A marchas forzadas, una brigada de limpieza contratada por la delegación municipal Mesa de Otay remozó en unas horas la Plaza de la Unidad y la Esperanza de Lomas Taurinas, donde hace 17 años fue asesinado el entonces candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio Murrieta.

En una sola jornada hicieron lo que dejaron de hacer en todo un año; sólo se acuerdan de este lugar cada 23 de marzo, criticaron a las autoridades vecinos de la zona.

Grafiti, basura, manchas e incluso chicles que se encontraban pegados en el piso desaparecieron en unas horas, y dieron paso a una plaza “muy presentable”, lista para recibir autoridades y políticos el miércoles, fecha del aniversario luctuoso.

Con manguera y a presión, trabajadores de la empresa contratada dieron un “baño” a Colosio, la estatua de metal que se erigió en su honor luego del homicidio.

"Ojalá todos los días fuera 23 de marzo"

También los vagos fueron retirados de las calles para que nada empañe el lugar, y hasta se hicieron reparaciones a las banquetas, afirmó Javier Ramírez  Hernández, vecino del lugar.

“Ojalá todos los días fuera 23 de marzo para que se acuerden de esta zona”, aseveró el colono, quien sin embargo admitió que la situación es menos complicada que antes del magnicidio.

Antes de la fecha en que Mario Aburto Martínez disparara contra el político priísta, la zona se encontraba en total abandono.

Ninguna calle estaba pavimentada y cuando llovía la colonia se quedaba prácticamente incomunicada.

Enclavada en una especie de cañada donde abundan las laderas y desniveles, no había servicio de transporte y muchas veces los repartidores de mercancía se negaban a entrar por temor a ser asaltados, y ni siquiera la policía se atrevía a recorrer el lugar.

Después del 23 de marzo de 1994 nada volvió a ser igual.

Poco a poco cae en el olvido

Por un lado la conmoción de que un candidato presidencial hubiera sido asesinado en un mitin multitudinario, y por otro la celeridad con que fue construida la Plaza de la Unidad y la Esperanza.

Luego llegó la pavimentación de las calles, y la construcción del centro comunitario “Diana Laura Riojas de Colosio”.

Durante los primeros años posteriores al magnicidio, cada conmemoración era lo mismo: políticos y funcionarios se presentaban a colocar ofrendas florales.

Después las visitas fueron espaciándose hasta que sólo los familiares de Colosio Murrieta llegaban con ofrendas florales.

Militantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) tampoco han faltado, pero ponen mayor empeño sólo cuando los gobiernos en turno son emanados del tricolor.

Esto explica que durante los pasados tres años en que el gobierno municipal estuvo encabezado por un panista (Jorge Ramos Hernández) la plaza permaneciera casi abandonada y ni siquiera en los aniversarios se presentaran a hacer mejoras, según los vecinos.

Sólo en algunas ocasiones y el mismo día de la conmemoración se observaban trabajos de remozamiento.

Adelina Santiago reconoció que los vecinos tienen parte de la responsabilidad del abandono y descuido. Admitió que los mismos vagos de la zona o de colonias aledañas son causantes de los estropicios, incluso han llegado a robar las letras de las frases colocadas en el pedestal que soporta la estatua del político.

Cuando fue Salinas

El 23 de marzo de cada año es motivo para recordar los hechos, incluso que poco tiempo después y de manera sorpresiva se presentara en la plaza el entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari.

Llegó cerca de la medianoche custodiado por decenas de militares que viajaban en dos autobuses. Cerraron las calles y no permitieron que nadie entrara.

Salinas estuvo menos de cinco minutos en el lugar, pero las calles estuvieron “tomadas” por los castrenses durante más tiempo, hasta el retiro del entonces presidente, Salinas de Gortari.

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