápsulas sumergibles dotadas con baterías y micrófonos acuáticos (hidrófonos).

“Hay una relación matemática casi perfecta entre la fuerza del viento y la intensidad del sonido producido”, destaca Makris, quien busca establecer una alternativa o al menos un complemento a los sistemas de medición actuales, basados en costosos monitoreos satelitales y con aviones “cazahuracanes”.

Los aviones que sobrevuelan las zonas circundantes cargadas de vientos intensos así como el ojo del huracán (dotados con equipos especializados de medición como sondas) son hasta ahora el medio más fiable para medir con exactitud la intensidad del fenómeno. Sin embargo, dice el investigador del MIT, es un “enfoque muy oneroso”, pues un solo de esos jets llega a valer 100 millones de dólares.

Para un país en desarrollo vulnerable a los ciclones, tal solución no está siempre al alacance, pues a esa cifra habría que añadir la del costo de un solo sobrevuelo, que ronda los 50 mil dólares. Y para monitorear un huracán durante los días que toma su recorrido se necesitan al menos doce vuelos. Por ello, en EU la agencia encargada de los monitoreos meteorológicos (NOAA) sólo emplea cazahuracanes cuando uno de esos eventos se aproxima a sus costas.

En cambio, añade el académico del MIT, los sensores acústicos valdrían sólo una fracción de ese precio por un vuelo. Este sistema, que antes ha sido objeto de múltiples análisis matemáticos, ya fue validado experimentalmente una vez, al paso del huracán Gert por el Atlántico en 1999, cuando las mediciones coincidieron con los datos obtenidos por un aeroplano.

Luis Javier Plata Rosas, maestro en oceanografía física y profesor de la Universidad de Guadalajara, coincide en que no existe otra forma de conocer con exactitud la fuerza de un huracán y que el vuelo de un cazahuracanes es muy costoso. Pero —matiza— este sistema de análisis a través de sonidos no es novedoso. Además, dice, los modelos teóricos y simulaciones virtuales deben validarse con múltiples mediciones.

“Toda medición de campo de este tipo (meteorológica u oceanográfica) en la que implicas vuelos o embarcaciones tiene un riesgo: la dinámica de la atmósfera y del océano es muy grande. Entonces, es muy difícil colocar los instrumentos como uno quiere, donde uno quiere y el tiempo que uno quiere. Ese es el problema”, señala Plata Rosas.



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