Lejos de estar preocupado por la rebatinga de la tribuna del Congreso de la Unión, el presidente Vicente Fox aseguró que mañana 1 de diciembre colocará la banda presidencial en el pecho de Felipe Calderón.

Dijo que esto lo hará con un “enorme gusto” y confió en que su sucesor continúe empujando a México por el sendero del desarrollo, ya que cuenta, según sus propias palabras, con la capacidad y los valores para responderle a los mexicanos.

Fue durante la inauguración del Hospital Regional de Alta Especialidad del Bajío, en León, Guanajuato, donde Fox hizo una breve reflexión sobre el último día de su gestión presidencial, y a los habitantes del lugar les dijo que trabajar por los mexicanos valió la pena, que nadie tiene derecho a desacreditarlo.

“Mañana me devuelvo definitivamente a mi tierra, al rancho san Cristóbal, donde todos los mexicanos tienen su casa. Ahí estaremos Martha y yo, para seguir sirviendo a México”, adelantó Fox, quien con este acto público en Guanajuato, su tierra natal, concluye su gobierno sexenal, el primero no emanado del PRI, que mantuvo el poder presidencial por más de 70 años.

Pero no dejó escapar el momento para lanzar críticas, y responsabilizó a los partidos de oposición representados en el Congreso mexicano de no haber aprobado las reformas que hubieran podido catapultar el desarrollo nacional, y acelerar la reducción de los niveles de pobreza.

“El camino andado ha valido la pena”, dijo un presidente Fox visiblemente conmovido por el fin de su gobierno, el que concluirá este jueves con una visita a la basílica de santa María de Guadalupe para dar gracias a la morenita del Tepeyac por la oportunidad de servir a México y a los mexicanos.

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