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Vecinos de Ernesto Sabato, dolidos por su muerte

El intendente del partido de Tres de Febrero, Hugo Curto, se solidariza con la familia del fallecido escritor

Adiós. Los vecinos de Ernesto Sabato están dolidos por su muerte. (Foto: Archivo )

BUENOS AIRES | Sábado 30 de abril de 2011 Por José Vales / Corresponsal | El Universal10:41
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Con dolor y consternación, el vecindario de Santos Lugares (en el extrarradio de Buenos Aires) viven la pérdida de su vecino más ilustre, Ernesto Sabato.

Allí frente a la casa de la Calle Salvador Langeri, donde el escritor falleció esta mañana a los 99 años, acudió el intendente del partido de Tres de Febrero, Hugo Curto, para solidarizarse con la familia y decir que "fue un hombre que dejó bien alto el nombre de la Argentina en el mundo. Un hombre muy culto y una personalidad de nuestro distrito. Estamos muy dolidos".

Su vecino Adrián Robledo recordó que "cuando Ernesto cumplió 80 años yo era repartidor de diarios y un día pasaba repartiendo por la puerta de la casa y lo vi quemando a las 6 de la mañana, en la entrada de la casa, unas pinturas que había hecho, me invitó a desayunar y lo que más me llamó la atención fue la cantidad de libros que tenía".

"Me acuerdo que le pregunté dónde estaban las paredes de la casa porque iban desde el piso hasta el techo los libros, y después que me invitó a desayunar, me dijo que cumplía 80 años y me regaló una pintura que aún conservo".

Robledo señaló que "no hablamos nada de literatura" sino que "me insistía con que estaba mayor y que tomara el café con leche que me sirvió".

Luego Robledo asegura que lo vio varias veces caminando por el barrio junto con Matilde -su esposa fallecida- "pero hacía mucho tiempo que no salía de la casa, se sabía que estaba enfermo y que venían familiares a visitarlo, aunque había algunas chicas que lo estaban cuidando".

Víctor Correira, no sólo era vecino sino amigo personal de Sabato, sostuvo que "Sabato estaba mal, pero siempre fue ese hombre excelente que a cada instante nos dio una lección de dignidad".

"Lo conocí hace 30 años, yo tenía un negocio a la vuelta de su casa que reparaba televisores y Matilde me traía las cosas para arreglar. En una oportunidad, vino con Ernesto y empezamos a hablar sobre la obra del Club de Leones, y fue él quien me pidió si lo podría convertir en su ahijado y hacerlo leonino, cosa que así ocurrió".

Correira recordó entre lágrimas que "desde ese momento, comenzamos una amistad a tal punto que una vez, cuando vine a verlo y le toqué el timbre para entrar a su casa, me premió diciéndome "usted es amigo, no tiene que anunciarse, sino solo pasar".

Los vecinos recuerdan que desde la muerte de su hijo Jorge, en un accidente automovilístico, Sabato había mermado las salidas de su casa. Algo que se había profundizado tras el deceso de su esposa Matilde. "Cuando Lo hacía recibía innumerables muestras de afecto", resalta Robledo. Después de todo no sólo era el vecino más ilustre, sino también "el más querido".

ec



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