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Cruzan por Belice armas y drogas

Juan Veledíaz| El Universal
Jueves 15 de marzo de 2007

Los operativos para impedir el tráfico ilegal resultan insuficientes. (Foto: Archivo /EL UNIVERSAL )

Sin vigilar, cientos de puntos de paso

CHETUMAL, QR.- La frontera entre Quintana Roo y Belice es una franja donde los límites entre lo ilegal y lo inverosímil se diluyen.

En esta zona conocida como "frontera líquida", por el límite imaginario que representan los 180 kilómetros del río Hondo, el tráfico de indocumentados, drogas, armas y mujeres centroamericanas es una actividad cotidiana.

"Del lado de Belice bajan seguido avionetas. De noche se mueve mucha gente y uno debe saber cuándo quedarse callado ante todo lo que ve y oye", dice un integrante del comisariado ejidal de La Unión.

Este poblado es un caserío regado entre algunas colinas donde el río ya no es tan hondo y se puede atravesar a pie. Colinda con una comunidad menonita instalada del lado beliceño, a la cual para llegar hay que caminar por unos pastizales cercados por alambre de púas donde la única guardia fronteriza que lo impide es una docena de toros y vacas que pastan dentro de los corrales a orillas del arroyo que funciona como límite internacional.

Pobladores aceptan que los militares se han dejado ver más seguido, sobre todo después del anuncio presidencial para "delimitar" y "sellar" la frontera sur. "Hacen rondines, colocan retenes pero no detienen a nadie ni se acercan a las zonas donde se da el tráfico de ilegales y de droga", añaden vecinos de La Unión.

San Francisco Botes es otro poblado a la orilla del río. Aquí, la policía de Belice aseguró en septiembre pasado, dentro de su territorio, un cargamento de fusiles AK-47 y rifles R-15 que iba a ser trasladado a suelo mexicano.

Botes, como se le conoce, es custodiado en los 10 metros de ancho del cruce del río por una patrulla de la Armada. Es un lugar de tráfico de todo tipo de mercancías y paso cotidiano de centroamericanos a los que, de noche, no se les pide documentación.

Estos días hace su rondín la llamada policía fronteriza, una corporación estatal creada hace dos años como parte del "programa de resguardo de la seguridad interior de Quintana Roo".

Adelante de Botes está Cocoyal, donde Vladimir Gómez Zamudio es para la prensa local quien presuntamente controla el tráfico de drogas.

Hacia el sur está Cacao, uno de esos centenares de cruces ciegos, como se le conoce a los pasos sin vigilancia. Los caminos vecinales son usados de noche por los traficantes. Por uno de ellos hace poco fueron detenidos siete nicaragüenses y un beliceño que habían sido abandonados.

Muy cerca está El Ingenio, un poblado cañero en el que la explotación sexual de centroamericanas se realiza en decenas de "fondas".



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