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Robert Hanssen, espía que actuaba para escapar sus impulsos sexuales

Detrás de la tierna apariencia del más eficaz de los agentes dobles del FBI, detenido en febrero último por espiar en favor de Moscú, se escondía un trastornado y martirizado por su padre, que actuaba para evadir sus impulsos sexuales
Washington, DC | Lunes 14 de enero de 2002 AFP | El Universal13:35

Detrás de la tierna apariencia del más eficaz de los agentes dobles del Buró federal de Investigaciones (FBI), Robert Hanssen, detenido en febrero último por espiar en favor de Moscú, se escondía un trastornado martirizado por su padre, que actuaba para evadir sus impulsos sexuales.

Sus pequeñas manías y otras perversiones se describen con lujo de detalles en un libro de reciente aparición, "El FBI y el topo", del periodista estadounidense David Vise, que entrevistó a más de un centenar de personas allegadas al espía.

Entre los entrevistados destacan, un siquiatra, un sacerdote católico, parientes, agentes del FBI, de la CIA y del contraespionaje ruso, así como responsables de la Casa Blanca y del departamento de Justicia.

Los testimonios contribuyen a retratar un individuo complejo, encerrado en sí mismo, melancólico, y profundamente marcado por la rigidez de su padre, un policía de Chicago.

Un siquiatra citado por Vise, Alen Salerian, estima que Hanssen, de 57 años, sufre de una grave enfermedad mental, consecuencia de su infancia difícil, y que encontró en el espionaje la salida a sus problemas sexuales.

Miembros de la familia Hanssen, entre ellos su madre retirada, que vive en Florida, confiaron al periodista que el padre era violento con su único hijo a fin de "hacerlo hombre".

Howard Hanseen había enrollado a su hijo, entonces de seis años, en una manta y lo hizo girar hasta vomitar. Durante otra sesión "pedagógica", lo tomó del tobillo y lo lanzó para arriba, haciéndolo orinar involuntariamente.

"¿Por qué se casa con ese tipo?", preguntó Howard Hanssen a la futura esposa de su hijo, Bonnie, que lo escuchó con asombro. A partir de entonces la joven mujer repensó varias veces el casamiento.

Hanssen la manipula, la filma a escondidas durante sus encuentros sexuales, muestra las grabaciones a un amigo, oficial retirado, y fantasea mediante una correspondencia cotidiana con la posibilidad de "compartir" a su mujer con él.

El espía mantiene además una difícil relación con una profesional del strip-tease, Priscilla Galey, de quien afirma querer "salvar el alma perdida", y a quien llenara de joyas y ofreciera un Mercedes.

Con el correr del tiempo, el joven Robert se distanció del dominio paternal. Ya casado, abandonó sus estudios de medicina y obtuvo un diploma de contador. Ingresó a la policía de Chicago y luego al FBI, donde trabajó durante 27 años, hasta su arresto en febrero de 2001.

Es también en ese momento, cuando ingresó al FBI, que Bonnie, ferviente católica y miembro del Opus Dei, descubrió que su marido la engañaba. De todos modos, le perdonó una y otra vez sus deslices conyugales.

En 1978 se trasladó a Nueva York, nido de espías soviéticos, según el general Oleg Kalugin, oficial retirado de la KGB.

Hanssen, que estudió ruso, tenía a su cargo la misión de despistarlos. Trabajó con mucha deligencia, incluso fines de semana, antes de advertir que era el único agente que arremetía contra el enemigo con total dedicación.

"Hanssen comenzó entonces a sentir rabia contra el FBI, como la sentía contra su padre", escribe Vise citando testimonios de sus colegas a cargo de la sección de "seguridad nacional".

En 1980, Bonnie Hanssen, convencida de que su marido la traicionaba de nuevo, descubrió que había vendido informaciones por 20 mil dólares a un agente de la KGB. Conmovida, le pidió que se confiese, que nunca regrese a esas actividades y que entregue el dinero a una obra de caridad.

Pero el demonio lo llamó y retomó sus actividades ilegales hasta 1999. Ahora se lo acusa de haber transmitido miles de páginas de documentos secretos a los soviéticos.

"Todavía tiene muchas cosas que decir", confió a la AFP su abogado Plato Cacheris.



 

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