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“El dolor de la nación es tan grande que nos unimos”

El escritor y poeta Javier Sicilia argumenta que lo declarado por el presidente Felipe Calderón a unas horas de iniciar la Marcha Nacional por la Paz confirma que él no ha entendido el llamado del pueblo

AFLUENCIA. Sin incidentes inició la movilización en la que participan cientos de personas, informó la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano (SPyAC) de Cuernavaca. (Foto: Roberto Armocida/EL UNIVERSAL )

Viernes 06 de mayo de 2011 Alberto Torres Enviado | El Universal
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COAJOMULCO

“Vámonos. Vamos a cambiar todo esto en silencio. El ya basta es contra los criminales y el gobierno porque es omiso y nos están matando”, fueron las palabras del escritor y poeta Javier Sicilia y así arrancó la Marcha Nacional por la Paz cuyo destino es el Zócalo del Distrito Federal el domingo 8 de mayo.

“El dolor y sufrimiento de esta nación es tan grande que ya rebasó cualquier ideología, cualquier posición, nos unimos en lo humano, nos unimos en la búsqueda de consuelo”, asegura Javier Sicilia.

Al frente de la marcha va Julián Lebarón, activista social de Chihuahua. Es el abanderado, carga la Bandera Nacional. Le siguen el escritor Javier Sicilia, los padres de niños muertos en la Guardería ABC y luego familiares de jóvenes masacrados en Villas de Salvárcar. Son las 7:30 horas. Apenas hay 200 al salir de la Glorieta de la Paloma de la Paz en Cuernavaca.

Más atrás marcha Olga Reyes, sobreviviente de la familia Reyes Salazar asesinada y perseguida en el Valle de Juárez por denunciar a la delincuencia organizado y la corrupción en el gobierno de Chihuahua.

Unos metros atrás va el obispo Raúl Vera, defensor de derechos humanos, para quien esta marcha es la primera expresión de la sociedad civil organizada para tomar las riendas porque, dice, el gobierno ya demostró que no puede contra el crimen organizado.

“Ante tanto dolor necesitamos el silencio, no sólo es mi caso. Aquí vienen muchos más que han sido víctimas de la violencia. Este es el momento para que los familiares de las víctimas den su testimonio y dejen el miedo atrás y todos salgamos a reclamar lo que es un derecho: la seguridad y la justicia”, asegura Sicilia.

Para las 10:00 horas son ya 850 los que marchan, dicen en Caminos y Puentes Federales. Se han agregado: el primo de Marlene, una chica que desapareció en Chiapas; el padre de un joven asesinado en Puebla; una madre de otro joven muerto en Ixtapaluca y dos jóvenes de Las Abejas que de bebés sobrevivieron a la masacre en Acteal. La lista es interminable.

En esta marcha la mayoría tiene una historia sobre la violencia en México.

“La marcha es un mosaico del dolor social que ha dejado en casi cinco años la llamada guerra contra el narcotráfico”, dice Sicilia.

La caravana en silencio ocupa un carril y el acotamiento de la autopista México-Acapulco en dirección al Distrito Federal. La misma carretera en la que la delincuencia organizada en Morelos ha dejado cadáveres, mensajes y que utiliza con total impunidad, hoy es tomada por la sociedad civil organizada. Pese al caos vial los automovilistas los apoyan, tocan las bocinas y sacan pañuelos blancos y en hojas de papel escriben sus consignas.

“El Presidente tiene un interés equivocado con la ciudadanía. No están sirviendo a los que deben, a la nación. Los invitamos a que escuchen y caminen con nosotros y si no quieren o no pueden parar esta masacre contra el pueblo que se vayan”, dice determinante Javier Sicilia.

El escritor y poeta argumenta que lo declarado por el presidente Felipe Calderón a unas horas de iniciar la marcha confirma que él no ha entendido que el llamado es un “ya basta contra los criminales, pero también contra el gobierno, porque ha sido omiso y no ha cumplido con su papel de brindar seguridad y justicia social.

“El Ejército debe salir de las calles. No de la noche a la mañana, pero debe hacerlo. Así lo ha pedido la ONU. Esto no sólo se combate con más violencia, con militares y policías, no tienen imaginación”, critica Sicilia.

Desde el antiguo mirador se domina el valle de Morelos. El viento que aquí pega reanima a los manifestantes. Son las 14:00 horas y se han detenido a comer. El empresario Eduardo Gallo critica también las declaraciones del presidente. “Es un pensamiento de si no están conmigo están contra mí, y no es así. Lo que queremos es que frenen esta violencia, gobierno y criminales, que nos está matando. Ya van más de 40 mil los muertos”.

La marcha se reanuda. Es el último tramo antes de llegar a dormir. Algunos manifestantes ya arrastran los pies. Pero unos a otros se dan ánimos. El obispo Raúl Vera recupera el paso y va de nuevo adelante con Sicilia.

Son las 18:00 horas cuando llegan a la comunidad indígena de Coajomulco. Javier Sicilia recibe la noticia. El padre Raúl Orozco, su guía espiritual ha fallecido en Cuernavaca. Asegura que su partida le duele, pero eso le da también fuerza porque sabe que él estaría en esta marcha como luchador social.

Al entrar a la comunidad indígena los manifestantes reciben ofrendas y una flor de maguey símbolo de la fuerza.

En la ayudantía municipal de Coajomulco, en el cine del poblado, una escuela primaria y una secundaria los manifestantes duermen esta noche, sobre 200 colchonetas que el movimiento recolectó, otros en casas de campaña y los más estoicos envueltos en bolsas de plástico por el frío y la neblina que cubren el lugar.

Alrededor de fogatas, con guitarras en mano y armónicas, con canciones del México revolucionario, de protesta y de Chava Flores los manifestantes recargan fuerzas para este viernes salir a las siete de la mañana con rumbo al DF, para dormir en Topilejo.



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