Radiación, devastadora para la salud
El experto Eduard Rodríguez-Farré señala que el yodo afecta inmediatamente y deja mutaciones en los genesComenta la Nota
La radiación "ni se ve ni se huele, pero sus efectos
son a largo plazo y dañarán la salud y el medio ambiente durante años",
así describe las consecuencias del accidente nuclear ocurrido en la central japonesa
de Fukushima el radiobiólogo español Eduard Rodríguez-Farré.
En entrevista, Rodríguez-Farré, del Instituto de
Investigaciones Biomédicas de la ciudad española de Barcelona, aseguró hoy que
colegas científicos ya han medido contaminantes como el yodo o el cesio en la
radiación liberada en Fukushima.
La central nuclear japonesa ha sufrido ya la fusión parcial
de dos de sus reactores por la falta de refrigeración a raíz del terremoto y el
maremoto que han azotado el país.
"En el núcleo de un reactor nuclear existen más de 60
contaminantes radiactivos a partir de la fisión del uranio, unos de vida muy
larga y otros de vida muy corta, pero casi todos tienen una gran afinidad con
nuestro organismo y se acumulan en él, ya que son parecidos a nuestros elementos
biológicos", explicó el científico.
Rodríguez-Farré, uno de los mayores expertos internacionales
en radiaciones nucleares y autor de estudios sobre las consecuencias de la
catástrofe nuclear de Chernóbil, afirma que de entre esos 60 contaminantes, los
que tendrían mayores consecuencias para la salud humana serían el yodo, el estroncio
90 y el cesio (C-137).
"El yodo afecta inmediatamente y deja mutaciones en los
genes, a partir de las cuales se puede desarrollar luego el cáncer de
tiroides", dijo el toxicólogo, y recordó que el accidente de Chernóbil
multiplicó por diez los casos de cáncer de tiroides en Centroeuropa.
Por su parte, "el estroncio se acumula en los huesos un
mínimo de 30 años, como si fuera calcio, y durante años continúa irradiando el
organismo; mientras que el cesio queda depositado en los músculos".
Ambos contaminantes "aumentan el riesgo de todo tipo de
cánceres, especialmente de huesos, músculos y tumores cerebrales, disminuyen la
inmunidad del organismo y aumentan la capacidad de sufrir otras
patologías".
Además, "la radiación altera la reproducción",
recordó el investigador, miembro del Comité Científico de "Nuevos riesgos
para la salud" de la Unión Europea, y "afecta más a las mujeres que a
los hombres".
La explicación estriba en que "los espermatozoides se
regeneran totalmente cada 90 días y un espermatozoide alterado desaparece en
ese periodo, pero los óvulos están en los ovarios toda la vida, y si un óvulo
alterado por la radiación es fecundado posteriormente, habrá malformaciones en
el feto, aunque sea años después".
Las consecuencias para el medio ambiente no son menores:
"A largo plazo la contaminación nuclear se deposita en el suelo y en el de
Marzo y se incorpora a la cadena trófica, de los peces, que son la base de la
dieta en Japón, del resto de animales, de las plantas, la fruta, las
verduras...".
Este proceso, argumentó el científico, "se va
bioacumulando, es decir, va pasando de un ser vivo a otro y va empeorando",
y un ejemplo de ello es el de los "miles de renos que hubo que sacrificar
en el Ártico tras Chernóbil, porque estaban absolutamente contaminados a través
de los líquenes que habían comido".
Respecto a las medidas a tomar para prevenirse de la
contaminación radiactiva, Rodríguez-Farré señala que el contacto con la piel se
puede eliminar lavándose con el mismo celo que tiene un cirujano cuando entra a
un quirófano: limpiando y cepillando el cuerpo, el pelo y las uñas con
detergente, y desechando la ropa.
Más complicado es luchar contra la principal vía de contacto
con los contaminantes, "la inhalación", ante la cuál prácticamente
sólo son efectivas pastillas de yodo como las que las autoridades japonesas
están repartiendo a la población.
"El tiroides cuando está repleto de yodo elimina el que
le sobra, así que si tú saturas de yodo normal el tiroides -con las citadas
pastillas-, ayudas a que si inhalas yodo radiactivo lo elimines
rápidamente", aclaró.
eca