Vecinos de Tultitlán se han organizado para dar alimento y apoyo a inmigrantes centroamericanos, quienes llegan en grupos de 15 o 20 personas a esa zona, para abordar alguno de los trenes que van hacia el norte del país.

Según relatan, ver a cientos de personas que caminan sobre las vías del ferrocarril y que comienzan a correr cuando se acerca el tren ya es costumbre, pero el número de indocumentados se ha incrementado de manera considerable en los últimos cinco años.

Tras varios días de recorrido desde sus países de origen, principalmente El Salvador, Guatemala y Honduras, los migrantes llegan al menos una vez por semana a Tultitlán.

"Como ya vienen de días de trayecto, aquí ya llegan con mucha hambre, sucios, cansados y la verdad es que hasta da miedo que anden ahí afuera mientras viene el tren, o cuando se andan escondiendo de la policía", señaló Mario Sánchez Hernández, uno de los vecinos.

En un intento por hacer menos preocupante la presencia de los indocumentados en la zona, un grupo de 12 familias se organizó para preparar alimento y dar la oportunidad a los ciudadanos centroamericanos de asearse.

Y es que ahí, algunos esperan el paso del tren de carga que va hacia el norte del país para abordarlo mientras se encuentra en marcha y llegar a la frontera con Estados Unidos y cruzar a ese país para buscar un trabajo que les dé más recursos de los que obtienen en sus naciones de origen.

"Ya tenemos detectado que es al menos una vez a la semana que llegan, casi siempre en grupos de 15 o 20 personas, y entonces en algunas casas se prepara de comer arroz, chicharrón, huevo, frijoles, tortillas, lo que se pueda, para invitarlos a que coman un poquito.

"Mientras preparamos la comida, en otras dos o tres casas los invitamos a que pasen a lavarse, si traen ropa a cambiarse y a lavar la que traen puesta y así se les hace menos pesado la espera del tren y el trayecto que les falta", comentó.

La ayuda no es forzosa; cuando las familias tienen la posibilidad de apoyar a los "ilegales", como les llaman, aportan lo que pueden. Eso, aseguran los vecinos, crea un ambiente más cordial ante la presencia de los centroamericanos.

"Incluso hay veces, cuando vienen mujeres en los grupos, que ofrecen ayuda para preparar comida o lavar trastes y ya después se quedan junto a las vías, debajo de los puentes donde hay algo de sombra, a esperar que pase el tren", refirió María Amparo Cruz, otra de las vecinas que participa en el grupo.

Con el conocimiento de que están apoyando a personas que están de manera ilegal en el país, los vecinos prefieren no solicitar apoyo de ningún tipo de autoridad gubernamental, por temor a tener problemas legales por esta labor que realizan.

Porque según comentaron, aunque no es común que en la zona haya rondines de agrupaciones policiacas, prefieren no contribuir a que puedan ser detenidos y llevados ante el Instituto Nacional de Migración, por lo que prefieren no dar a conocer la ubicación de donde prestan este apoyo.

mvc