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Libaneses en Yucatán, signo de poderío económico

De agricultores en su país a grandes empresarios en Yucatán; llegaron hace 122 años a la tierra del Mayab
Mérida, Yucatán | Lunes 04 de febrero de 2002 Notimex | El Universal11:07

Aunque representa a una minoría de los casi 2 millones de habitantes con que cuenta Yucatán, la comunidad libanesa ha sido de vital importancia en el desarrollo económico del estado y de gran influencia en diversos aspectos sociales.

Los Macari, Abraham, Xacur, Chapur, Madahuar, Charruf, Gaber, son sólo alguno de los apellidos de una colonia de inmigrantes que contribuyeron a hacer de una tierra ajena, un lugar próspero donde vivir.

A 122 años de su llegada a la tierra del Mayab, tras huir del sistema opresivo del imperio Otomán, los primeros libaneses se enfrentan con la barreras de la pobreza y el idioma, que sortean de manera exitosa hasta convertirse en una clase pudiente y culta.

De vendedores ambulantes en comunidades rurales se han convertido en dueños de numerosas tiendas departamentales y de autoservicio, de empresas agropecuarias y alimenticias, así como de hoteles, además de figurar como líderes de grupos empresariales.

Los libaneses, también llamados levantinos, conocen de las nuevas oportunidades económicas que ofrece el extranjero por los contactos personales con marinos, así como por su servicio postal que empezó a expandirse.

Durante la llamada "edad de oro" en Yucatán, la industria henequenera local llamó la atención de muchos inmigrantes, entre ellos los libaneses.

Para 1910, ese grupo social contaba en el estado con 576 integrantes, número inferior al uno por ciento de la población yucateca de la época.

La mayor parte de ellos, explican los investigadores Teresa Cuevas y Miguel Mañaná en un artículo, eran jóvenes solteros, parejas jóvenes y algunas viudas con hijos quienes vivían en difícil situación económica.

Pese a que en sus lugares de origen se dedicaban a la agricultura, los primeros levantinos o "turcos" como se denominó a las personas originarias del Oriente Medio, deciden dedicarse al comercio ambulante en pueblos y villas en el interior de Yucatán, entonces también conocida como territorio peninsular.

Con jornada de hasta 14 horas los siete días de la semana, los libaneses concentraron sus esfuerzos en proveer a estratos sociales humildes de telas, agujas, hilos, cintas, encajes, espejos y botones, en contraparte de los pequeños empresarios yucatecos, españoles y alemanes que sólo atendían a la clase acomodada.

Además, los libaneses instalaron sus puestos en ferias y días de fiesta en villas y pueblos, con quienes se comunicaron al paso de unos cuantos años en el idioma local: el maya.

El éxito comercial de los "turcos" en apenas dos décadas se debe a la implementación de un sistema basado en los pagos por abonos, en la reinversión de sus ganancias, la reducción de sus gastos a niveles de supervivencia y en la cooperación de la familia.

A su vez, los negocios eran administrados por los hombres de la familia, quienes fungían como dueños y trabajadores, sin embargo las madres y familias ayudaban a preservar la estabilidad y solidaridad mediante el matrimonio entre miembros de la misma etnia.

En las actividades comerciales también se incluían a los niños, quienes ayudaban en la atención de los clientes y surtido de mercancías, a la vez que aprendían la operación del incipiente negocio.

Hasta la segunda generación de la comunidad levantina en Yucatán, establece un estudio dado a conocer por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), éstos eran discriminados socialmente.

Entonces, los comerciante más acomodados servían de maestros a los pequeños que operaban en el área rural con la misma estrategia que sus antecesores.

El despegue económico de la colonia libanesa podría situarse en la década de 1920, cuando la demanda de la fibra de henequén en el extranjero motivó la entrada de la iniciativa privada en esta actividad y con ello surgieron las primeras cordelerías.

En esas fechas, Cabalán Macari, uno de los primeros libaneses en tocar tierras yucatecas, así como sus hijos Juan y Aniceto Macari Canan, inauguraron la cordelería San Juan, donde se produjeron cuerdas, sogas, cables, entre otros productos de gran demanda en Estados Unidos.

Dado el éxito de esta empresa, los Macari deciden ingresar a otros rubros como la producción ganadera y azucarera, esta última en el estado de Campeche.

Esta familia es imitada por la Gaber, Sauma y Jacobo, quienes también incursionan con éxito en la producción, industrialización y comercialización henequenera.

Entre 1940 y 1950, la llamada gran depresión y la Reforma Agraria mexicana abre una nueva oportunidad para los libaneses de hacer negocios, al comprar con sus ya significativos ahorros, grandes extensiones de tierra y edificios a bajo costo, los cuales venderían posteriormente a precios elevados.

Durante este periodo se suscita el matrimonio de Juan Macari Canan con la yucateca Leonor Elena Castillo, el cual rompe el esquema establecido y da inicio a una serie de uniones entre libaneses y yucatecos, estos últimos, personas con apellidos de abolengo y asociados a cuantiosas fortunas.

En 1982, los problemas económicos del país obligan al gobierno yucateco a suspender subsidios a la actividad henequenera, que en su mayor parte era privada, lo que lleva al colapso a esta industria y con ello, el interés de los empresarios por invertir en otros sectores.

Surgen entonces los Macari que refuerzan sus inversiones en el sector ganadero, los Chapur en las primeras tiendas departamentales de la región, los Abraham en los nacientes supermercados, los Xacur en productos alimenticios y los Charruf en la hotelería.

En la actualidad, esta colonia de inmigrantes ha diversificado sus inversiones en sectores como el restaurantero, del entretenimiento, venta de vehículos, bancos, empresas exportadoras e importadoras, así como maquiladoras.

Además, su influencia entre los empresarios es tal, que diversos yucatecos de origen libanés han ocupado puestos claves en cámaras empresariales a nivel nacional y local.

Tal es el caso de Nicolás Madahuar Cámara, quien fue presidente de la Confederación Nacional de Cámara Nacional de Comercio (Concanaco) y al mismo tiempo fungió como presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE).

Sergio Abraham Mafud, también figura como uno empresario influyente que le permitió ocupar la vicepresidencia de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), así como de la Asociación Latinoamericana de Tiendas de Autoservicio (ALAS).

La participación de este sector en la actividad política también ha sido destacada, como es el caso de Ricardo Dájer Nahum, quien luego de ser presidente de Concanaco, se postuló como aspirante por el PRI a la presidencia municipal de Mérida.

A este partido también se adhiere el empresario Juan José Abraham Achach, quien posteriormente es electo presidente estatal del Partido Revolucionario Institucional.

Los nombres de Herbé Rodríguez Abraham y Tuffy Gaber Arjona también figuran en esta lista, ya que ambos fueron presidentes municipales de la capital yucateca.

La dedicación al trabajo, su deseo de triunfo y proyección futurista, así como una solidaridad étnica, pero sobretodo familiar, han llevado a la colonia libanesa a ser un modelo económico a seguir, tal como lo demuestran diversos estudios hechos al respecto.



 

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