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Sadismo policiaco en la mañana del 23 de julio de 1968

Juan Arvizu Arrioja| El Universal
14:18Ciudad de México | Lunes 18 de agosto de 2008
La maestra de Matemáticas, Marcela Guerrero, fue golpeada con fuerza desmedida por granaderos, en el patio de la Vocacional 5. Profanada la escuela, las macanas, culatas y gases lacrimógenos esparcieron un mensaje de dominio mediante el horror

La maestra de Matemáticas, Marcela Guerrero, fue golpeada con fuerza desmedida por granaderos, en el patio de la Vocacional 5. La escena, como muchas más esa mañana del 23 de julio de 1968, avivó la furia estudiantil y retrató el sadismo policiaco que se dio un largo festín.
Profanada la escuela, las macanas, culatas y gases lacrimógenos esparcieron un mensaje de dominio mediante el horror, en la plaza de la Ciudadela, contra las Vocacionales 2 y 5.

Tres horas duró la violencia orquestada por 200 granaderos y una veintena de elementos de la Policía Secreta contra los muchachos agitados por vándalos y porros.

Cuatro décadas después, aún es una incógnita la causa por la cual la fuerza antimotines atacó a las Vocacionales, dos meses y medio antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos, cuyo lema era contradictorio ese día: "Todo es posible en la paz".

Esa fue la semilla de la tragedia.

Golpe a golpe, la policía despertó el repudio de los muchachos; les dejó el sabor amargo de los culatazos. Fue la primera batalla de una cadena de 72 días de violencia, protestas, marchas, asedios, persecuciones, terror de Estado con olor a muerte y cárcel, que forman parte del movimiento del 68.

Los estudiantes estaban acostumbrados a la violencia, pero lo que enfrentaron ese martes de verano fue extremo, por parte de la policía.

Desde los años treintas, pandillas pagadas por políticos y autoridades controlaban comunidades estudiantiles, a las que se imponían con fuerza, armas y dinero. Eran las "porras", que ese año vivían su época de oro.

En un estudio sobre las "porras", la socióloga de la UNAM, Carmen Cira Guitian Berniser, expone que por influencia de esos grupos, "las trifulcas, golpizas, balaceras, eran conocidas sin asombro, ni indignación".

Los grupos estudiantiles legítimos enfrentaban en esos tiempos a "porros" y pandilleros; y estaban bajo el acecho de las policías Secreta, Judicial local, Judicial Federal y de la Dirección Federal de Seguridad. En asuntos como la caída del rector de la UNAM, Ignacio Chávez, en
1966, debió operar incluso la CIA.

Pero, ¿a quién importaba oprimir a los adolescentes del Politécnico, los pobres de barrios como Tepito y colonias como la Morelos o llegados a estudiar a la capital?

Ese día, casi tres mil jóvenes de varias vocacionales se reunieron para dar un escarmiento a estudiantes de la cercana preparatoria "Isaac Ochoterena", por un zafarrancho del día anterior.

En esa movilización actuaron las pandillas de "Los Arañas" y "Los Ciudadelos", parásitos de la plaza a costa de los transeúntes. Entre ellos se contaban fósiles de ambas Vocacionales.
También tuvieron un papel protagónico los porros del lugar, encabezados por Alfonso "El Johnny" Torres Saavedra. Esperaban un supuesto ataque de los porros más temidos de la ciudad, de la Preparatoria 5, comandados por "El King Kong" y "El Súperman". Nunca llegaron.

La escuela rival fue apedreada, ante la pasividad de los granaderos, que más tarde entraron en acción en la plaza, cuando las hostilidades se apagaron.

En esa etapa del choque, afuera de la Vocacional 5, los granaderos azotaron la culata de sus fusiles lanzagases contra muchos jóvenes, uno de ellos era el estudiante Ernesto Zedillo Ponce de León, quien sería presidente de la República (1994-2000).

Otros alumnos huían de la violencia antimotines: corrían en la plaza en escape de golpes y gases lacrimógenos. Sus armas eran piedras y palos.

La red del terror formada por porros, fósiles, y por las diversas policías, estuvo presente ese día, en el origen del conflicto más serio del régimen.

Lejos de amedrentarse, en los dos días siguientes, los jóvenes de las Vocacionales 2 y 5 tomaron decisiones para expresar su protesta contra la represión sufrida. Levantarían la voz con el respaldo de otros centros educativos del mismo IPN.

Al día siguiente de la agresión, los politécnicos recibieron el apoyo de activistas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, o sea, las Ligas Mayores de la oposición, que reaccionaron como relámpago.

El repudio creció como espuma, y así empezó un camino al sacrificio.

Analistas del movimiento estudiantil de ese año consideran tres hipótesis de la brutalidad policiaca de la batalla de la Ciudadela:

1.- Se abría originado en la pugna por la sucesión presidencial;

2.- Era un intento de la CIA por golpear la estabilidad mexicana; y,

3.- El gobierno federal montaba con ello el pretexto para meter a la cárcel a dirigentes de izquierda e impedir que protestaran durante los juegos olímpicos, del 12 al 27 de octubre.

En los hechos, el gobierno del Departamento del Distrito Federal (DDF) había desatado a sus perros contra muchachos de sólo 16 y 17 años, el sector menos maduro de la educación media y superior. Con ello, perdía puntos el regente, el general Alfonso Corona del Rosal, aspirante a suceder a Gustavo Díaz Ordaz.

El estudio de Guitian Berniser documenta que el equipo de Corona del Rosal controlaba porros en la Ciudad Universitaria, a través de Sergio "El Fish" Romero, que actuó para debilitar la organización estudiantil, de julio a diciembre de 1968. Confeso de sus actos, dijo que reclutó pandilleros y en los meses del conflicto impusieron el terror en la UNAM y en el IPN.

Otro "porro", Saúl Morel, declaró que trabajó para la Policía de la ciudad, en acciones contra "comunistas", a cambio de impunidad y dinero. Las instrucciones las recibía de tripulantes de coches sin placas. Otros golpeadores a sueldo del DDF, reportan que había "Halcones" en la Preparatoria 5.

El poderoso secretario de la Presidencial Emilio Martínez Manautou, uno de los "Tapados" de la época, tenía presencia en las estructuras administrativas de la Universidad Nacional. Sergio Zermeño, dirigente estudiantil y actual miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, apunta en su estudio de los acontecimientos, la relación del priísta con el rector Javier Barros Sierra.

Luis Echeverría Álvarez, secretario de Gobernación, era el tercer competidor en la sucesión, quien la ganó.

Junto con la gama de los asuntos del despacho, atendería, además de los disturbios en la ciudad de México, los problemas estudiantiles en Puebla, Tabasco, Sinaloa, Nuevo León y Chihuahua. Atacó la guerrilla de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez.

Sin embargo, ganó la candidatura presidencial, hasta el desenlace del conflicto, el 2 de octubre.



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