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Paulson: el abogado del intervencionismo

EFE | El Universal
08:24Washington, EU | Viernes 10 de octubre de 2008

El ex presidente de Goldman Sachs comenzó su carrera como banquero en 1974, al enrolarse en las oficinas del banco en Chicago, donde comenzó a escalar unos peldaños que lo llevaron hasta la sede central de la institución en NY. (Foto: EFE )

El secretario del Tesoro de EU es ahora el paladín del intervencionismo público lo que, en una ironía de la vida, ha llevado a algunos a acusarlo de comunista” y cuya fortuna personal asciende a 700 millones de dólares

Henry Paulson, el secretario del Tesoro estadounidense que amasó una inmensa fortuna en Wall Street, es ahora el paladín del intervencionismo público lo que, en una ironía de la vida, ha llevado a algunos a acusarlo de "comunista".

Puede que el titular del Tesoro, anfitrión hoy de la cumbre en Washington del Grupo de los Siete (G-7) países más industrializados -EU, Canadá, Japón, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia- nunca llegase a imaginar que se encontraría ante tamaña tesitura.

"Es muy desagradable para mí pero es mucho mejor que la alternativa", afirmó el mes pasado para explicar la disyuntiva en la que se encontraba al tener que defender un multimillonario rescate público tras alabar durante años las bondades del libre mercado.

Paulson, un amante del riesgo a quien le apasionan las culebras y cuya fortuna personal se cifra en unos 700 millones de dólares, llegó al Tesoro procedente del banco Goldman Sachs, buque insignia de una era de riesgos, pingües beneficios y capitalismo salvaje que ha tocado a su fin con trágicas consecuencias.

Fueron Goldman y otros bancos los que empaquetaron las hipotecas estadounidenses en exóticos instrumentos financieros, que se vendieron como rosquillas ante la convicción de que el valor de la vivienda no caería, y que desencadenaron el imparable efecto dominó que se vive estos días en los mercados globales.

La otrora ilustre institución financiera estadounidense ha salido relativamente bien parada de la quema que arrasa Wall Street, aunque no sin antes renunciar a su estatus de banco de inversión -a los que se permitió operar de forma más autónoma y arriesgada- para reencarnarse en una entidad comercial, más tradicional y segura.

Su transformación, precedida por otros movimientos similares y quiebras y adquisiciones en el sector, marcó el fin de un modelo de negocios que definió Wall Street durante décadas y en el que Paulson, quien capitanea ahora el rescate de sus antiguos compañeros en crisis, se movió como pez en el agua.

El ex presidente de Goldman Sachs comenzó su carrera como banquero en 1974, al enrolarse en las oficinas del banco en Chicago, donde comenzó a escalar unos peldaños que lo llevaron hasta la sede central de la institución en Nueva York.

Fue allí donde lideró la salida a Bolsa del hasta entonces banco privado y donde se ganó la fama de auto-disciplinado, amante del detalle y experto en asumir y controlar riesgos.

Paulson dejó Goldman en el 2006 para asumir las riendas del Tesoro y se llevó de recuerdo unos 500 millones de dólares, el valor de su participación en el banco, que vendió antes de asumir el puesto en la administración estadounidense.

La Casa Blanca apostaba así por un perfil para secretario del Tesoro muy distinto al de los dos funcionarios que precedieron a Paulson en el cargo: Paul O'Neill y John Snow, ambos representantes de la vieja economía industrial.

Antes de llegar al Tesoro, O'Neill había estado al frente de Alcoa, el gigante del aluminio, y Snow había capitaneado el titán de los ferrocarriles CSX.

Paulson, "el huracán Hank" como lo conocen sus allegados por su estilo impaciente y contundente, se había curtido en un mundo bien distinto.

Aun así, poco hacía prever que este ex banquero de 62 años, de alrededor de un metro ochenta de estatura, complexión atlética, voz quebrada, electrizantes ojos verdes y energía inagotable tendría que abanderar los esfuerzos para impedir el colapso del capitalismo.

"Es desagradable", dice una y otra vez de la situación en la que se encuentra, que lo ha obligado a trabajar de sol a sombra en unas sesiones maratonianas que se dejan notar en unas cada vez más pronunciadas ojeras.

Paulson, uno de los hombres más poderosos ahora en Washington, promete hacerse con sus desvelos un lugar en los anales de la historia, que lo vincularán con una de las peores crisis financieras de todos los tiempos, una todavía de paradero incierto, que según Paulson se saldará con final feliz.


 

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