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Tailandia lanza militares contra opositores al gobierno

EFE| El Universal
02:58Bangkok, Tailandia | Lunes 13 de abril de 2009
El frágil Gobierno de Tailandia recurrió hoy a la fuerza para disolver a los manifestantes leales a su rival, el primer ministro depuesto Thaksin Shinawatra, cuando su creciente oposición hacía peligrar la permanencia del Ejecutivo tras apenas cuatro meses en el poder

El frágil Gobierno de Tailandia recurrió hoy a la fuerza para disolver a los manifestantes leales a su rival, el primer ministro depuesto Thaksin Shinawatra, cuando su creciente oposición hacía peligrar la permanencia del Ejecutivo tras apenas cuatro meses en el poder.

La formación política afín al multimillonario Shinawatra perdió el control del Gobierno el pasado diciembre, después de que varios partidos aliados le retiraran su apoyo en el Parlamento.

Pero la crisis económica, incluida la aceleración de los despidos en las grandes fábricas de las zonas industriales, ha supuesto para los políticos leales a Shinawatra un buen caldo de cultivo para intentar recuperar el poder que le arrebataron los militares por medio del golpe de Estado perpetrado en septiembre de 2006.

La pasada semana, la oposición llegó a congregar hasta 100 mil tailandeses, muchos de ellos trabajadores recién despedidos, y estrechó con sus seguidores el cerco a la sede del Gobierno en Bangkok, de la que hoy fueron desalojados a la fuerza por los soldados después de que entrara en vigor el estado de excepción.

Al menos 77 personas resultaron heridas cuando las tropas cargaron contra los manifestantes que desde hacía dos semanas impedían al primer ministro, Abhisit Vejjajiva, y a sus asesores el acceso al Palacio de Gobierno.

Las protestas antigubernamentales fueron similares a las que el año pasado, y durante meses, protagonizaron los detractores de Shinawatra, cuando la formación que crearon sus leales, una vez debilitada por las manifestaciones, perdió el poder por orden del Tribunal Constitucional que la declaró culpable de fraude electoral.

"Desde que la economía entró en crisis, aumenta la cifra de tailandeses que quieren que Shinawatra regrese para gobernar" , indicó horas antes de la primera carga Nattawut Sikua, uno de los cabecillas de las protestas contra el Gobierno de Vejjajiva.

Shinawatra, prófugo de la justicia desde que en octubre pasado fue condenado en rebeldía a dos años de cárcel por abuso de poder, arengó con regularidad desde el extranjero a sus seguidores e invitó a los desempleados a unirse a las protestas.

La crisis económica resuena con fuerza en Tailandia, porque Shinawatra, un antiguo coronel de la Policía que antes de ser depuesto vendió su conglomerado empresarial por unos mil 900 millones de dólares en una operación irregular y libre de impuestos, es para muchos tailandeses un hábil gestor financiero.

A raíz de la ocupación de los dos aeropuertos capitalinos por parte de los detractores de Shinawatra y sus aliados el año pasado, el turismo descendió y empeoró la situación económica de Tailandia, que después de crecer durante los últimos años un promedio del 5%, en 2009 se contraerá un 2%, de acuerdo a las previsiones oficiales.

También, y en medio de la creciente ansiedad que genera la sucesión del rey Bhumibol Adulyadej, de 81 años, las protestas se dirigen contra algunos de los principales asesores del monarca, a quienes los manifestantes acusan de interferir en la política y urdir el golpe de Estado que depuso a Shinawatra.

El duelo entre las protestas de diferente signo, protagonizada durante las últimas dos semanas por los partidarios de Shinawatra y el año pasado de sus detractores, es un claro ejemplo de la profunda división política.

Los manifestantes que protestaron en 2008 eligieron como vestimenta el color amarillo, que representa al Rey, para expresar su apoyo a la monarquía, y denunciaron que el actual sistema democrático no funciona a causa de la corrupción y de la habitual compra del voto en las áreas rurales.

Por su parte, los partidarios de Shinawatra, que visten de color rojo, afirman que también apoyan a la Corona, aunque insisten en que la institución debe permanecer al margen de la política.
Ahora queda por saber si la declaración del estado de excepción y la carga de las tropas para acallar las protestas, que el primer ministro Vejjajiva subestimó, arreglará o empeorará la fractura que el país arrastra desde la asonada militar.

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